En blanco

Por Emilienko

La frase que más me ha gustado del congreso de Madrid, la escuché una vez que el congreso había sido clausurado. Los congresos tienen cosas así. Y la frase fue ésta: "En Medicina, cuando crees que lo tienes todo bajo control, siempre llega una situación que te sobrepasa y que, con un bofetón de humildad, te deja en el sitio que te corresponde".
Reconozco que lo que me sucedió no me había pasado nunca. Mira que he hablado en todo tipo de foros de los más variados temas y ante públicos más numerosos, pero jamás me había quedado en blanco durante una exposición.
No me explico cómo ocurrió. Todo comenzó bien, me presenté y comencé mi exposición de la forma que tantas veces la había ensayado; lo difícil, el arrancar, lo había superado. Fue al cambiar de diapositiva, cuando me correspondía explicar el análisis estadístico al que tanto cariño le había puesto, el punto fuerte del trabajo, cuando me bloqueé.
Conocéis esa sensación, clavos fríos que entran por tobillos y muñecas, mente en blanco, sensación de que todo estaba mal. Cinco segundos. Diez segundos. Pánico. Tomé una decisión: avanzar. Si era incapaz de explicar aquella diapositiva, ya llegaría otra de la que pudiera hablar. Y llegó, y la expliqué. Eran las conclusiones.
Evidentemente, mi exposición quedó coja. En el mundo científico, no se pueden sacar conclusiones sin haber primero explicado cómo llegar a ellas. Afortunadamente, durante las preguntas, pude defender mi trabajo razonadamente bien; al menos para tener tres años de experiencia profesional en el mundo de la Otoneurología.
La Otoneurología siempre ha sido una de mis partes favoritas de la especialidad: la ciencia de los vértigos y los mareos, el complejo mundo del oído interno posterior. Es completamente diferente al resto de la Otorrinolaringología debido a que los diagnósticos son complejos de realizar y a que el lenguaje específico es complejo, farragoso y, en ocasiones, de difícil comprensión para iniciados.
Mis progresos en Otoneurología me recuerdan a cuando estudiaba alemán. Yo estaba muy satisfecho con mi nivel tras superar el tercer año del idioma pero, evidentemente, carecía de la preparación necesaria para charlar con Hermann Hesse. Y me acababa de dar cuenta.
Foto: Es de otra presentación y en otro congreso.