Les Grézeaux es el viñedo de cabernet franc más antiguo que posee. Cepas de más de 50 años. Suelos de grava con cantos rodados en la parte baja del coteau de Sonnay. Subsuelo de arcilla y sílice. Cabernet franc en pureza y conocimiento profundo de qué y cómo hay que tratarla. Cada parcela, cada vino con su vinificación. ¿El objetivo con Les Grézeaux? Dejar que la vejez de la cepa y la mineralidad de ese suelo se expresen con soltura. Viñedos en el primer otoño de su vida, como Bernard, como un servidor, sirven para invitar a ese recogimiento. Mientras escribo cae la primera lluvia de otoño sobre Barcelona y el mar se contrae de placer. Se insinúa la neblina en el puerto. Viñedos que no han sufrido ningún ataque químico dispuestos a dar lo mejor en su fruto. Fermentación en depósitos de cemento, sin más. 12 meses en barricas de 3 a 5 años. 13%. Abrámoslo media hora antes. Dejemos que respire. No decantemos. La botella, si somos pacientes y la dejamos a su aire, nos hablará unos cuantos días. Los justos para celebrar esa primera conversación con el otoño.
Les Grézeaux 2009. Mi primer pensamiento para el otoño: pureza de aromas. Hojarasca en la profundidad oscura del bosque. Madera vieja. Madera sabia. Es un vino que seduce por su concentración, que llama a la intimidad de quien lo bebe con su copa. Silencio. Recogimiento. Mineralidad de arcilla. Envuelve. Te domina. Odre de cuero viejo. Vino de la tierra. Vino de antes. Arándanos negros en compota. Tinta china de mis primeros dibujos. Pimientos rojos y verdes. Mezclados. Asados. Calor de hogar. Sutileza y soltura, al mismo tiempo. Pureza de una madera vieja y una uva joven, que se confabulan y alían con el otoño para ofrecer un primer momento de paz y de íntima satisfacción. Los Baudry y el cabernet franc. Qué bonito entendimiento. Aunque duela, termino en prosa, necesaria: 12€ en La Part dels Àngels. ¿Quién se resiste a eso?