En La Gloria, para siempre

Por Jgomezp24

Durante un rato, no pude evitarlo, estuve tras la cámara. La mayor parte del tiempo, no obstante, y no quise evitarlo, me dejé arrastrar por esta simbiosis de tierra y mar, de cielo y nubes, de vientos y vegetación, que es la punta más occidental de las Canarias, la de Garafía, en La Palma. Cuando pisas una isla como La Palma, recuperas el espíritu del pionero y entiendes, quizás, qué sentían Humboldt, Darwin, Bouganville... Cierto, hay no poco pisoteado. Pero existe todavía una vasta proporción de tierra y mar vírgenes. Bosques de elfos, océanos complacientes. Aún hoy, el extremo noroeste de la isla es único, excepcional en su belleza, en su suave diálogo con el mar. Viñedos que beben de ese mar, laderas abruptas a ratos, onduladas otras veces, que van a morir, verdes y tranquilas, a ese océano de aguas profundas y brisas frescas. En este rincón, unas 40 curvas por encima de la Punta de Garafía, se han establecido Juan Jesús Pérez y su familia. Tagalguén es su seña de identidad. Significa Garafía en guanche. Las primeras cepas que plantaron (en una zona que fue vitícola hace más de 80 años, pero que había olvidado ya esos menesteres) fueron en La Gloria, el nombre de su viñedo. Hasta que no llegué, no entendí el por qué de ese nombre.
No es tanto por la tradición castellana del "estar en la gloria", sino por el lugar. Vean ustedes la foto última y entenderán todo. Un lugar donde los vinos, en primer lugar, se escuchan. Un lugar donde los vinos se sienten y huelen. Al fin, y sin moverse dos metros, un lugar donde los vinos se beben. Juan Jesús e Isabel (con la ayuda de sus hijos Nidia y Aray) plantaron listán negro y tintilla mirlera (la de La Palma, qué nombre tan bonito aunque uno no sepa bién cuál es la raiz de esta cepa en la isla) en esa finca. Construyeron una pequeña bodega con materiales nobles y pensando en el aprovechamiento integral del clima de la zona y de las aguas. Ese es el plan: aprovechar lo que da la tierra tal y como lo da. Buen quehacer: máxima contemplación, mínima interveción, en la viña y en la bodega. De su tinto ecológico Tagalguén 2012 apenas ha podido hacer 2000 botellas en una cosecha que es de gran calidad. 80% listán negro, 20% tintilla mirlera. Lo que está plantado en La Gloria, con las levaduras de la finca, vinificando juntas y sin madera. 13,5%. Fruta pura en boca, salinidad, explosión contenida de sabores y aromas. Fresco como el hilo del agua en el monte. Verde como esa hierba que arranca del mar. Tintos oceánicos (¡de nuevo!), suaves, fragantes, ligeros. Donse se bebe bien, se come bien. Suele ser así y Juan Jesús me llevó a una pequeña maravilla que pasa casi desapercibida: El Bernegal, en Santo Domingo de Garafía. Por la calidad de sus cosas más sencillas les conoceréis. Había probado mucho queso palmero, pero como el ahumado a la parrilla y con mojo que comimos allí, ninguno. Con matices, suave, sabroso. Soberbio con una botella de Tagalguén 2012. De La Gloria, yo no me habría movido...