Los dolores de María —nombre ficticio— comenzaron cinco años después de que unas prótesis mamarias de la compañía francesa Poly Implant Prothèse (PIP) le permitiesen alcanzar la soñada talla 95. Esta joven esteticista se sometió a una operación de aumento de pecho en 2006 en una clínica de Murcia. Financiándola a cinco años, pudo hacer frente a los 6.000 euros que le costaba su nueva delantera. En mayo del pasado año, sin embargo, comenzaron los problemas. «Nunca me había dolido nada como me dolía entonces el pecho», recuerda María, que el año pasado se sometió a una segunda intervención para cambiar el implante, que se le había desprendido. «Se me llegó a deformar el pecho», denuncia. Ella, como otras cerca de veinte murcianas afectadas por estos implantes, ya ha denunciado su caso. Un juez acaba de admitir a trámite su demanda.
María prestó ayer declaración en el juzgado número 9 de Murcia, que instruye este proceso. Es la primera vez que un juzgado abre diligencias por la denuncia de una afectada por estas prótesis mamarias, al menos según le consta a su abogado. La joven pide responsabilidades a la clínica, al cirujano que la operó, a la distribuidora de estas prótesis y a la compañía francesa PIP. Su letrado, Sergio Marco, ha presentado además una reclamación patrimonial —también admitida— al Estado.
María fue intervenida el 29 de septiembre de 2006 en el hospital San Carlos de Murcia