Pero por otro lado, también pienso que no podemos quedarnos parados en lo malo y que tenemos que avanzar, luchar con uñas y dientes por algo mejor, seguir manteniendo la ilusión, la alegría, buscar nuestro camino. Nuestro sistema económico capitalista está, para bien o para mal, fundamentado en el consumo.
Volviendo a la frívolidad de la ropa, me doy cuenta de que cada vez compro menos, pero cada vez compro mejor. Igual sólo me compro un bolso o unas botas por temporada, pero me resulta fundamental que sean de piel y de calidad. No necesito comprarme un bolso de 500 euros porque tenga determinada etiqueta si me puedo comprar uno de 150 igual de bonito y bueno. Quizá sólo me compre un par de vestidos, pero miro más que estén bien cosidos, que la tela sea agradable al tacto, que sean vestidos que pueda lucir de varias maneras. Quiero prendas que aprecie y valore de verdad y no cientos de prendas mediocres que se acumulen en el armario. Me fijo en el origen de las prendas (y prefiero el Made in Spain), dónde la compro (tienda local frente a marca omnipresente). Creo en el poder de los caprichos, en ahorrar durante meses y regalarte una joya o un reloj, que te hace especial ilusión y que será para toda la vida.
¿Están cambiando vuestros hábitos de consumo por la crisis?