En un principio, el caramelo no se contemplaba como lo hacemos ahora. En la antigüedad, se hacían dulces a base de miel, jengibre o regaliza que suplieran la necesidad del hombre de tener a mano alimentos ligeros que proporcionasen energía para sus largos viajes.
Fue en 1820 cuando se inventó la caramelo como lo conocemos. La producción industrial de caramelos empezó en Estados Unidos en 1850 pero no se aplicó en España hasta 1930.
Como curiosidad, la denominación de “caramelo” procede del descubrimiento de la caña de azúcar o “caña de miel”, que en latín se denominaba “canna melis” y… de ahí a la palabra “caramelo”.
Siguiendo con las curiosidades, es sorprendente hasta dónde llega el surtido de sabores disponibles de este pequeño dulce: En Japón se venden unos chocolates con sabor a hamburguesa, los llamados Every Burger, y emulan el gusto de este alimento, el viejo y conocido gustito a hamburguesa. y son llamados Every Burger; similar sabor el de los los Meatball Bubble Gum, fabricados en USA, y también con gusto a hamburguesa; también de Japón llegan los Echizen Kurage candy, con sabor a agua viva; en California existe una empresa llamada Hotlix que produce gusanos caramelizados, además de otros productos similares, como larvas con sabor a tocino y escorpiones bañados en chocolate… Contra gustos, no hay nada escrito...
Puede parecer un artículo sencillo pero es un práctico y cómodo regalo promocional. Por un lado, permite que la primera impresión sea agradable. Cuando entramos en una sala de espera o en un comercio, agrada ver una bandeja de caramelos a disposición de los clientes para que su espera o su estancia sea más agradable y, por supuesto, más dulce. Además de ser un producto económico, se reparte, llegando así a más público.
Aprovecha la dulzura de este regalo promocional para potenciar el sabor de tu marca