Saliendo de Málaga, siguiendo la línea ondulante de la costa, se entra en el imperio de la luz. Lector, yo he sido durante seis años emperador dentro de una gota de luz, en un imperio más azul y esplendoroso que la tierra de los mandarines.» (J.Ortega y Gasset, 1910)
Y en ella, ocho siglos antes de nuestra era, hace cerca de tres mil años llegaron los primeros fenicios a establecer relaciones comerciales con el pueblo bástulo (los llamados íberos). Los fenicios habitaron en diversos asentamientos de la provincia como Toscanos, Chorreras, Trayamar (colonias fenicias ubicadas en el Rio Velez y el Rio Algarrobo) o La Loma (Benalgabon) .
También se asentaron concretamente en la desembocadura del río Guadalhorce, en el lugar conocido por Cerro del Villar. El yacimiento del “Cerro del Villar” fue uno de los centros coloniales fenicios más importantes del litoral andaluz. Su fundación tuvo lugar a mediados del siglo VIII a. C., y debido a las inundaciones que sufría, fue abandonado hacia el año 570, trasladándose su población a la bahía de Málaga, donde fundaron “Malaka”, término del que deriva el actual “Málaga”.
El lugar en sí, lo llamaron Syriana y aquí, se quedaron, extasiados por su belleza. Syriana o Cyriana hoy en día, se llama Churriana; el municipio que no quiso serlo. El pueblo que en 1905 pasó a formar parte de la capital malagueña.
Cyriana, como a mí me gusta llamarla, es una barriada cuyos orígenes se pierden en la memoria, donde después de los fenicios, se establecieron los romanos quienes dejaron su huella, existiendo importantísimos restos (ej. La diosa Urania, musa de la Astronomia - Astrología y la canalización del manantial de la Fuente del Rey).
Fueron los árabes quienes la fortificaron y quienes introdujeron la agricultura en la vega que riega el Guadalhorce; conquistada por los Reyes Católicos tras la toma de la capital malagueña.
Con el paso de los años se convirtió en lugar de descanso y veraneo de familias de grandes fortunas; de hecho, grandes fincas y mansiones se encuentran aún hoy en día en su entorno; un ejemplo el de D. Juan Felipe Longinos de Echeverri, séptimo conde de Villalcázar y cuarto de Buenavista. Fue heredero y propietario de la finca El Retiro a finales del siglo XVIII, que él consolidó en su edificación y jardines, ganándose dicha finca el apelativo del ‘Versalles malagueño’; llegó a ser uno de los jardines privados más reconocidos de España y aún hoy día es una joya que posee Churriana.
La ancestral Cyriana, atrajo en su seno a grandes pintores, escultores, periodistas, poetas, músicos, como Pio Baroja, Gerald Brenan, Ernest Hemingway, Enrique Brinkmann, también el poeta y pintor mexicano José Moreno Villa, Antonio Muñoz "que no dudó en colgar sus hábitos para enfrentarse a los franceses invasores" o Ferdinand Marie de Lesseps , constructor de los canales de Suez y Panamá que vivió en éste paraíso y se enamoraron de ella; de un lugar que huele a mar, a tomillo y romero de la Sierra, al azahar en primavera de sus valles, del Valle del Guadalhorce, donde abundan los limoneros, mandarinos y naranjos.
Y el Valle del Guadalhorce da sus mejores frutos en ésta época: las naranjas.
INGREDIENTE PARA DOS PERSONAS:
2 patatas medianas, 2 latas de atún, media cebolla (tipo cebolleta) blanca, dulce, aceitunas aloreñas partidas y aliñadas, 2 huevos medianos, 2 naranjas tipo washingtona, sal, vinagre de vino y aceite de oliva virgen extra.
Pelar las patatas, enjuagarlas y cortarlas en cascos no demasiado grandes.
Ponerlas en una cacerola con agua de forma que queden cubiertas, salar al gusto y cocerlas hasta comprobar (pinchándolas con un tenedor) que estén tiernas, pero con cuidado de que no se lleguen a deshacer.
Cocer los huevos en un cazo con agua durante diez minutos aproximadamente. Apartar del fuego, pelarlos y reservarlos; mientras se cuecen las patatas y los huevos pelar y cortar la cebolleta en trozos pequeños.
Ir pelando las naranjas retirándoles con cuidado no sólo la cáscara, sino también toda la parte blanca que va unida a los gajos.
En un recipiente cortarla igualmente en trozos pequeños, de forma que se pueda aprovechar el zumo que van soltando mientras se corta.
Quitar el hueso a las aceitunas y escurrir el aceite de las latas de atún.
Una vez ya cocidas las patatas, escurrirlas bien y pasarlas aún calientes al recipiente donde se vaya a servir la ensalada. Incorporar la cebolleta, los trozos de naranja, el atún, los huevos duros picados y las aceitunas. Salar al gusto
En un cuenco echar el zumo de la naranja, dos cucharadas soperas de vinagre y el aceite de oliva virgen extra. Remover bien de forma que se consiga mezclar todos los ingredientes de la vinagreta y echarla por encima de la ensalada, removiendo bien de forma que queden todos los ingredientes totalmente integrados.