La polimedicación plantea problemas de adecuación al tratamiento, interacciones, reacciones adversas e incluso fallecimientos. Según diversos estudios realizados en España, entre el 7 y el 15% de las visitas a los servicios de urgencias se deben a problemas relacionados con los medicamentos, de las que dos terceras partes podrían haberse evitado. Además, el 60% de todas esas personas precisa ser ingresado. Son algunos de los datos aportados por el doctor Francisco Abal, del Centro de Salud de Pola de Siero (Asturias), en el Foro de Debate “Polimedicación: solución o problema”, enmarcado en el 33 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
El experto distingue tres perfiles de paciente polimedicado: el enfermo, el sano y el anciano. En primer lugar, “es lógico que una persona enferma tenga prescrita una medicación cuyo objetivo sea curar la patología en cuestión o sencillamente paliar sus síntomas”, explica. En este contexto, “el paciente puede requerir varios medicamentos para una sola patología o puede padecer varias patologías al mismo tiempo”, añade. En segundo lugar, hay que tener en cuenta al paciente sano que está siendo tratado con fármacos por presentar algunos factores de riesgo. Por último, “muchos de los tratamientos prescritos en personas ancianas tienen por objetivo la conservación de determinadas funciones que suelen deteriorarse con la edad, pero la vejez en sí misma nunca debe verse como una patología”.