Entre el camino de baldosas amarillas y el de Santiago

Publicado el 31 marzo 2015 por Doritashoes @doritashoes

En este mundo existen dos caminos; uno es el camino de baldosas amarillas y otro el de Santiago. Ambos son largos, pesados, a veces un criadero para las ampollas y para almidonar lesiones, pero reconfortantes para el espíritu.

De hecho, Dorita ha recorrido ambos y tras el chivatazo que me ha procurado don Google, mi alter ego y yo hemos descubierto que abundan las damas en apuros zapateros pues no saben qué han de echarse a los pies para salir felices y lo más indemnes posible del trance peregrino.

Sandalias Teva

Muy bien, peregrinas, os dedico esta entrada acerca de a qué clase de zapato confié mi peregrinaje desde Saint Jean Pied de Port (Francia). Sí, me engullí un Camino de Santiago de 800 kilómetros en compañía de mi marido y tras casi un mes de trashumancia, llegamos al populoso puerto de Santiago de Compostela en año Jacobeo.

Sandalias Teva, una de mis opciones de calzado para el Camino de Santiago

¿Y con qué zapato embutí mis pies? ¿A qué “botarra” confié mis andares de contrito peregrino? Pues a unas zapatillas deportivas de la marca Asics. Ni más ni menos, y cuando las uñas de mis pies querían saludar el asfalto o la tierra del camino (en muy pocas ocasiones), me pasaba a unas sandalias Teva aderezadas con unos horripilantes calcetines necesarios para evitar las rozaduras con la que se invocan las ampollas.

Eso sí (y es un eso sí muy importante), aquí no valen las compras online; lo más sensato es calzártelos en una tienda física y mirártelos y remirártelos antes de decantarte por ellos. Los míos no superaron los sesenta euros, pero fue una compra muy meditada y debatida largamente por tres contertulios; mis pies y yo.

Ese fue mi menú zapatero; mi plato del día para los pies y acerté. Aunque, por supuesto, seguro que habrá otros brebajes igual de estupendos, pero ésta fue mi manera de salir ilesa del asunto. De hecho, la mayoría de los días andaba 30 kilómetros de media e incluso hubo jornadas de 40 y no padecí ampolla alguna. Éstas no sabían ni cómo me llamaba… Me miraban desde el talón o planta del pie de alguna peregrina y desde allí me espetaban un triste “te escapaste”, y el “compeed ampollas” corría como un porro de marihuana en una fiesta de jipis. Sí, de mano en mano y de pie en pie para paliar los “ay, ay” del peregrino.

Sandalias Teva para el camino de Santiago, pero elige las técnicas pues también hay modelos urbanitas!

Eso sí, adquirí mis Asics un mes antes de echarme al Camino y las probé previamente en los entrenamientos de cuatro horas que hacíamos mi marido y yo en aras de curtirnos para el camino. Por supuesto, tras la merendola de 800 kilómetros no quedó de ellas más que un triste vestigio de zapato con el que te has corrido una gran juerga viajera.

Es cierto que vi mucha bota de montaña (excesiva y arriesgada apuesta) e incluso sandalias Crocs de una empedernida de este calzado (hermana de Frank de la Jungla en manías) que fue incapaz de desprenderse de ellas, pues aquello era una especie de religión. Eso sí, su dios Crocs no la salvó de un buen puñado de ampollas que a punto estaron (aunque quizás consiguieron su propósito) de apearla del Camino. Aunque lo peor y lo que suele dejar en la cuneta al caminante son las lesiones. Es ahí donde el camino se cobra sus víctimas.

Éstas son muy bonitas, pero quizás no son la mejor apuesta para el Camino de Santiago

Yo, en cambio, soy una creyente de las sandalias Teva, fundada por un experto guía del Gran Cañón en 1984, e incluso he realizado la aproximación al Naranjo, Los Picos de Europa (Asturias), con unas Teva. La práctica de “Tevismo” me granjeó las miradas de los recelosos “embotados” (aquí la acepción no es la de siempre, aunque podría) y descreídos a los que les parecía una majadería mi hazaña.

Por supuesto, no son unas sandalias aptas para un Camino de Santiago, pero las dejo aquí como curiosidad

Bien, a estos les contestaré aquí apoltronada tras mi ordenador que Teva es una marca de montañeros y escaladores, estirpe a la que yo también pertenecía antes de cortarme la cinta inaugural de mamá, y éstos no son unos aprendices de lo escarpado.

Hala, ahí queda eso para nutrir la panza siempre hambrienta de don Google y sobre todo para echar una manita a vuestros pies. Por cierto, el Camino de Santiago es de lo mejor que ha comido mi alma viajera.

Y éstas son las mías, ya son las terceras sandalias Teva que pasan por mis pies. ¡Tienen una suela de infarto!


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