Concluir por mi misma, porque una descendencia concreta presentaba determinados rasgos heredados, se convirtió en una de mis aficiones...
Características visibles y no visibles que irrumpen en nuestra actos, en nuestros gestos, en nuestra peculiar e importante forma de interpretar el mundo... Fruto de una
elaborada lucha de genes entre bambalinas, donde no siempre los más fuertes se imponen, y donde no existen las víctimas... Pues mágicamente, ninguno, llega a morir nunca...Y de repente,
ese gen tildado de recesivo, que no logró destacar en muchos años y que fue guardado primorosamente envuelto en papel de seda por nuestra tatatarabuela, hace acto de presencia y nos recuerda quienes somos, de donde venimos, cuales son nuestras raíces... Y se manifiesta a través de una atractiva sonrisa, un talento especial para la música, unas vibrantes mechas cobrizas o unos dedos inusualmente largos...No sólo los reyes tienen árbol genealógico, la infinidad de rasgos no entiende de color de sangre... Todos pendemos de las ramas de un árbol único, irrepetible y de una perfección asombrosa... Y mirar hacia arriba y hacia abajo nos ayudará a contar nuestra historia y la de tantos otros...
Sueño con la suave piel blanca casi translucida de mi bisabuela Quica, con los ojos azul mar de mi bisabuelo Santos, el fuerte pelo negro y rizado de mi abuelo Angel, con la fortaleza física de mi abuela Nati, con el carácter tranquilo de mi padre, con la generosidad infinita de mi madre... Como con la vuelta de todos esos personajes de las series que ha marcado mi vida...
Fuente: Eva Juliet