En esta ocasión tenemos la participación en el blog de Estefanía Mónaco, en último curso de Psicología, colaboradora en la web El Portal del hombre, con experiencia, con experiencia en autismo, TDAH y trastornos de la conducta alimentaria, apasionada de todolo que tenga que ver con la Psicología. En esta primeraparte de una serie de dos artículo, nosexplica cómo ser más asertivos:
Imagina una línea en la que, en un extremo, están las personas agresivas. Son aquellos que reaccionan de forma violenta en situaciones tensas, manipulan su entorno en su favor, imponen su opinión y sus deseos infravalorando los de otros… suelen conseguir lo que quieren, pero a costa del bienestar de los demás. En el otro extremo de la línea, están las personas pasivas: evitan el conflicto, se dejan llevar por el grupo, se muestran sumisos y acatan las decisiones ajenas, callando sus verdaderas opiniones y deseos para no generar disputas. Ninguno de estos dos extremos es sano. Pero existe un punto intermedio: la asertividad.
Alguien asertivo es aquel que expresa sus necesidades de manera amable, franca y directa. Confía en sí mismo y reconoce su propio valor, pero no menosprecia la opinión de los demás. Negocia de forma respetuosa, se muestra flexible y sabe ceder, pero también mantenerse firme. Emplear la asertividad es saber pedir, saber negarse, saber hacer y recibir tanto cumplidos como críticas. Implica conocer los propios derechos y los del otro.
Esta habilidad social no es innata, sino que se aprende y puede entrenarse. Pero, ¿cómo trabajar la asertividad?:
1) Reconoce tu estilo habitual: ¿eres agresivo, pasivo o asertivo? Usualmente las personas pasivas son más conscientes de la necesidad de cambio que las agresivas. Sin embargo, es igual de perjudicial tanto un extremo como el otro para mantener unas relaciones sociales satisfactorias.
2) Identifica una persona con la que no consigas ser asertivo: ¿tu jefe, tu pareja, tus padres…? Recuerda una situación concreta con él/ella. ¿Cómo habrías podido actuar de forma más asertiva? Reformula la escena en tu cabeza: idear alternativas es el primer paso del entrenamiento. Analizar mentalmente diversas situaciones te proporcionará herramientas que luego tendrás más accesibles en la práctica.
3) Si auguras un conflicto, ¡no improvises! Cuando actuamos sin pensar nos sale el “modo automático”, recurrimos a lo fácil y conocido, mientras que ser asertivo posiblemente requiera un esfuerzo —por lo menos al principio—. Mentalízate previamente: ¿qué deseas conseguir?, ¿qué argumentos tienes?, ¿en qué no estás dispuesto a ceder?…
(Continuará)