Entrevista exclusiva: Leo Batic
Por Leonel15
Y hoy nos visita Leo Batic, autor de la saga El último Reino y ganador del Young Book Award a la calidad literaria.
Antes de comenzar, te agradecemos por acercarte a darnos esta entrevista, es un placer tenerte de invitado en nuestro blog, Sueños y Palabras.
P: Sabemos que sos un artista completo: sos escritor, narrador, ilustrador, caricaturista, periodista y hasta algunos dirían, un poeta debido a los pensamientos del Dragón Azul. Queremos saber cómo te querés presentar vos ante nuestros lectores.R: Algunas de esas yo no las veo como profesiones. Si bien yo hice varios cursos de narración cuando estaba en periodismo, así como cursos de locución, no me considero ni locutor por un lado, ni narrador por el otro. Si bien me son útiles, son herramientas que yo utilizo constantemente, yo creo que hay gente que efectivamente es narrador/a que utiliza la oralidad digamos como un elemento de trabajo. Y creo que uno cuando es ilustrador, ilustrador, y ahí me hago cargo de la palabra en completo –he hecho desde cómics hasta caricaturas y dibujos realistas…– y ahí entonces entraría la caricatura…En cuanto a cómo me presento, voy cambiando entre los tres elementos que más me gustan: escritor, periodista e ilustrador. Y depende del momento de mi vida, ha ganado el periodista sobre el ilustrador, ha ganado el ilustrador sobre el escritor… y en este momento me presento como escritor, ilustrador y periodista, ese orden es el que en este momento me representa.P: ¿Qué escritores o situaciones te influenciaron a lo largo de tu vida como lector y escritor?R: Sin lugar a dudas creo que hay un par de situaciones que siempre cuento que me formaron como alguien que tenía ganas de leer. Una de ellas es verlo a mi papá leyéndome las revistas de Asterix. Mi papá era una persona muy seria, y mientras me las leía lloraba de la risa. Y era el único momento en que lo veía realmente así, delirando de la risa. Creo que ese es el primer elemento que recuerdo, de acercarme a algo visual y escrito, y yo quería leer para ver qué era lo que le causaba tanta gracia, porque la verdad es que yo no entendía ni la mitad de las cosas que me contaba.El segundo fue a los 9 años más o menos, cuando mi papá vino a la cama y me dijo: “Mirá, te compré la versión original de Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne”, y fue como que en ese momento me convertía en un adulto. Me devoré todo lo que tenía que ver con Julio Verne, Kipling, Conan Doyle… todos los libros que en ese momento estaban dando vueltas y que eran de fácil acceso, pero también leí otros.Después me marcaron Alicia en el país de las maravillas, sin dudas, Peter Pan… creo que el gran cambio lo hice cuando de la ciencia ficción en algún momento entré en el mundo de la fantasía… me faltaba algo, algo que no lo terminaba de encontrar. Y a los 12 descubrí a Tolkien y se me voló la cabeza. Me encontré con un autor que estaba hablando de lo que yo quería escuchar. Después de eso empecé a buscar qué otra cosa había –ya para entonces tenía 18 años más o menos–, había empezado la carrera de periodismo y me fui de mochilero al sur con un libro que no había leído que era Un mago de Terramar de Ursula Le Guin. La verdad que esa vez fue como un despertar, como un viaje iniciático. En principio porque ahí fue cuando me di cuenta de que quería escribir sobre seres mitológicos, porque llegué al lugar donde la cultura araucana está como más pura, los Chilotes –que es la isla grande de Chiloé, en Chile– fue como el lugar donde encontré los mitos más puros, y además porque cuando me cuentan que a ese lugar lo llaman Terramar me sorprendió muchísimo. Entonces sentí que había llegado a un lugar donde lo posible y lo imposible, la magia y lo real se habían confundido completamente. A partir de ahí creo que el fantasy me consumió prácticamente toda la lectura. No podría decir qué libro me afectó más después de esto, pero creo que sin duda estos me marcaron como me marcó después más adelante Liliana Bodoc con su Saga de los Confines, sobre todo porque yo estaba en ese momento escribiendo los libros de Seres mitológicos y para mí era re importante generar algo que tuviera que ver con eso. Aparece Liliana y fue como decir “Bien, hay alguien que está por lo menos hablando de eso”, y nos encontramos y fue un encuentro maravilloso, ahí fue cuando me dije “bueno, llegué acá”.P: ¿Tenés algún ritual a la hora de escribir?R: En principio, el mate es infaltable (risas). Yo tomo mate casi en cualquier situación… durante el velorio de mi viejo le cebé mate a todo el mundo porque me parece que aún en las situaciones más dolorosas o las más fuertes uno lo que tiene que hacer es no dejar de ser quien es, dar lo que uno es. Y lo que yo soy es eso, el mate, este sombrero [se toca su mítico sombrero de Indiana Jones, que no se lo quita en ningún momento de la entrevista], que no lo uso para cuando estoy escribiendo, y lo que trato de hacer es generar un clima. Ese clima puede estar roto constantemente: porque tengo tres hijos, porque tengo una esposa, porque tengo gente que va y viene en casa y yo estoy en la planta baja al lado del baño, así que todo el mundo va y viene. Pero trato de poner música, preferentemente música de películas, y eso lo que hace es generarme el clima necesario para poder escribir. Lo cual no quiere decir que yo cuando me siento tengo la página en blanco, una de las cosas que yo siempre insisto es que odio la página en blanco, no le doy permiso de existir, ni con el dibujo ni con la escritura. Yo en general escribo cuando estoy caminando, cuando voy a dar clases, cuando estoy manejando en el auto, entonces cuando me siento a escribir ya tengo más alternativas; me siento, abro y empiezo a escribir. Nunca jamás miro una pantalla en blanco, y digamos que eso también forma parte del ritual.P: ¿Y tenés rituales en la vida en general?R: Yo creo que hay momentos que requieren rituales, pero no todos. Justamente lo que les da una característica diferente a las cosas es cuando uno le da un valor por encima de lo normal. Entonces para mí, escribir o dibujar son cosas que están un escalón por encima de lo cotidiano. Puedo estar rodeado de chicos, como me ha pasado cuando voy a las escuelas a dibujar, pero yo estoy en un ritual, estoy en una comunión particular. También tengo un ritual cuando doy clase, me pongo en función de ayudar a otros. O el ritual que genero cuando escribo las frases del Dragón Azul; claramente yo me estoy poniendo “al servicio de” y me corro de lado. Y a veces digo cosas que ni siquiera me acuerdo, sé que no tienen nada que ver conmigo; y cuando uno está atento al otro, hace cosas que no están a mano ordinariamente.P: Sobre el final de la saga El Último Reino, ¿cómo se sintió concluir esta saga? ¿Fue como sacarte un peso de encima, vas a extrañar mucho a los personajes o un poco de ambas?R: Fue difícil. Me costó mucho, sufrí mucho la falta de los personajes. Durante 8 años me levantaba fantaseando con lo que iba a hacer cada personaje y me acostaba pensando en una línea de diálogo, por dónde iba a ir la historia… y un día ya había mandado las cosas a la editorial y estaba esperando la respuesta y me quedé sin nada, y me agarró la desesperación.De hecho, escribí una novela en 45 días en función de una terrible desesperación de no tener nada que escribir (risas). No, en serio, yo creo que fue un gran aprendizaje haber trabajado en Warner y DC… primero, porque desacralicé lo que para otros es como llegar al cielo, pero yo mañana voy a la verdulería y no me conoce nadie. A mí me fue a buscar mi club de fans al aeropuerto de Nueva York en el 2001, pero yo al otro día salí a caminar por la ciudad y ni el taxista me abría la puerta... Así como podés ser algo para alguien, sos nadie para el resto del universo. Entonces, digo, no somos nadie. Y eso a mí al menos me inspiró para dos cosas: una para darme cuenta de que yo tengo una función en el dibujo y la escritura, y es darle en principio entretenimiento a otro. No puedo pretender formarlo académicamente ni darle una visión bella del mundo, yo lo que soy es una persona que entretiene, digamos, es mi primera función el divertir. Entonces lo que trato es de jugar, por eso es que me divierto mucho yo, porque es un juego. Donde me lo empiezo a tomar en serio, ahí es donde me trabo, donde no puedo escribir y donde me pongo como que yo soy el que está escribiendo, peor.P: Tenés un gran compromiso a la hora de escribir sobre ciertos temas. A lo largo de la saga utilizás muchas metáforas para hablar de amor, odio, traición, hermandad, hablás además de la vida y la muerte, el respeto por el otro y por la naturaleza, entre otras cosas. ¿Buscaste desde un principio hablar sobre estos temas o fueron surgiendo solos? ¿Creés que todo escritor tiene que ser comprometido a la hora de escribir o no necesariamente?R: Odio esos libros que dicen “bueno, ahora vamos a enseñarte lo bueno que es lavarte los dientes”. Me parece que cuando uno se pone en el lugar de “yo te voy a enseñar algo”, la embarramos. Ese tipo de cosas me las planteo todo el tiempo para mí. Si yo quisiera hablarte de la importancia de la guerra en el mundo, lo más probable es que sonara tan impostado que no me creyeras lo que te estoy diciendo. Este tipo de cosas surgen solas porque estoy distraído contando una historia, entonces esas cosas aparecen, aparecen porque no tengo otra manera de hablar de la dictadura que un militar arrancándole las alas a un hada, digamos que yo no es que tenga más nada que decir acerca de eso, pero no surge por una cuestión de “bueno, voy a contar esto”. Yo sabía qué era lo que iba a pasar con ese personaje, y en el momento en que empiezo a escribir ese capítulo me doy cuenta de que la situación iba por un carril que yo no había planeado: no estaba planeado que ella llegara de esa manera a ese lugar. Y yo me consterné ante la situación… creo que ese es el chiste de jugar, de divertirse con lo que uno está haciendo, el hecho de permitirse también fascinarse, de llorar ante la muerte de un personaje porque sabías que iba a suceder pero no esperabas que fuera tan conmovedora la situación que estaba surgiendo. Tiene que ver con eso…P: En este libro particular (Herederos de la magia) hablás sobre el tema de la muerte con una visión muy particular… Queríamos saber si eso es lo que pensás que hay después de la muerte.R: Yo soy alguien que no le tiene nada de miedo a la muerte, nada. Para mí la muerte es un paso hacia otra etapa distinta de existencia, es la siguiente aventura. Creo que además, si bien es cierto que somos almas viejas y venimos recorriendo ya varias veces este juego de nacer, morir y volver a nacer, me parece que cada uno encuentra el cielo que se forjó en esta vida… imaginate qué respeto del cielo podés tener si me ves a mí con toga tocando un arpa, ¡no es serio, señores! (risas). O sea, mi cielo tiene que ser un cielo donde haya duendes, hadas… total, si del otro lado van a armar toda una parafernalia para que vos te sientas tranquilo cuando vayas del otro lado y te encuentres con que llegaste al lugar que querías (digo, supongo que a los vikingos les habrán armado toda una escena donde van a estar constantemente en lucha, imaginate si lo espera San Pedro… ¡al vikingo le agarra un ataque!). Si te van a armar, por lo menos que armen algo que a mí me haga feliz. Y después me gusta mucho la idea de un cielo que compartimos entre todos, y otro que es el personal. Por eso cada uno va a encontrar del otro lado lo que necesita. En estas novelas que estoy escribiendo ahora, hablo todo el tiempo de eso.P: ¿Cuánto hay de tus experiencias de vida en El Último Reino? Tocás fuertemente temas como la adopción y los lazos de sangre.R: Todo. Mi vida personal me trajo acá, a hablar con ustedes. Creo que una de las cosas que uno a veces no entiende es que las cosas buenas y malas que pasaron, te permitieron llegar al lugar donde estás ahora; y ese lugar puede ser un remanso o puede ser un nuevo desafío para tomar una nueva decisión y encarar una nueva puerta. Así que me parece que el único legado que en todo caso le puedo dejar a alguien es ser honesto con lo que hablo, y yo puedo hablar de adopción porque soy adoptado. Y puedo hablar de la importancia que tiene la sangre porque justamente la sangre es un tema con el cual me enfrento constantemente, porque la emoción que yo viví el día que me encontré por primera vez con la sangre de mi sangre, mi primer hijo, es algo que por ahí otra persona tuvo de una manera diferente con sus hijos, porque ya tienen una sangre hacia arriba. Yo me encontré por primera vez con quien formaba parte de una misma familia. Sin embargo, aun así, hay otra parte de mí, de la cual también hablo todo el tiempo, y es la familia que se genera por los lazos sentimentales, que para mí en mi caso es más fuerte. O sea, no me hables mucho de sangre porque yo no entiendo mucho de eso. Mi papá no tenía mi sangre, pero era mi papá, y mi mamá no tenía mi sangre y era mi mamá.Así es como lo vivo, por eso es que para mí el Dragón Azul es una manera de expandir la familia, porque en algún momento me encantaría que todos fuéramos familia.P: Sabemos que presentaste el libro a lo largo del país en el Dragon Tour, que visitaste muchos lugares, contanos un poco sobre esa experiencia.R: ¡Fue horrible! (risas). No, yo tenía la determinación de recorrer el país de alguna forma, de hacer tres viajes en el año. Hacer Río Cuarto, Córdoba, Casilda, Arequito, Rosario, Oberá, Ushuaia fue como un poquito mucho… (risas). Lo que pasó es que me equivoqué en las fechas, pensé que tenía una semana entre un viaje y otro, pero dejé los bolsos y salí corriendo. Fue un poco cansador en ese punto, pero por el otro lado está lo maravilloso que significa tener el encuentro con la gente, no hay nada que pague el encuentro con la gente. El viajar es lo que me llena.P: ¿Qué opinás de la interacción que permiten las redes sociales entre autores y lectores? ¿Disfrutás el contacto con tus lectores?R: Yo agarré la última parte del recibir guiones de Estados Unidos por Federal Express, y de enviar las historietas de vuelta por correo y esperar a que llegue. La verdad es que fue un proceso maravilloso el de conocer a los lectores a través de mails y conocerlos en persona prácticamente con el tema del Facebook, y acortar distancias. Mi primer experimento de este tipo fue con los libros de Seres mitológicos: el mail que figuraba en el libro 1 (Patagonia), el mail que me mandan, era mi mail. Me fascinaba que la gente escribiera igual a ese mail, poniendo “Yo sé que no hay nadie del otro lado, pero necesito hablarle a Leonardo si es que está ahí para decirle que estuvo buenísimo el viaje”, ¡y del otro lado estaba yo! Y les contestaba “Hola, soy yo” y la gente del otro lado se emocionaba, porque claro, estamos hablando del 2003/2004, no existía Facebook…Y a tal punto ha llegado la influencia de los lectores en mi vida cotidiana, que en mi próxima trilogía ustedes son los protagonistas, están ahí presentes en mi versión de mi fantasía. Y no son ustedes, digamos, pero sí y me parece que esta interacción es algo súper interesante, y que es peligroso también, porque uno tiene como la demanda al instante. He recibido mails donde la gente me felicita y me agradece un montón, y gente que me escribe mails diciendo “¡Horrible la actitud de Sofía! ¿Por qué se maneja de esta manera? ¡Vos tendrías que hacer que pase esto…!” y ahí es donde yo tengo que decir “Mirá, las cosas son así porque mi personaje es así, si no me querés leer más, bueno, no me leas más”. Pero no hay nada más hermoso que un libro te movilice hasta ese punto.P: Contanos qué estás escribiendo ahora, ¿se puede adelantar algo de la próxima saga?R: La próxima saga son tres libros, salen los tres el mismo día y cada uno elegirá cuál es el primer libro de esta historia. Y a partir de ahí te va a cambiar la visión acerca de todo el resto. Básicamente es un viaje de egresados que sale mal, porque dos tercios de los chicos deciden meterse en un túnel al que no había que meterse, y esto lo que hace es que haya un grupo de chicos que están desfasados, fuera de este mundo, en el mundo de los seres físicos o de los elementales. Vuelve el micro con el resto, pensando que estaba todo bien y hay un gran debate acerca de si están muertos y son fantasmas, si en realidad están vivos pero están desfasados y si hay alguna manera de volver… Y creo que una de las cosas más interesantes están al principio, cuando una de las parejas protagonistas se rompe –un tal Lucho y Erika (risas)– porque mientras a Lucho no le gustan mucho las aventuras, y a Erika sí, deciden separarse, y bueno… Y mucho de la historia pasa en cómo hacen para encontrarse, si es que se encuentran.P: Por último, tenemos muchos lectores que escriben o tienen ganas de escribir ¿querés dejarles algún consejo?R: Yo creo que es un error escribir pensando en ser publicado, porque uno empieza a pensar en quién es el potencial lector, y eso es un error. Pero es un error incluso en escritores que ya son consagrados. Yo nunca pienso en quién es la persona a la que va dirigida mi libro, yo estoy escribiendo el libro que a mí me gustaría leer, que a mí me divierte. Si después no le divierte a otro, y bueno, hay veces que compartís gustos con mucha gente y hay veces que no compartís con nadie. Yo creo que también es un engaño el suponer que la cantidad de ventas del libro hace de un éxito. Conozco libros que son excelentes, como el de María Inés, que deberían estar en todas las librerías, pero por la difusión que tienen los libros, seguramente va a ser más distribuida Bonelli que los libros de María Inés, y es parte del juego. Pero eso no hace ni que uno no sea excelente u horrible, o lo contrario. Lo que uno sí debería hacer es escribir con el corazón, debería pensar en que hay una escritura argentina; veo cada vez más escritores intentando imitar historias norteamericanas, en escuelas norteamericanas, con situaciones norteamericanas y eso lamentablemente lo único que hace es caer en los que escriben situaciones que son de los colegios de las películas, ni siquiera de colegios reales ni situaciones reales, y sería mucho más práctico contar las situaciones y los problemas nuestros, desde la vida nuestra. Me encantaría escribir una historia que fuera un Harry Potter que pasara en un colegio de Buenos Aires, estaría buenísimo. Tenemos que perder la vergüenza de ser argentinos, y de contar las historias desde nuestro lugar. Eso es una de las cosas que yo trato de hacer, me apasiona el hecho de que las cosas sucedan en este mundo, con nuestras reglas y con nuestras cosas, y eso no hace que el fantasy sea mejor o peor, hace que sea distinto. Una de las cosas que a mí me fascinó mucho fue haber trabajado en los estudios, y vos ves la ciudad de Nueva York en un estudio, y después te vas a la ciudad de Nueva York real y no es la del estudio, es otra. Entonces me dije “¿Por qué nosotros no podemos hacer lo mismo acá? ¿Por qué puede haber un monstruo comiéndose los vagones en Nueva York y no puede haber enanos en nuestro subte, cuál es la diferencia?”.