En sólo tres años y con tres álbumes editados, Pablo Alborán rompió récords en Europa y Latinoamérica, con más de un millón de discos vendidos, convirtiéndolo en el artista más vendedor en España en 2011 y 2012. Sin dudas, un hecho sin precedentes en la historia de la música española para un artista debutante. Sin embargo, ni los récords batidos, ni los 21 discos de platino, ni los premios recibidos, cambiaron la esencia de este joven malagueño de 25 años que compone desde los 12.
El cantante acaba de lanzar “Terral”, el cuarto disco de su carrera, donde despliega su canciones románticas más profundas y genuinas con invitados especiales como Ricky Martín, y que presentará el 26 de marzo en City Center Rosario. Además, viene de presentarse en la gala de los Grammy Latinos en Las Vegas ante una multitud donde interpretó “Dónde está el amor”, junto al dúo Jesse&Joy. Antes del gran concierto y a pocos días de haber lanzado su flamante material que ya es Disco de Platino en su tierra natal, el cantante más exitoso del momento dialogó en exclusiva con Escenario donde contó sus comienzos en el universo musical, la primera que vez tocó el piano y claro, de su experiencia en el amor. Un chico con los pies en la tierra y la mirada en el cielo.
—”Terral” es un disco muy positivo que habla del amor sano. ¿Cómo describís este nuevo álbum?—Con este disco quise volver a mis raíces. Me he tomado un tiempo para poder componerlo con tranquilidad desde mi casa en Málaga y ver hacia dónde quería ir musicalmente. Creo que era el momento de desnudar mucho más mis canciones y seguir la premisa de que “menos es más”. Este disco tiene un sonido más orgánico y lleva las influencias que tengo desde chiquitito como la bossa nova, la música latina y americana. También me atreví a entrar en los arreglos y a coproducirlo. De mis cuatro discos, éste es el más honesto y veraz.
—Esa autenticidad se ve en la portada del disco y en el video “Por fin”, donde te mostrás muy natural. ¿Cuáles son tus inspiraciones más cercanas a la hora de componer?—Bueno, esto no quiere decir que los discos anteriores no sean veraces. Pero es cierto que en “Terral” estoy más relajado, las canciones suenan más creíbles, y sí, también estéticamente, en la portada estoy despeinado. Para escribir mis letras me inspira todo; como las experiencias personales, porque le emoción por supuesto está presente. Creo que este disco habla de un amor sano, más terrenal, más de verdad, menos adolescente. Y hay canciones que hablan de ser mejor, que de eso se trata el amor sano. También hay canciones que hablan de lo que sucede en la calle con la visión de un chico de 25 años.
—¿A los 25 ya se sufre en el amor?—¡Desde los 12! (risas). Pero es muy banal, muy superficial, lo que pasa es que no depende de la edad que se tenga sino de cómo se viven las cosas. Creo que todos hemos sentido celos alguna vez o nos han hecho daño, todo va mutando a medida de que vamos creciendo. ¡Hasta he visto llorar a mi sobrino de ocho años por amor!
—¿Cómo se dio la participación de Ricky Martín en “Quimera”?—Es una canción que había compuesto para él y al final me la quedé yo. Cuando saqué las canciones que estaban guardadas en el cajón para este nuevo disco, la recuperé y obviamente como tenía muchas de las melodías pensadas para él, lo llamé y él muy generoso, vino. Nos conocemos desde hace tiempo. Ha marcado muy bien sus raíces puertorriqueñas tan presentes en este disco.
—¿Es cierto que a los 9 años, en un recital del Conservatorio de música estabas tocando Mozart en el piano y te equivocaste pero en vez de paralizarte, te inventaste el resto de la canción?—¡En el momento fue horrible, pero ahora es una anécdota divertida! Tenía 9 años y en el Conservatorio toda la gente te mete mucha presión, sobre todo en el ambiente de la música clásica. Me acuerdo que me subí al escenario, toqué la obra y me equivoqué, y en vez de parar, me inventé el resto de la obra. Y ahí mis padres dijeron: “¡Wow! Si es capaz de hacer esto con 9 años es porque realmente le apasiona, y le da igual si se equivoca, porque él lo que quería era divertirse”. Y me acuerdo que mi profesora me miró con la cara torcida. Me acuerdo que disfruté mucho, me bajé del escenario como diciendo: no importa la técnica sino la emoción con la que he tocado y que la he pasado bien, que para eso hacía piano, ¡para divertirme!
—¿Qué cosas cambiaron en vos desde el Pablo que se sentaba en su casa, grababa sus canciones y las subía a Youtube, al Pablo de hoy, que triunfa en el mundo y ya va por su cuarto disco?—Queda todo y no queda nada... La ilusión está siempre presente y más en este nuevo disco. El año pasado me vi envuelto en un cambio de compañía y de productor, y creo que es el mejor cambio que me ha pasado en mi vida porque significó una renovación de energía, de ilusiones y de ganas de trabajar. Y luego, quizás no me queda la idea de principiante. Creo que tengo mucho que aprender todavía, y no dejo de aprender cada día, pero ya sé a dónde quiero ir musicalmente. Y eso, al principio, no lo sabía. Era impulsivo, impaciente y me dejaba llevar. Y ahora sé a dónde quiero ir gracias a la gente que me ha rodeado, que llevan años en esto más que yo. Hay que saber delegar porque no se puede trabajar si no es en equipo.
—¿Cómo te ves de acá a 50 años?—No puedo estar pensando en eso porque sino no vivo el presente. Sería ideal vivir en el campo algún día, pero por ahora estoy muy relajado. No me complico la vida.
Fuente: La Capital.