Pablo Alborán (Málaga, 1989) está como un niño con zapatos nuevos con su cuarto disco de estudio, 'Prometo', su creación más personal y en la que ha arriesgado más con sonidos y géneros musicales muy distintos a los habituales en su repertorio anterior. Así que el próximo 27 de julio actuará en el festival Gijón Life (parque de los Hermanos Castro, 22 horas) con energías renovadas. Se declara feliz e ilusionado y se le nota, porque no para de reírse con ganas, después de hacer un parón de dos años en su carrera, en la que reconoce que hubo un momento en que llegó a agobiarse.
-¿Cómo se siente en su regreso a la carretera?
-Muy bien. Estoy sintiendo cosas distintas. Como si todo esto fuera un regalo de Reyes. Me subo al escenario y no me quiero bajar. Y también estoy muy nervioso porque estoy viviendo muchas cosas muy bonitas y no quiero que se acaben (Risas).
-¿No se coge vacaciones?
-De momento, no. De aquí a diciembre estaremos tocando sin parar. Aunque supongo que, entre concierto y concierto, tendremos algunos días libres y aprovecharé para estar con los míos, que para mí son las mejores vacaciones.
-Discos de oro, nominaciones a los Grammy... Ya lo llaman el Midas de la música española. ¿Cómo logra que el éxito no le aplaste?
-Los míos son precisamente los que hacen que siga con la cabeza sobre los hombros y los pies en el suelo, los que me recuerdan quién soy si es que alguna vez se me olvida.
-¿Qué queda de aquel canijo que empezó cantando con los flamencos de su barrio y al que llamaban 'El Blanco Moreno'?
-Está todo y, a la vez, no hay nada. Sé muy bien de dónde vengo y también lo saben todas esas personas que me han acompañado durante estos ocho años, un tiempo que también me ha dado un poquito de bagaje. Eso te hace volver a tener la misma ilusión que antes y a cantar como si fuera la primera vez.
-Aunque hubo un momento en el que necesitó frenar...
-Sí. Sentía que necesitaba estabilidad, volver a tomar tierra. Dejar de escribir en los aviones, los trenes y los hoteles y estar escribiendo en casa, tranquilamente.
-¿Le afectó todo el interés por su vida privada, por si se quitaba un lunar o se lo dejaba?
-(Ríe) Intento no darle mucha importancia a esas cosas, porque, si no, me volvería loco. Y me pasa lo mismo con la fórmula del éxito. Prefiero no saberla, porque, de lo contrario, me obsesionaría buscándola. Además, lo mío es la música y lo que intento es no desafinar. Esa es mi gran preocupación (Ríe). Y, aunque entiendo que hay gente que quiere saber cosas sobre mi vida, siempre está bien que quede un poco de misterio.
-¿El autor de baladones como 'Solamente tú', banda sonora de bodas y pedidas de mano, es tan romántico como parece?
-Hay que tener en cuenta que todas las canciones no hablan de mí, pero sí: me considero sensible, romántico y empático. Me gusta conectar con la gente y me afecta lo que sucede a mi alrededor. Ahora bien, detallista, detallista, de los de estar todo el día encima de su pareja, no soy. Me gusta la calma en las relaciones sentimentales y en todas las relaciones en general. Me parece un buen punto de partida.
-Pues, hace poco, tuvo un sobresalto cuando se filtró su número de móvil.
-(Risas) Sí. Esa fue mi amiga la Rosalía, que hizo un pantallazo de un mensaje mío, lo colgó en las redes y, en diez minutos, me entraron mil y pico llamadas. ¡No podía ni hablar con ella para decírselo! Tuve que cambiar de teléfono, pero todo se quedó en una anécdota. Rosalía es una niña maravillosa y me alegro muchísimo de todo lo bueno que le está pasando, que es solo el principio de algo muy grande.
-De chaval, hacía cola para ver a Estopa y hoy triunfa haciendo duetos con grandes como Carminho. ¿Le queda algún sueño musical por cumplir?
-Muchos. Muchísimos. Me encantaría hacer algo con Luis Miguel, que está ofreciendo una gira bestial, y con algún músico que sea completamente ajeno a lo que solemos escuchar aquí en España.
-¿En los jardines políticos de esta España nuestra se mete? He leído que anda desencantado...
-Los cambios siempre son positivos, pero los cambios de verdad, y yo creo que hay cosas que no van a cambiar jamás. Estoy desencantado en el sentido de que pongo la televisión, veo que uno roba y el otro también y pienso: «¡Ay, Dios mío! ¿Es que no queda nadie honrado en este país?». Pero bueno, yo tengo fe (Risas).
-Haga por una vez de uno de ellos: ¿qué nos promete para el concierto en Gijón?
-Prometo que me voy a dejar la piel, porque en Asturias tenemos muchos amigos, un público maravilloso y mucha de esa gente que siempre ha estado ahí. Además, cada vez que hemos estado en Gijón siempre ha sido mágico y todo el equipo tiene muchísimas ganas de volver. Nos decimos: «¡Ostras, que nos vamos a Gijón!». ¿Te acuerdas de la última vez?». Y te aseguro que eso no siempre pasa (Risas).
Fuente: El Comercio.