Las enzimas son un tipo de proteínas que ayudan a acelerar las reacciones químicas que tienen lugar en un organismo. Lo que podría llevar una gran cantidad de tiempo sin las enzimas gracias a ellas puede terminarse mucho antes. Poseen una importancia clave en el funcionamiento metabólico de todo tipo de seres vivos. Una de las características de las enzimas es que al ser sometidas a ciertos rangos de temperatura se “desnaturalizan” y pierden todas sus propiedades.
Cuando consumimos comida cocida estamos perdiendo casi el 100% de las enzimas que acompañan a cada alimento. Una de las razones por las que los que proponen la comida cruda (o raw food) se decantan por ese tipo de alimentos es la máxima conservación de enzimas que existen en los alimentos que no fueron cocinados. Una enorme cantidad de procesos digestivos y reacciones curativas en el organismo solo son posibles con el aporte enzimático de la comida cruda.
Las enzimas digestivas más importantes son la proteasa (que ayuda a degradar proteínas), la lipasa (degrada grasas) y la amilasa (se encarga de los hidratos de carbono). Solamente cuando ingerimos enzimas vivas (que no han sido desnaturalizadas) estamos contribuyendo al funcionamiento metabólico de nuestro organismo. El ingerir comida cocida demanda una actividad enzimática extra. No hay suficiente cantidad de proteasa, lipasa y amilasa para digerir la comida que consumimos, lo que redunda en diferentes problemas de salud (generando toxinas en diferentes órganos del cuerpo y acumulando desechos metabólicos improcesables). Algunos de los síntomas más comunes de déficit enzimático en nuestro cuerpo son los dolores de cabeza, el malestar gastrointestinal, la artritis, dolor de espalda, asma y problemas en el tracto nasal y la garganta, entre muchos otros. En la comida cruda se encuentra la cantidad suficiente de enzimas necesarias para metabolizar todo tipo de alimentos de forma adecuada.