Para mí, Praga ha sido mucho más que un viaje más en mi vida. Ha sido una gran experiencia que conforma toda una etapa de mi vida. Y es que 9 meses viviendo en dicha ciudad no es sólo un simple viaje…
La mayoría de la gente que va a visitar Praga suele hacerlo entre abril y septiembre. Es decir, en primavera y en verano, y si me apuras, también se ven bastantes turistas en otoño. Sin embargo, el invierno se queda sin visitantes, especialmente tras las semanas de Navidad. Es en los meses de enero y febrero cuando te encuentras con una Praga totalmente diferente.
Calles vacías, sin apenas turistas y con senderos excavados en la nieve para poder caminar. Una Praga fría, blanca y casi desértica, con un encanto especial que sólo los que hemos tenido la oportunidad de estar allí en esos meses han podido conocer.
No todo es bonito, ya que tras las nevadas iniciales, las calles se empiezan a llenar de una mezcla de nieve y tierra. Nieve sucia y que ensucia. No hay más que ver el aspecto que se queda en los tranvías y en los lugares públicos del mejunje de nieve y barro que se queda adherido a los zapatos y poco después se derrite.
Con razón existe la costumbre en estos países de descalzarse siempre que se entra en casa.
Pero aún así, Praga en invierno tenía algo que me encantaba. Este año estuvimos casi 2 meses con las calles nevadas y aunque al final todo el mundo se cansa de tanto frío y nieve, yo estuve disfrutando como un niño pequeño durante 3 semanas enteras. Nunca había estado tanto tiempo viviendo en un lugar nevado y fue toda una experiencia que nunca olvidaré.
Incluso en el día a día disfrutaba mucho cada vez que iba a la Universidad (Czech Technological University). Así era el campus de Dejvicka, en donde se hallaba tanto mi facultad como mi residencia:
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En esos meses, la noche llegaba muy pronto y a las 5 de la tarde ya oscurecía. Sin embargo, siempre he dicho que Praga de noche es aún más bonita que de día. La noche le da otro color a la ciudad, otra atmósfera que bajo sus luces tenues y amarillas le dan un aspecto mágico. Con la nieve, la ciudad nocturna brilla mucho más que de costumbre y el efecto es único:
nocturno
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No es una Praga ni mejor ni peor. Simplemente es una Praga diferente, con tanto encanto como la Praga veraniega, pero bajo un punto de vista distinto. Mi impresión tras haber pasado allí más de 9 meses es la de haber vivido dos ciudades diferentes: la Praga de verano y la Praga invernal.
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NOTA: Todas estas fotos están hechas por mí y se pueden copiar siempre y cuando se mencione la fuente y autor.