¿Eres un comedor selectivo?

Por Cristina Abad Cantero @ComiendoS
Hace unos días estuve en Teide Radio con Marlene Meneses y abordamos el tema de los comedores selectivos, un trastorno de la alimentación bastante desconocido pero más frecuente de lo que pensamos. Tanto es así, que en la actualización del Manual de Diagnóstico y Estadística de los trastornos mentales recientemente publicada (DMS V) ya aparece una categoría de enfermedad psiquiátrica en la que se puede englobar este comportamiento alimentario.
Quizás seas un comedor selectivo, o estás a punto de serlo, y piensas que son "manías o tuyas" o, sencillamente, no lo consideras un problema...
¿Quieres saber un poco más sobre este trastorno de la alimentación?
Stacey Irvine no daba importancia a su continuo y creciente cansancio hasta que empezó a tener dificultades para respirar y una crisis más grave de las habituales le hizo acudir al hospital. Los médicos quedaron asombrados cuando descubrieron que esta adolescente de 17 años se alimenta, desde que tenía dos años, únicamente a base de nuggets de pollo. Nunca ha probado las frutas, las verduras o los lácteos y asegura ser incapaz de introducir ningún alimento nuevo en su dieta aunque sus doctores le han advertido que, de seguir así, peligra su vida.
Sophie Ray tiene 19 años y desde los 11 sólo come pizza de tomate y queso, y sólo si está muy caliente. Sus problemas con la comida empezaron tras sufrir una gastroenteritis a los dos años que le llevó a ir rechazando cada vez más alimentos por miedo a enfermar de nuevo. Al llegar a los 11 años sólo se alimentaba de pizza y ahora que estudia en la Universidad, es capaz de estar todo el día sin comer si no encuentra este alimento. Como comprenderás, esto  le está causando graves problemas de salud y sus médicos le han advertido de su estado de desnutrición y de los peligros a los que se expone pero, aún así, no está dispuesta a cambiar.

S.Irvine, S.Ray y A. Forster (fotos de Caters, NTI y North News)


El caso de Andrew Forster es algo diferente, ya que fue a los 18 años cuando decidió comer sólo galletas porque la ingesta de cualquier otro alimento "le ponía muy nervioso". Andrew es chef y nunca prueba los alimentos que cocina pues dice que le sienta muy mal, pero al menos ya reconoce que tiene un problema que debe ser abordado desde el plano psicológico.
Cuando Marlene Meneses, presentadora de el programa El Balcón en Teide Radio, oyó hablar de este síndrome me llamó para que habláramos sobre él, ya que lo vio como un problema bastante desconocido que, aunque a veces podemos banalizar al catalogarlo como manías o rarezas, puede esconder un verdadero trastorno de la alimentación de consecuencias muy graves.
Los tres que hemos visto son casos extremos, ya que puede ser catalogado como comedor selectivo cualquiera que haya estado alimentándose exclusivamente a base de menos de 10 alimentos durante un periodo superior a dos años. Si se dan estas condiciones, es importante investigar sobre las causas que han llevado a ello para buscar soluciones antes de que las deficiencias nutricionales derivadas de este comportamiento anormal tengan consecuencias graves. En el caso de otros comedores selectivos, el problema está en que sólo son capaces de comer alimentos cuando se encuentran muy fríos o muy calientes, si son resistentes a la masticación  o por el contrario muy blandos, otros solo gustan de los alimentos crujientes,...
Los comedores selectivos no suelen presentar signos externos que indiquen que padecen este síndrome, por lo que el diagnóstico se hace difícil si no convives con él. Pueden tener reacciones físicas a la ingesta de alimentos nuevos como náuseas, vómitos o atragantamiento que lleven a pensar a los que les rodean que verdaderamente hay algo en ese alimento que les hace daño a nivel fisiológico y, en la mayoría de los casos,no tienen interés en cambiar sus hábitos alimenticios a pesar de las consecuencias físicas e incluso sociales (evitan cualquier tipo de reunión en la que tengan que comer) que acarrean.

El origen del problema


En cada caso el origen puede ser diferente, pero en todos ellos se genera una fobia hacia todos los alimentos excepto los seleccionados, generalmente desde la niñez. Todos hemos conocido niños que se niegan a comer nada más que sus alimentos favoritos, pero generalmente con la edad, y con una buena educación alimentaria, este comportamiento, que suele ser habitual entre los dos y seis años, va normalizándose para alivio de los padres. 
Pero a veces no es así, la situación se va prolongando en el tiempo y los cuidadores del niño adoptan posturas extremas como la más cómoda de dejarlo comer lo que quiera ("ya se le pasará", "se aburrirá de comer siempre lo mismo", "no tengo tiempo para esta lucha cada día", "cuanto más se lo diga será peor", "mejor que coma lo que le gusta a que no coma", ...) o la contraria y también contraproducente, obligarlo y presionarlo para comer otros alimentos ("hasta que no te comas todo no te levantas de la mesa", "quiero ver el plato limpio en cinco minutos", "no volverás a probar tu comida favorita", ...). Ambos comportamientos suelen tener el resultado contrario al que se desea; el niño se aferra aún más a los alimentos preferidos y se cierra a probar nada nuevo.
Es muy difícil saber en qué momento ese niño "caprichoso" se convierte en un verdadero comedor selectivo y por ello hay que educar a los pequeños en la forma de alimentarse desde la infancia y nunca darnos por vencidos con la excusa de que "ya cambiará con la edad". Dicen los expertos que un niño puede rechazar un alimento nuevo que le ofrezcamos hasta 10 veces antes de probarlos (sé lo que estáis pensando: estos expertos no se han encontrado con niños "persistentes de verdad" como los nuestros...), así que aconsejan no rendirse. Presentaciones atractivas de los platos de los pequeños o actividades que les acercarán al mundo de los alimentos, como crear con ellos un pequeño huerto urbano o animarlos a cocinar con nosotros ayudan enormemente a introducir todos los alimentos y hábitos que necesitan para una correcta nutrición.
Cuando no es así y la situación se prolonga, e incluso se agrava, hasta la edad adulta es cuando ya podemos catalogarlo como un trastorno de la alimentación equiparable en gravedad a la anorexia, bulimia, ortorexia (obsesión por comer sano) o vigorexia (obsesión por ganar masa muscular).

La solución


Tras el diagnóstico de un caso de síndrome de comedor selectivo, el papel de un psicólogo o de un psiquiatra en esencial para analizar las causas y determinar si el problema radica en una adicción hacia ciertos alimentos o si se trata de una conducta determinada por estrés, depresión o ansiedad. En el tratamiento será fundamental el papel del experto en nutrición que deberá tratar las deficiencias nutricionales que el síndrome haya causado en el paciente, así como reconducir la alimentación hacia unas pautas equilibradas y saludables que sepa mantener por el resto de su vida.
En mi consulta no me he encontrado aún con casos extremos como los que describimos al inicio de este artículo, pero sí con personas que se alimentaban a base de una corta lista de alimentos que nunca habían visto necesidad de ampliar. Esto suele ir acompañado con un rechazo irracional hacia muchos alimentos, y digo irracional simplemente porque eran alimentos que nunca habían probado y contra los que no tenían ningún prejuicio de tipo cultural o religioso, por lo que el negarse totalmente a probarlos estaba totalmente injustificado.
He tratado casos de adolescentes y jóvenes , casi siempre con problemas de exceso o falta de peso, que nunca habían probado alimentos comunes para casi todos nosotros como tomates, pimientos, champiñones, espinacas,... y que, con el paso de los meses, han conseguido llevar una alimentación completa y equilibrada y, lo que también es importante, aprendiendo a la par a disfrutar de sabores y texturas nuevas que hasta entonces se habían negado a probar.
Como ellos me dicen, no creían que su forma de alimentarse tuviera ningún problema grave y vinieron a la consulta con el fin de ganar o perder algunos kilos, pero se marchan con mucho más que un peso correcto; se marchan sabiendo más sobre cómo disfrutar con salud de la alimentación de cada día y, sobre todo, habiendo aprendido a desterrar de sus vidas, y no solo en el comer, ese refrán de "Más vale malo conocido...".
Mis chicos (como me gusta llamarles) ahora prefieren aplicar a su día a día lo que dijoVan Gogh: "¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?"

Primer y "arriesgado" descenso por las laderas del Teide (Tenerife, 1999)



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