Así, a partir de despojos urbanos, Erika inicia un ciclo de reutilización estética en el que cualquier elemento puede adquirir una belleza que no tuvo durante su vida útil. En total, 32 gelatinas de plata y 18 fotogramas de pequeño y mediano formato de su peculiar botín de invierno, con un interés en evocar, o reinterpretar, los esquemas del bodegón barroco, un periodo por el que Erika sabe moverse y del que ha rescatado esa contradicción que es la vida en las naturalezas muertas o cómo éstas sobreviven a las sombras que tienden a rodearlas. “Bodegones Berlineses” es, en el fondo, una historia de redención a través de un trabajo concienzudo, minucioso y en el que se ha puesto gran énfasis en los materiales, desde la Hasselblad 500 CM con la que se han tomado las fotografías a los distintos tipos de papel y película que las han inmortalizado en el plano físico. Un proceso que nos hace ver de otra forma al bodegón, un género que puede ir más allá del jarrón y las piezas de fruta.
Hasta el 10 de septiembre en la Galería 3 Punts (Barcelona)