Eritrofobia: Miedo al rubor facial

Por Psicologosmalaga @AnsiedadMalaga

¿Tu rubor facial te incapacita? ¿Has oído hablar de la eritrofobia?

“Ser profesora ha sido mi sueño desde pequeña. Sin embargo, el simple hecho de pensar o imaginar ponerme frente a un grupo de alumnos/as, atendiendo a cada una de mis palabras y observando cada uno de mis gestos, me produce tal grado de malestar y bloqueo que hasta el momento he sido incapaz de enfrentarme a la situación”.

“Siento un intenso calor que sube por todo mi cuerpo y noto como mis orejas, mis mejillas, mi frente e incluso mi cuello se van poniendo cada vez más rojos y, aunque puede variar en intensidad y duración, lo que más me apetece en ese momento es desaparecer, salir de ahí lo antes posible.

¿Te sientes identificado/a en alguna de estas situaciones?

Definición de eritrofobia

La eritrofobia (rubor facial) es un trastorno psicológico caracterizado por el miedo irracional a ruborizarse en público. También conocida como rubefacción patológica o miedo al rubor en situaciones sociales, genera un alto grado de inseguridad en las personas que la padecen. A su vez, esta inseguridad provoca un elevado estado de nerviosismo que, en algunas ocasiones, culmina en la evitación de ciertas situaciones, fruto de la exposición y vergüenza que la persona siente.

¿Cómo puedo saber si padezco eritrofobia (rubor facial)?

Un factor imprescindible a tener en cuenta cuando hablamos de esta fobia, es el hecho de que la persona le da importancia a lo que está ocurriendo en ese mismo momento; es decir, para ella realmente supone un problema su ruborización.

Síntomas de la eritrofobia

Una combinación de síntomas psicológicos y fisiológicos son los que se sienten ante la interpretación que la propia persona hace del  peligro que supone ponerse rojo/a ante una o varias personas con las que, por norma general, suele tener menos confianza (suele haber algunas excepciones):

  • Rubor facial (mejillas, orejas, cuello,etc).
  • Sudoración excesiva.
  • Temblores como consecuencia del aumento de la actividad muscular provocada a su vez por la ansiedad.
  • Problemas digestivos: gases, dolor de vientre e incluso náuseas en los casos más severos.
  • Pensamientos catastróficos; es decir, pensamientos negativos acerca de lo que les puede ocurrir si se ponen rojo.  Relacionados con la humillación y el rechazo.
  • Conductas de huida, deseo de alejarse cuanto antes de la situación que le ha desencadenado la ruborización.
  • Conductas de evitación; evitar situaciones similares y sobre todo, aquellas que sean novedosas e impliquen socializar, llegando incluso al aislamiento social.
  • No compartir con nadie esta preocupación: llega incluso a ocultarse a los familiares más directos.

¿Puedo evitar ponerme rojo/a?

Es difícil no sonreír ante la ternura e inocencia de un bebé, evitar entristecerse con la historia de un anciano, manejar los nervios previos a una entrevista de trabajo o un examen importante, no sonrojarse cuando sientes vergüenza ante un alago… En un principio, ninguna de estas respuestas emocionales dependerá de la interpretación consciente que hagamos de cada una de ellas, sino que estaríamos hablando, de reacciones que se producen de manera prácticamente automática, como respuesta a los diferentes estímulos que percibimos tanto dentro como fuera de nosotros.

El concepto que los demás tienen de mí

En las relaciones  con los otros, dentro de los diferentes ámbitos de nuestra vida (social, laboral, familiar, personal…), tenemos tendencia a analizar cada uno de los comportamientos, gestos y palabras que dicen o hacen las personas que nos rodean. El objetivo es intentar adivinar cuáles son sus pensamientos respecto a nosotros mismos y/o a nuestra actuación  para, a partir de ahí, interpretar y llegar a la conclusión de cuál es el concepto, juicio o idea que esa persona tiene sobre mi.

La probabilidad de que “lo que yo creo que el otro piensa de mí” y lo que “realmente el otro piensa de mí” coincida, es baja. Ya que, he llegado a esa conclusión a través de mis propias percepciones, interpretaciones y creencias, sustentadas en la mayoría de las ocasiones por: la falta de seguridad en mi mismo, el miedo a crear una mala impresión, lo que yo sienta que está en juego (lo importante que es para mí lo que pretendo conseguir) y la necesidad que sintamos de agradar a esa persona. En definitiva, nos centramos en hacer un análisis de nuestras carencias, es decir; de lo que me falta, lo que puedo mejorar y lo que no tendría que haber dicho o hecho. Dejando de lado la realidad de que, como cualquier persona, soy un conjunto de fortalezas y debilidades, quiero decir; una balanza que equilibra aspectos que puedo mejorar con otros que suelo desempeñar bastante bien.

 ¿Cuáles son las causas?

La causa del rubor facial es la afluencia de sangre a los capilares sanguíneos. La cara y el cuello son zonas de mayor vascularización por lo que, es más frecuente apreciar en ellas la afluencia de sangre. Es una realidad, que hay algunas personas en las que esta reacción natural del cuerpo, se aprecia de manera más llamativa. Se podría considerar este como un factor predisponente o precipitante a padecer dicha fobia aunque, no siempre tiene porque ser así.

La eritrofobia (rubor facial) estaría categorizada como un subgrupo dentro de lo que son las fobias sociales y, como ocurre en el resto de las fobias, la relación entre estas y los trastornos de ansiedad es muy estrecha. Cuando una persona padece una fobia como consecuencia de una experiencia subjetiva ante un estímulo o situación específica temida, genera una respuesta de miedo irracional que se manifiesta a través de síntomas de ansiedad.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad tiene una función adaptativa ya que, brinda a nuestro cuerpo información acerca de que algo está ocurriendo y como consecuencia, ofrece la posibilidad de emplear diversos recursos para poder hacer frente a la situación. Suele ser una respuesta del organismo caracterizada por  temor e inquietud que debe tenerse en cuenta de acuerdo a tres parámetros: intensidad, frecuencia y duración. En función de éstos, pueden o no, aparecer efectos adversos y la persona llegar a sentirla y vivirla como algo realmente negativo.

Síntomas de la ansiedad

La manifestación de la ansiedad suele aparecer a través de tres niveles de respuesta:

  • Nivel cognitivo. Se refiere a los pensamientos negativos que la propia persona tiene en relación al suceso, a su propia incapacidad para hacer frente a la situación y a la anticipación de otros acontecimientos de índole negativa.
  • Nivel fisiológico. Síntomas corporales frecuentes como: taquicardia, sudoración, tensión muscular, presión en el pecho, ritmo respiratorio acelerado acompañado de asfixia (hiperventilación), temblor de manos… Si este tipo de respuesta se mantiene en el tiempo, puede llegar a provocar otros problemas o patologías de tipo intestinal, dermatológico, cefálico, etc.
  • Nivel conductual. Refiriéndose a las conductas que pone en marcha la persona para intentar evitar o escapar de esta situación que genera malestar. En algunos casos, también se puede dar inmovilidad (quedar en estado de shock) e inquietud motora.

Llegados a este punto, y teniendo en cuenta lo expuesto, parece evidente el vínculo y la relación entre eritrofobia – fobia social – ansiedad. Por lo tanto, ¿Cómo podemos tratar la eritrofobia?

Tratamiento de la eritrofobia

Desde el punto de vista psicológico, partiríamos de que la principal dificultad es el «tratar de oponerse a lo que ocurre»; es decir, tratar de evitar ruborizarse. Suelo evitar aquello que temo pero, mientras más intento evitar, más atención estoy poniendo al estimulo o suceso evitado. Como consecuencia, lo que consigo es totalmente el efecto contrario al que deseo; es decir, aumento el síntoma en lugar de disminuirlo o conseguir que desaparezca. En este caso que nos compete, aumento el rubor. Por lo tanto, a mayor atención mayor rubor facial.

Teniendo en cuenta esto, lo que se “cura” en este caso no es el rubor facial si no, los síntomas de ansiedad que te provoca el hecho de “ponerte rojo/a”. Para ello, hay que aprender a usar la estrategia más eficaz: la aceptación.

El tratamiento psicológico de la eritrofobia conlleva una evaluación detenida sobre: diferentes síntomas que aparecen, situaciones en las que surge el rubor facial y reacciones que la persona tiene ante él; así como, conductas evitativas que el paciente ha estado usando hasta el momento. En este caso, el principal objetivo terapéutico sería aportar nuevos recursos que le faciliten la exposición a las situaciones temidas y que, le permitan aprender a manejar su ansiedad. Además, a nivel cognitivo, es necesario trabajar con el paciente la propia interpretación negativa sobre todos los  pensamientos  y creencias hacia la situación de sonrojo; así como, el significado que, bajo su propio criterio, este hecho (ruborizarse) tiene para los demás (carga social).

A modo de conclusión, me gustaría transmitir que, como ocurre con cualquier otra fobia, es posible superar la eritrofobia (rubor facial) a través de, la comprensión de las diferentes causas que generan este miedo infundado, desproporcionado e irracional que solo requiere de realidad, para poder ser superado.

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