No puedo reducir mi armario a 33 prendas. Mañana tengo que ir a cenar con los del trabajo. Me toca terminar este informe hoy... y por estar obligado a hacerlo, me siento estresada, agobiada, atrapada en mis tareas. No tengo otra opción.
¿En serio?
¿Cuál es la consecuencia si no cumples estas obligaciones? ¿Morirás? ¿Se acabará el mundo?La realidad es un poco más incómoda. No es que no tengas otra opción. Simplemente no existe ninguna opción igual de fácil. Tienes opciones alternativas, pero requieren tiempo, energía, explicaciones, cambios de hábitos, y quizás hasta críticas de los demás.
Lo que buscas es una opción fácil, segura y de acuerdo con tus aspiraciones. Una opción que no duela a corto plazo, aunque tenga sus ventajas a largo plazo. Vamos, que quieres la píldora mágica y un camino fácil sin obstáculos.
Que tan difíciles son las alternativas
Decir que no tienes ninguna opción es fácil, conveniente y socialmente aceptado. Sin embargo, si te pone de mal humor, te agobia o te genera estrés, quizás es el momento de contemplar las alternativas reales, aunque no sean tan fáciles.
Por un momento, imagínate que sí existen alternativas. ¿Cuáles serían?
Por un minuto, imagínate que sí puedes. ¿Cómo lo harías?
¿Y cuál sería el primer paso para acercarte a esta opción alternativa que hasta ahora no habías contemplada?
Es que no puedo... ¿o si?
No puedo reducir mi armario a 33 prendas. No puedo dejar de comer carne. No puedo levantarme a las 7h de la mañana.
Sí puedes sacar todo de tu armario y apartar lo que no has utilizado en un año. No hace falta que lo tires ahora. Guárdalo en una caja hasta que te sientas lista para el próximo paso.
Sí puedes apuntarte al lunes sin carne y comprometerte a buscar una receta alternativa para este día. Puedes convertir este día en tu lunes de calabaza, lunes de pizza o lunes de sushi si hace falta.
Sí puedes levantarte 15 min antes de lo normal durante toda una semana. Y después mover la hora del despertador otros 15 min, siempre que te vas a dormir más temprano.
Es que no puedes. O quizás sí que puedes - pasito a pasito.
Es que mañana tengo que... ¿o no?
Tengo que cenar con estas amigas. Tengo que terminar este informe. Tengo que terminar con mi lista de tareas.
O quizás puedes hablar con las amigas para cambiar la cena semanal a una cena mensual, ahora que tenéis hijos. A lo mejor ellas piensan lo mismo y nadie se atreve a tocar esta rutina.
O tal vez puedes aprovechar un informe anterior y solamente actualizar los datos. O puedes pedirle ayuda a una compañera.
Y a lo mejor existen tareas en tu lista que ya no son vigentes, que son opcionales o superfluas. Que hayas anotado algo hace tres semanas no significa que aún sea igual de importante.
Cuestión de lenguaje
Tengo que, me toca, no puedo... son palabras que esconden otra opción - quizás más difícil y definitivamente menos popular. Pero opciones las hay.
Haz lo o no lo hagas - la decisión es tuya (y no hay derecho a quejas).