Goteos · Sostenibilidad para Dummies, Pildorazos de Sostenibilidad 0 Comments
Llevar a la vida cotidiana los compromisos con la sostenibilidad. Es algo que cada vez mas personas hacen, cumpliendo diferentes hábitos, centrados en aspectos concretos vinculados a la movilidad, el consumo de alimentos o de ropa, el uso y generación de energía y, por suerte, muchas iniciativas mas.
Dentro de estas va tomando auge un estilo de vida sin residuos (o sin basura, no acabamos de encontrar la palabra adecuada para no usar Zero Waste), que busca consumir de una manera mas consciente y responsable, cuidar los artículos para alargar su vida en lugar del extendido usar y tirar, reparar aquellos que sufran pequeñas roturas y, al final de su vida útil, favorecer el adecuado tratamiento de los residuos generados para lograr que vuelvan a formar parte de la cadena de suministro.
Hace algo mas de un año ya trajimos a Te Hago Eco un ejemplo de este estilo de vida, el que desarrolla Lauren Singer, que ha conseguido guardar toda la basura que ha generado durante 3 años en un frasco gracias a un estilo de vida basado en la sostenibilidad y que comparte con el mundo a través de Internet, a través de su blog 'Trash is for tossers',
A priori, plantear este estilo de vida nos parecía algo ambicioso y que pudiera ser casi imposible de encajar con muchos de nuestros hábitos, sin embargo, reflexiones como estas sobre las trampas del residuo cero de las que nadie te habla que publicó este blog de Cualquier Cosita es Cariño, nos cambió la perspectiva en muchos aspectos a la vez que nos enfrentó a la dura realidad de nuestro entorno en otros.
Empezando por minimizar: compra con consciencia.
Este proceso debería comenzar por tomar decisiones en primera persona, es decir, por repensar nuestro modo de consumo y hacerlo mas coherente con el objetivo que perseguimos: reducir los residuos que generamos.
Cualquiera que intenta llevar un modo de vida con menor impacto en la sostenibilidad sabe que las principales decisiones a las que se enfrenta de manera diaria son las que surgen a la hora de comprar, donde no se trata sólo de elegir, sino que muchas veces esa elección no es fácil por la falta de oferta o la disparidad de criterios que puedes seguir. Aunque en este caso está claro, prescindir de envoltorios y preferir envases que puedan ser recuperados dentro de un sistema integrado de gestión y a su vez sea mas fácil reciclar el mismo, por ejemplo envases de cristal frente a envases de plástico y dentro de estos últimos, mejor los de un sólo compuesto frente a los que mezclan varios tipos de plástico, metal, cartón, etc.
Por supuesto, lo ideal sería usar envases que fueran recuperables, pero seguro que sois conocedores de la polémica en torno a la implantación del SDDR y hace ya años que dejó de ser habitual tener que " devolver el casco " cuando compramos una gaseosa, una cerveza o vino.
Reutilizar, de uno a miles de usos
Tras una compra crítica, y una vez completado el uso del producto en cuestión, la segunda cuestión es tratar de reutilizar aquellos artículos que sea posible. En los últimos años se ha venido a llamar upcycling esa capacidad de reutilizar artículos o materiales que a priori iban camino del contenedor para elaborar otros objetos. De hecho, es llamativo que si hacemos la búsqueda en , sólo en castellano, aparecen mas vídeos que muestran como reutilizar residuos y construir a partir de estos otros elementos que aquellos que explican cómo separar adecuadamente los residuos (aunque ahora llegaremos a esta otra parte).
Es importante trasladar esta filosofía al uso de envases y bolsas, una de las actividades a través de la que mayor cantidad de plástico desechamos y donde la adopción de hábitos diarios puede tener mayor impacto, pero sin llegar a hacer de casa un almacén de bolsas y recipientes. Prueba a ver donde puedes llevar recipientes para que te entreguen la comida sin necesidad de llevar uno nuevo.
Asimismo, en los últimos años, el fenómeno de la obsolescencia programada ha puesto en jaque esta capacidad de reutilización. De entrada porque reduce la vida útil de muchos productos además de dificultar su reparación o encontrar piezas de repuesto en el caso de aparatos complejos. Y claro, ni sabemos qué hacer con muchos de los objetos ni damos abasto a reutilizarlos para un segundo o tercer uso diferentes.
Frente a esta tendencia, la aparición de objetos diseñados específicamente para poder ser reparados e intercambiar piezas deterioradas, como ocurre con Fairphone, un teléfono que es modular, sin duda ayuda a minimizar la cantidad de residuos que finalmente se generan, que es lo que perseguimos.
Freno al desperdicio
Especialmente en lo relativo al consumo de comida y ropa, es importante frenar el desperdicio. Algunas guías como Buen Aprovecho del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente van esta línea, intentando que España mejore ese séptimo puesto en el ranking mundial de toneladas de comida desperdiciadas anualmente, cifradas en 7'7.
Con la ropa pasa algo similar, atentos a la imagen:
La etiqueta Fast Fashion mas bien debería ser Trash Fashion a tenor de la generación de residuos, junto con otros muchos impactos ambientales y sociales, que va asociada al consumo de ropa en nuestra sociedad. Un mejor uso de la misma es clave para reducir la cantidad de residuos que generamos cotidianamente.
Reciclar, el gran problema
Y llegamos a la clave, al menos desde nuestro punto de vista. Un estilo de vida sin residuos se basa de manera importante en minimizar la generación de residuos a través de un estilo de vida y una serie de decisiones que comienzan con nuestros hábitos de consumo, continúan con el uso que damos a los diferentes artículos y recursos y culmina con nuestra decision de reemplazarlo o desecharlo porque no podemos seguir haciendo uso de los mismos o los hemos consumido.
Pero llegamos a la parte clave, se supone que dado que queremos evitar la generación de residuos y de acuerdo con el modelo de Economía Circular, aquello que incorporemos a nuevos ciclos de procesado para extraer materias primas o subproductos que puedan ser usados para la fabricación de nuevos productos no se debería considerar un residuo.
De esta forma, cuando reciclamos parte de nuestros residuos y depositamos en el contenedor indicado, adecuadamente clasificada, nuestra basura, esta no "computa" como residuo. Por lo que a este cómputo deberíamos restar la ropa que depositamos en contenedores destinados a su reutilización, el papel que depositamos en el contenedor azul, el vidrio que llevamos hasta el iglú de Ecovidrio o los envases que dejamos en el contenedor amarillo.
¿Qué nos quedaría entonces? Pues va a depender de diferentes factores, como el lugar geográfico, hasta qué grado de exhaustividad es nuestra separación de residuos o nuestro compromiso por facilitar su adecuado tratamiento, entre otros. En aquellas ciudades y regiones donde se ha implantado el contenedor marrón, destinado a la recogida de materia orgánica, podríamos separar esta y restarla del cómputo. Aquellos que tengan un punto limpio cercano, podrán llevar pequeños aparatos eléctricos y otros materiales como CD/DVDs usados, luminarias o algunos envases, baterías o los cartuchos de tinta (si no optas por su reutilización).
De esta forma, puede que según la zona geográfica, el volumen de residuos no reciclables incluya materia orgánica, pequeños residuos urbanos incluso peligrosos y por supuesto un montón de restos plásticos de embalajes, restos de utensilios, etc que recordamos que no deben ir al contenedor de envases, puesto que este no es un contenedor " para plásticos " aunque si eres manitas, igual has encontrado un nuevo uso para muchos de ellos.
Llegados a este punto y con unos hábitos comprometidos, la generación de residuos puede reducirse de manera sustancial, aunque es difícil llegar a los niveles que muestran algunos de esos proyectos de vida Zero Waste. Está claro que la responsabilidad ahora se habrá trasladado a los diferentes gestores de residuos, que deben ser los que aseguren que los mismos se reciclen correctamente y tengan un segundo o sucesivos nuevos usos. En el caso de Ecovidrio, el vidrio recuperado se vuelve a usar para la fabricación de nuevos envases, de forma que la tasa de reciclado en España, que alcanza en la actualidad el 69,7%, según los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) y una estimación de la tasa de reciclado en 2016 del 73% . O lo que es lo mismo, 7 de cada 10 envases reciclados pasan por la gestión de Ecovidrio. Por tanto el reto está en hacer llegar los envases de vidrio hasta el iglú, es decir, en la responsabilidad individual. Habría que conocer estos mismos datos para los envases, la materia orgánica en caso de recogerse de manera separada, el papel/cartón o los RAEE (esos pequeños residuos electrónicos de origen doméstico) quizás aquí es donde aparecen las principales sombras del estilo de vida sin residuos, que al final se centra mucho en la responsabilidad individual pero acaba delegando en los sistemas de gestión sin ahondar en el correcto funcionamiento de los mismos y el cumplimiento de los objetivos de reciclado para cada material.
Creamos y hablamos de sostenibilidad Blog corporativo de la empresa social Sostenibilidad a Medida¿Quiere decir esto que no veamos positivo un estilo de vida sin residuos? En ningún caso, sin ser rotundos, no se trata de adoptar unos hábitos de vida reñidos con la correcta alimentación y vestido y un confort adecuados, pero si es cierto que debe comenzar por replantearnos nuestros hábitos individuales, hacerlos mas conscientes y alineados con la sostenibilidad, pero continuar con el escrutinio de cómo funcionan los sistemas de gestión y contribuir a su mejor funcionamiento y el cumplimiento de los objetivos. Y se trata de colaborar en el depósito de residuos y ser críticos en lo que a su eficiencia y eficacia se refiere. ¿y tú cómo lo ves?