- Mira hacia otro lado.
- ... no tiene sentido, el panorama se extiende hasta donde alcanza la vista, por todo el horizonte...
- Cierra los ojos.
- ... no tiene sentido, continúo viendo a través de la piel.
Me duelen estas calles que fluyen eternas, crepusculares; cautivas entre filas de pétreas máscaras de lepra carcomida y untadas de un falso afeite como acuosa excreta de aves... Se pierden, a lo lejos, en un escorzo simple, flanqueadas en monótono ritmo y sucesión de cruces; partidas, polvorientas, revolcándose en lodo y estiércol fresco... Me duelen estas calles donde sopla un viento fiero que arrastra cosas y gentes, ideas y muchedumbre de recuerdos... Todo se coagula... Y mi dolor aumenta frente a cada máscara: rígidas, de ojos y bocas mustias, que engullen y vomitan a la acera sombras a veces un tanto de colores...
... En cada esquina y vuelta tropiezo con pesadas fuentes de una esperanza estancada; en avance y retorno se amontonan los espacios, extraviados en el anhelo de la huida... Hacia atrás, las calles se deslizan sobre una película de tiempo y arrastran, trepidante, un futuro en avalancha de polvo, ruedecillas, cuerdas y chasis de relojes rotos...
... Me muevo en pantomima; las calles me superan en ambos sentidos, rozan las suelas de mis zapatos y siguen de largo... por ELLAS no voy a sitio alguno...
(Güantánamo, 7º Lunes de la única semana repetida sin cesar en un año interminable... o un domingo cualquiera, qué más da?!...)