Seamos claros, a fin de cuentas importa poco o nada que uno de los muchos candidatos que postulan al Congreso de la República sean auténticos cañetanos o procedentes del norte chico de la Región Lima. Esa premisa tiene más de absurdo que de razonable, pues alegar que un parlamentario legislará a favor de una sola provincia resulta un argumento irresponsable, falaz y propio de un comunicador ordinario e iletrado que ignora la normativa establecida, que carece de capacidad de análisis y de observación exhaustiva del panorama político actual, completamente distinto al parecer de un ciudadano preocupado por el futuro del país.
Los congresistas representan a una región más no a una sola provincia, y aún así sus proyectos de ley deben ser generados con una proyección de país, de interés nacional. Y para esto es necesario una persona capaz, alguien con carácter, un intelectual, un profesional con experiencia, un técnico comprometido con la causa local, un tipo de verbo fluido y persuasivo. O sea un ser inexistente. Porque no hay un solo candidato que reúna estas exigencias. A lo mucho aspiramos a empresarios con grandes recursos económicos y un criterio piraña, o a emprendedores ignorantes y analfabetos que no llegan a terminar una frase bien dicha. Eso es lo que hay. La pregunta sería si queremos a un representante mediocre ofreciendo un discurso torpe y estúpido en el Parlamento, y que su participación sea la comidilla en el país entero? O tal vez a un presunto técnico que en realidad es un verdadero delincuente participando en un partido de delincuentes?Puede que sea muy problemático para muchos que en las elecciones del 10 de abril no se logre la consigna de elegir a un representante originario de nuestro pueblo, y que al darse cuenta de este suceso inminente, sean los hombres de prensa los primeros y más interesados en promover una campaña chauvinista para que a toda costa se lleve al Congreso a un aspirante denominando "ciudadano auténtico" o "buena gente", como si esa fuera una condición suficiente y substancial para que los intereses de una provincia sean garantizados y sus derechos respetados y defendidos desde el Hemiciclo Nacional. Grave error, señores.Es precisamente ese pensamiento pueblerino y provinciano el que nos ha hecho reincidir en el mismo yerro cada cinco años, porque nadie tiene claro el prospecto ideal de un candidato que reúna todas las características para representar a una jurisdicción, y cada quien toma su propio derrotero sin anteponer lo que tanto pregonan y dicen defender. Por el contrario, cada uno se aferra tontamente a apreciaciones sesgadas y extremadamente subjetivas para justificar su estupidez y el apoyo a tal o cual personaje.Algunos deciden brindar su voto a favor de tal sujeto porque aquel individuo tiene cara de ser buena gente y cuyo verbo y léxico es tan empobrecido como ellos mismos, sintiendo familiaridad con tal postulante por tener algo en común. Otros simplemente deciden su voto por presión social o del entorno más cercano: esto pasa sobre todo en un sector de la juventud que sufragará por primera vez y que al no tener la más mínima idea de quiénes postulan y qué proponen, preguntan al amigo de al lado y de esa forma deciden. Por otro lado, hay a quienes no les importa lo que suceda luego de la contienda electoral, estos ya no quieren saber nada de la política y son generalmente aquellos que s reciben una prenda o una gorra con los símbolos de un partido y el número de algún candidato se la ponen y la lucen en el cuerpo, pero que aún así no recuerdan quién les entregó tal regalo propio de una campaña política. Y por último, está ese sector que, según las consideraciones del autor de estas líneas, va en aumento, y que son aquellos ciudadanos inteligentes y conscientes que se detienen ante alguna información o anuncio publicitario, la analizan, la cuestionan y la comparten. Estos últimos forman casi el 40% del electorado, lo que genera esperanza, optimismo y una idea más clara de lo que se viene (Sansón Carrasco)