La esclerodermia es una enfermedad del tejido conectivo que afecta esencialmente a la piel y forma un conjunto de síndromes que tiene como característica común la induración y el engrosamiento cutáneo.
Esta patología se desarrolla por un depósito excesivo de los componentes del tejido conjuntivo, expresado en forma de fibrosis tisular, y por alteraciones estructurales del lecho vascular. Afecta piel y muchos otros órganos del cuerpo como pulmón, tubo digestivo, corazón y riñón.
Tres serían las causas de esta enfermedad aunque aún no hay evidencias confirmadas, intervendrían causas vasculares, inmunológicas y vinculadas con la síntesis de colágeno.
Es una enfermedad rara y poco frecuente que predomina en mujeres, siendo la edad media de comienzo los 40 años. El inicio suele ser insidioso y en forma de dolores generalizados, rigidez, fatigabilidad, y/o pérdida de peso. A su vez cada persona es diferente respecto al número y gravedad de los síntomas.
Su diagnóstico puede ser muy difícil ya que sus síntomas pueden coincidir con muchas otras enfermedades y no puede diagnosticarse mediante una única prueba, existen los llamados anticuerpos antinucleares para aproximar al diagnóstico.
La manifestación cutánea es la más evidente de todos los síntomas, esta presenta induración, textura dura, hay imposibilidad de pellizcarla, no presenta arrugas y hay pérdida de pliegues cutáneos.
Hay una gran variedad de tratamientos y medicaciones que se han ido probando a lo largo de los años y constantemente se sigue investigando sobre estos. Se debe consultar a médicos especialistas en esclerodermia, más precisamente un reumatólogo, para empezar un tratamiento ante esta enfermedad.
Así mismo la esclerodermia tiene periodos donde hay más síntomas que en otros momentos y la evolución es fluctuante.