La situación actual de los médicos en la AP española analizada en el documento de la CESM sobre el ejercicio de la medicina en este nivel apunta como escollos la sobrecarga asistencial, la gestión y las condiciones laborales.
Sobrecarga asistencial, alimentada por el exceso de demanda anodina, fomentada desde el punto de vista del usuario por la multitud de tipos de campañas preventivas, algunas de ellas sin sentido, que conlleva aumento de servicios que no se acompañan de la correspondiente cuantía económica ni de la oportuna capacidad resolutiva, con lo que el usuario entra en un circulo vicioso que retroalimenta las listas de espera, tanto por la necesidad de derivación a otros niveles como por la “recitación” en el propio médico de familia, en tanto en cuanto no se formaliza la visita a otro especialista, y todo ello sin incremento presupuestario como se pone de manifiesto en el análisis previo de la Estrategia APXXI.
Así, atención primaria, está (se supone) dimensionada para unas necesidades que se quedan obsoletas antes de ser implementadas, los profesionales, las consultas, el tiempo de dedicación…etc. son absolutamente elásticos, incluyéndose paulatinamente mas servicios, urgencias, trámites burocráticos … “todo cabe en la bolsa” de primaria porque es la puerta de entrada, poco importa que la puerta se comporte como un embudo, poco importa que todos los estudios y experiencias previas demuestren, con números, que un país con una atención primaria bien dimensionada y resolutiva sea mas eficiente., poco importa, porque a pesar de los pesares, los indicadores de satisfacción de los usuarios con el primer nivel son difícilmente mejorables, poco importa porque esto, lejos de suponer un incentivo para gestores y profesionales se transforma en algo que no precisa atención porque funciona solo.
La sobrecarga asistencial desde el punto de vista del profesional se escenifica por la limitación de la cobertura de las ausencias y vacantes, por la absurda necesidad de acudir al médico de familia para derivaciones a matrona, ginecólogo, tocólogo, dentista en ocasiones… por la absurda necesidad (orientada desde las unidades de atención al paciente) de volver a obtener el “salvoconducto” que trasforma en primera visita, lo que no son, sino revisiones a criterio de otro profesional, autoconcertadas y encubiertas en la vorágine de las estadísticas del sistema sanitario, por la cicatería a la hora de obtener recetas, partes de incapacidad laboral y certificados de cualquier cosa, en los que no se ha conseguido la oportuna trasformación de los “papeles” diseñados bajo el punto de vista de la limitación o contención del uso de recursos, y suma y sigue.