No basta con estar bien situado en una o en varias de esas parcelas, hay que estarlo en todas y en cada una de ellas, de manera armonizada. Los escritores, en general, saben construir el producto, pueden dar un precio razonable si prescinden de los intermediarios y tienen remedios para distribuirlo a través de la web, las nuevas tecnologías se lo permiten. Tres de las condiciones se han observado, pero no la última —la difusión del libro, la promoción del autor—, sin la cual no hay venta posible.Hasta no hace mucho tiempo, el responsable de esa labor era el editor, a través de sus relaciones con los medios de comunicación, cuyas secciones de cultura acaparaban las novedades que iban apareciendo en el mercado. Hoy la influencia de los medios sobre el gran público se ha reducido y han surgido otras fuentes de información que nutren a los cada vez más numerosos lectores de la era digital.Pues bien, el autor de talento que ha escrito una novela, un libro de cuentos, un ensayo, una biografía —los poetas lo tienen más difícil— ha de tener muy claro que la propaganda ha sido siempre el factor fundamental que ha definido el éxito de cualquier producto de consumo nuevo —como es el libro— que sale al mercado, incluso por encima de su valor literario. No hay más que echar un vistazo a lo que publican las editoriales de siempre para comprobarlo.Y en este nuevo contexto, como esa labor ya no lo hace el editor, el único que le puede sustituir es el propio autor. En el modelo nuevo, si un escritor quiere triunfar, ha de ser “un poco empresario” y dedicar su tiempo y su dinero a quehaceres más prosaicos que el mero ejercicio narrativo. Y como esos dos oficios son contrapuestos —tanto por actitud como por aptitud—, el desenlace no se ha hecho esperar: autores competentes, que saben contar historias, nunca serán conocidos, sus libros se pudrirán en el sótano de cualquier librería. Y lo que es peor todavía, el espacio que ellos han dejado ha sido ocupado por escritores ingeniosos que, con un discurso populista, han sabido descubrir la receta. La sociedad ha salido perdiendo.Y sin embargo, la solución no es tan compleja, las nuevas tecnologías acuden de nuevo en nuestro auxilio. En Internet, hay numerosos artículos que aconsejan sobre lo que hay que hacer antes de lanzar un libro al mercado. Con poco dinero, se puede organizar una campaña de publicidad, utilizando las herramientas que te proporciona la web, para llegar a ese público perspicaz que anhela respirar de nuevo aire fresco.Por suerte, empiezan a surgir en el panorama literario consultores externos que ofrecen ese servicio. Ya sólo falta que el escritor se percate de su importancia, para que él se desvincule de esa tarea y dedique todo su tiempo a lo que es su máxima aspiración: escribir.- See more at: http://serescritor.com/escritores-que-no-venden/?utm_campaign=articulo-275&utm_medium=email&utm_source=acumbamail#sthash.C0ifOxCp.dpuf
Artículo de Manu de Ordoñana