“Escuela sin wifi” enseña las alternativas seguras a esta tecnología

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Cada escolar sufre día tras día a las radiaciones de las redes wifi de los colegios, lugares donde nuestros hijos e hijas pasan más de seis horas por jornada, semana tras semana, durante al menos nueve meses cada año. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado los campos electromagnéticos de alta frecuencia (entre ellos el wifi) como posibles cancerígenos tipo 2B. El Consejo de Europa, en su resolución 1815, reconoce los riesgos de este tipo de campos electromagnéticos y recomienda a los gobiernos que tomen medidas para reducir la exposición de niños y jóvenes a este tipo de radiaciones.

También solicita que se desarrollen campañas de información para profesores, padres y alumnos “para advertirles de los riesgos específicos del uso precoz, indiscriminado y prolongado” de este tipo de dispositivos. Nada de esto se está haciendo. Por eso, ante la falta de acción de los poderes públicos, el colectivo Escuela sin wifi recoge ahora el guante lanzado por el Consejo de Europa y pone en marcha una ambiciosa campaña para informar y concienciar a padres, alumnos y profesores de los peligros del wifi.

Esta campaña comprende, entre otras acciones, cursos específicos para profesores de Primaria y Secundaria sobre los campos electromagnéticos, sus riesgos y cómo prevenirlos y talleres prácticos sobre el uso inteligente de las nuevas tecnologías para alumnos de Secundaria, que son quienes utilizan más este tipo de dispositivos. Además, la Fundación Vivo Sano -con la que los lectores del blog sabéis que estamos organizando la I Jornada La Salud que viene- anunciará su programa de becas para financiar la formación del personal docente de las escuelas.

En una ocasión tuve la oportunidad de ver una demostración práctica de los niveles de emisión de un router wifi y un ordenador portátil conectado a él de manera inalámbrica. Constaté cómo, mediante un medidor de campos electromagnéticos de alta frecuencia, los niveles de densidad de potencia registrados llegan a superar en más de 10 veces las recomendaciones científicas de la Convención de Salzburgo o el Informe Bioinitiative.