Esculturas habitables

Por Federicogbarba
Pabellón Driftwood. Danecia Sibingo, alumna de la Architectural Association. Londres, 2009

En una entrevista aparecida hace unos meses en un periódico nacional, el conocido escultor estadounidense Richard Serra rechazaba una posible conexión entre arquitectura y escultura. Es más, la entrevistadora extendía el alcance de sus palabras al interpretar que por ello la arquitectura no sería de una expresión artística en cualquier caso.
Decía Serra en aquella ocasión: Mi escultura trata sobre el tiempo, el espacio y el movimiento de la persona, no es solo un objeto. Un arquitecto hace cosas funcionales y útiles. Un escultor hace cosas que son, por definición, inútiles en cuanto a su propósito. ¿Es que alguien cree que Miguel Ángel, Giacometti o Brancussi hicieron lo mismo que Mies van der Rohe o Frank Gehry? ¡No! ¡Es absurdo!

<---Se podría interpretar que las palabras del escultor revelan un cierto resentimiento hacia la arquitectura. Pero cabría también revertir esa actitud despreciativa si considerásemos que gran parte de su trabajo podría ligarse, por el contrario, a una íntima y secreta admiración hacia el trabajo de los arquitectos. Su constante referencia al orden, el peso, la repetición y serialización de elementos son claramente estrategias artísticas que tienen una relación directa con la arquitectura. Las propuestas escultóricas de Serra son una investigación que entronca directamente con el movimiento minimalista y que, tal como expondría Rosalind Kraus en Passages in modern sculture, concierne a ciertos elementos, piezas estandarizadas , que resisten a la manipulación:
La idea de que ciertos materiales que usa el artista no fueron preparados por él sino que tendrían otro uso previsto socialmente, construir edificios por ejemplo, les daría cierta opacidad. Será difícil interpretarlos de una manera ilusoria o verlos como alusiones a una vida interna de la forma (que puede ser roca erosionada o tallada en un contexto escultural que aludiría a fuerzas biológica interiores) Por el contrario, permanecen obstinadamente externos, como objetos de uso frente a su consideración como vehículos para la expresión.

Lo cierto es que el trasvase entre las distintas experiencias que se relacionan con el arte, ha sido una constante a lo largo de la historia de la cultura occidental. ¿Quién sería capaz de determinar si un personaje tan polifacético como Miguel Ángel era antes escultor que pintor o arquitecto? Si consideramos tanto los frescos de la Capilla Sixtina como el David o el espacio de acceso a la biblioteca Laurentziana, habría que concluir que practicó con éxito todas esas variantes artísticas y, a veces, de una manera simultánea.
Determinados genios han sido capaces de expresarse a través de múltiples lenguajes y no por ello dejar de producir espacios y obras extraordinarias. La arquitectura y la escultura son dos quehaceres intelectuales que comparten un hecho fundamental, el manejo del espacio. Sin embargo, tal y como señala Serra, en el caso de la arquitectura se añade también el deber de la utilidad y la funcionalidad.
Doble torsión elíptica. Richard Serra, 1998
---> <---Para completar el marco de la definición anterior habría que señalar que la arquitectura para ser útil colectivamente debe responder al principio de economía y a la posibilidad de que los espacios puedan construirse de una manera razonable y duradera más allá de los dibujos y representaciones imaginados. En estos tiempos en los que lo visual ejerce una dictadura implacable, las meras ensoñaciones de enfebrecidos artistas han adquirido un protagonismo en el que se confunde la arquitectura de calidad con la producción de espacios descoyuntados y espectaculares más propios de la investigación espacial abstracta. Para mí, el problema se suscita cuando la arquitectura se contempla exclusivamente como una mera especulación formal y espacial, imponiéndose así el reconocimiento de simples esculturas como obras que representan a la arquitectura más avanzada. Quizás, lo más sorprendente sea la absurda veneración en los ámbitos académicos respecto a determinadas actitudes profesionales que ignoran radicalmente los aspectos prácticos que son inseparables a los edificios. Hoy en día, en la enseñanza de la arquitectura, tanto referida a los estudiantes como a los propios enseñantes, se presentan como ejemplos a reproducir, multitud de edificios que difícilmente pueden considerarse como funcionalmente apropiados para el uso previsto. Más allá de los aspectos icónicos, la arquitectura se ha convertido en un pozo sin fondo que consume recursos ingentes en la producción de elementos esculturales que contribuyen a la generación de un continuo espectáculo que nada tiene que ver con la cultura propia de los lugares concretos. Viene a cuento esto con la proliferación de tanta obra rimbombante que invade nuestro entorno, edificios relacionados con marcas arquitectónicas reconocibles o no que continuamente agregan a las ciudades toda una pléyade de aparatosos iconos esculturales. En un mundo en competencia, la planificación y crecimiento del atractivo turístico de las ciudades como marcas de referencia ha llevado a que se utilicen, en algunos casos, estos elementos como herramientas dentro de estrategias de posicionamiento global. El refuerzo de algunos territorios con un riquísimo capital acumulado, se evidencia en el apoyo a actividades culturales de vanguardia como un componente que acrecienta aún más el acelerado proceso de concentración del capital y la opulencia en unos pocos y cada vez más escogidos lugares del planeta. En esos sitios, como ocurre en París, Nueva York, Roma, etc., la estrategia de crecimiento y desarrollo urbano tiene muy en cuenta el atractivo que los productos culturales producen en nuestros días y, más concretamente, todo aquello que suponga extravagancia, novedad o entretenimiento.

Oficina de información turística junto a la catedral de San Pablo. Londres, 2009

Es el caso de la ciudad de Londres que, desde hace algunas décadas, apuesta por su expansión como centro cosmopolita de referencia en el ámbito de lo más culturalmente novedoso. Allí, se prodigan múltiples acontecimientos y numerosas instituciones que, con un potente apoyo económico público y privado, contribuyen al desarrollo de este atractivo efímero que se relaciona con exposiciones y, más recientemente, con instalaciones urbanas temporales.
Un ejemplo de lo anterior, es el caso de la Serpentine Gallery, en el céntrico Hyde Park, que cada año organiza la construcción de un pabellón temporal, diseñado por un arquitecto reconocido internacionalmente. En este espacio público han intervenido profesionales tan celebrados como Rem Koolhaas, Toyo Ito y Frank Gehry; cada uno de ellos ha proyectado un espacio cada verano desde hace más de una década. En esta ocasión, le ha tocado el turno al dúo japonés SANAA (Kazuyo Sejima y Ryu Nishizawa a los que me he referido recientemente), que ha planteado un sutil ejercicio formal consistente en una fina lámina de forma ameboidea que se despliega superficialmente como una especie de nube plana a una altura variable sobre el césped colindante.

Serpentine Gallery Pavillion. Kazuyo Sejima y Ryu Nishizawa, arquitectos. Hyde Park, Londres, verano de 2009

El principal material empleado para el pabellón de SANAA es el acero inoxidable pulido, que define la textura general de la cubierta como una especie de espejo reflectante, que genera unos reflejos muy sugerentes de los elementos vegetales próximos y establece una distorsión del paisaje en la que se confunde lo real con lo proyectado.
La escondida y ligerísima estructura que forma la cubierta de escasos tres centímetros se apoya en unos reducidos pilares circulares de acero inoxidable bruñido. Su mínimo tamaño y disposición irregular incentivan su desaparición visual creando la ilusión de una ligera superficie flotante.
Esta follie de SANAA ha tenido un éxito extraordinario de público, organizándose autenticas peregrinaciones para su visita, en combinación con las exposiciones que alberga la propia Serpentine Gallery. De una manera informal, se ha dispuesto un recinto bajo la cubierta, destinado a cafetería con una pequeña barra protegida por una lamina de metacrilato que mantiene la transparencia general.

Una idea sugerente que juega con las escalas y hace las delicias de grandes y pequeñas. Lástima que cuando llueve tiene goteras. Debe ser un problema que persigue a muchos arquitectos.
Otro ejemplo de ensayo espacial –yo diría más bien curiosidad con pretensiones arquitectónicas, se ha situado en Bedford Square en la misma ciudad. Justo enfrente de una de las más famosas escuelas de arquitectura, Architectural Association. Consiste en una propuesta conceptual preparada para la Intermediate Unit 2 como trabajo de curso, que ha sido elegida para ser llevada a la realidad durante el verano de 2009.

Pabellón Driftwood, Architectural Association. Bedford Sq. Londres, 2009

El equipo liderado por la alumna Danecia Sibingo ha construido finalmente este pequeño recinto denominado Driftwood en alusión al material básico empleado, la madera contrachapada. Su ejecución ha sido patrocinada por la empresa maderera finlandesa Finn Forest y apoyada técnicamente por las consultoras HOK y Arup Ass.
La formalización espacial consiste en un recinto triangular que establece ámbitos interiores y exteriores mediante la concatenación de tres círculos entrelazados. Su sistema constructivo consiste en 28 capas de chapa de madera de picea insertadas en piezas estructurales del mismo material lígneo. Con ello se ha definido una especie de pabellón escultural que establece un foco de atención justo frente a la fachada principal de la escuela.

Planta del pabellón de la Architectural Association

Tanto la obra de SANAA como la propuesta docente de la Architectural Association reflejan una deriva vigente en la práctica arquitectónica de nuestros días, la continua reducción del trabajo profesional a una expresión artística emparentada con la escultura y que ignora todos aquellos otros componentes que conforman realmente la construcción de edificios. Como señalaba hace unos meses en un texto sobre arquitectura y publicidad, los arquitectos vamos siendo reducidos a unos meros agentes publicitarios y la arquitectura a una herramienta más del marketing de las ciudades y las empresas. El resto de las tareas que forman parte indisociable de la edificación están siendo paulatinamente asumidas por otras disciplinas y profesionales, quizás menos cualificadas artísticamente pero cada vez más eficientes.
Estos ejemplos arquitectónicos, junto con algunos otros como las oficinas de información turística, salpican esta temporada el centro de la ciudad de Londres, añadiendo puntos de interés y atractivo para aquellos visitantes atentos a las numerosísimas curiosidades que presenta esta ciudad, una de los principales focos actuales del capitalismo global.--->