Esencia de la modernidad

Por Vilanova_studio
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Su legado como ingeniero constructor marcó a la ciudad
Falleció Miguel Aldana Mijares
A los 91 años, deja un legado como promotor y como ingeniero dio continuidad a lo hecho por Barragán, Urzúa y Castellanos. E.BARRERA
GUADALAJARA, JALISCO (04/MAY/2011).- Guadalajara tiene un antes y un después de Miguel Aldana Mijares ya que si bien en los últimos años fue reconocido más por su importante y trascendente labor como hacedor y promotor de las artes plásticas, su legado como ingeniero constructor marcó a la ciudad mediante una producción de casas que han sido y son modelo para muchas generaciones de arquitectos.
Nacido en Pátzcuaro, Michoacán, en 1920, llegó a la capital jalisciense a temprana edad. “Empecé a trabajar, desde muy joven, en una compañía constructora. Yo tenía 17 años y siempre tuve interés por la arquitectura pero en Guadalajara no había Facultad, por lo tanto estudié Ingeniería y me dediqué a la construcción por 25 años”, contó alguna vez.
Durante las décadas de los años treinta y cuarenta, al ingeniero Aldana le toca dotar de vivienda a una Guadalajara en intenso crecimiento poblacional y urbano, y al hacerlo, le da una continuidad a la arquitectura diseñada por sus antecesores Luis Barragán, Rafael Urzúa y Pedro Castellanos.
Así, construyendo cientos de casas en colonias como la Americana, Ladrón de Guevara, Moderna y Country Club, ricas en calidad habitacional, sentó las bases para una arquitectura moderna que vendría a ser la estafeta para otros personajes como Alejandro Zohn, Eduardo Ibáñez, fray Gabriel Chávez de la Mora o Gonzalo Villa Chávez.
Por tal motivo, la Academia Nacional de Arquitectura le rendiría en la década de los noventa un homenaje que como él mismo contó alguna vez con sencillez: “Como siempre estuve inmerso en la arquitectura, la Academia Nacional de Arquitectos me dio un diploma”. Pero el Capítulo Guadalajara de la Academia no nada más le estaba aplaudiendo, sino que lo convertía en miembro honorario por ser un ingeniero civil que había producido arquitectura longeva, como lo es aquella que es capaz de mantenerse viva y envejecer con dignidad.
Pero en 1968, el ingeniero Aldana toma la decisión de dejar el trabajo y entregarse a su más valorada pasión: “Me retiré de la profesión y me dediqué a la pintura, lo que siempre quise pero no tenía tiempo de hacer. Era pintor de domingo, mas siempre fue mi afán dedicarme a eso”.
Y como bien fue descrito por Pepín Hernández Laos en su monografía editada en 2005 por la Secretaría de Cultura, este hombre “de personalidad moderna” se encargó de brindarle a las artes plásticas un espacio digno, profesional y ex profeso para su exhibición: en 1970 funda el Centro de Arte Moderno de Guadalajara, en el edificio que hoy ocupa el Museo Raúl Anguiano sobre la avenida Mariano Otero y que otrora fuera un mercado de flores.
“La idea fue la realización de un sueño de querer promover el arte en Guadalajara, otorgarle a los jóvenes un espacio donde pudieran exponer su obra. En esos entonces en esta ciudad no pasaba nada, no había manifestaciones culturales y la ciudad crecía enormemente, pero no pasaba de eso”, dijera él.
Sin embargo, con el transcurrir de los años y ante ciertas dificultades y limitaciones presupuestales por parte del Ayuntamiento de Guadalajara, don Miguel Aldana transformó al Centro de Arte Moderno en asociación civil y se lo llevó a su casa, donde sobre las canchas de tenis instaló una enorme galería en la que durante décadas se llevaron a cabo 12 eventos al año. Ahí, plástica, acuarela, diseño, arquitectura, escultura y fotografía compartieron programas mensuales intercalados, formando y conformando la agenda cultural tapatía. “Y ¿eso por qué? Porque le quise dar a mi ciudad un pequeño granito de arena”, dijera en vida este irrepetible personaje.
Miguel Aldana Mijares se ha ido, dejando su impronta en materia constructiva en Jalisco, Distrito Federal, Aguascalientes, San Luis Potosí, Monterrey, Durango y Michoacán; en tanto que la herencia para tapatíos y visitantes consta de un Centro de Arte Moderno, la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, la Antigua Terminal de Camiones, la Plaza Terranova y edificios entre los que están el Conjunto Américas Country y El Doral.
Ana Guerrerosantos
Ha sido larga la jornada...
pero el camino de mi vida
siempre estuvo embellecido
con tiernas flores de cariño
que mis seres queridos
me entregaron...
Ahora con mis alforjas llenas
de esos bellos obsequios de amistad,
los bolsillos henchidos de sonrisas
reanudo con vigor, serenamente
el camino que aún debo recorrer.
Y uniendo mis manos en intensa plegaria
pido al Señor que a todos lleguen
mis cordiales deseos de felicidad,
paz y amor
Miguel Aldana Mijares
Su obra, un legado siempre presente en la ciudad
La generosidad es la cualidad que define la personalidad de Miguel Aldana Mijares según sus amigos, colegas y conocidos. El fundador del Centro de Arte Moderno (CAM) falleció ayer en Guadalajara, pero deja un legado presente en la ciudad con obras como la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y a una generación de artistas plásticos marcados por su labor de promotor.
El arquitecto y autor de la fuente La hermana agua, Fernando González Gortázar, expresa que “Miguel Aldana fue un hombre de talentos múltiples y un triunfador nato, siendo ya mayor descubrió la pintura, aunque es al mismo tiempo, triste su abandono de la arquitectura y un gozoso su descubrimiento de la pintura, lo hizo bien desde los primeros cuadros hasta los últimos.
Fue un generosísimo promotor cultural y fue, además de un hombre admirable, un hombre entrañable. Creo que somos multitud sus admiradores que lo estamos extrañando desde este mismo momento y que nos va a hacer falta toda la vida”.
Agrega que “fue uno de los mayores arquitectos jalisciense del siglo XX, sin la necesidad de estudiar la profesión ni de tener un título”.
González Gortázar añade que el Centro de Arte Moderno inauguró con “un enorme happening en el que el salón independiente realizó murales y esculturas efímeras en el exterior del edificio, fue un importante apoyo para ese grupo de artistas que estaba escribiendo una página dignísima en la historia de nuestra cultura. La labor de Miguel rebasó los confines de Guadalajara y de Jalisco”.
Con una voz entrecortada expresa que “no puedo dejar de decir unas palabras sobre el encanto personal y el carisma verdaderamente inmenso que Miguel tuvo toda su vida. Era alguien a quién era imposible conocer y no querer”:El arquitecto Juan Palomar Verea recuerda que “conocí a mi Miguel desde que le empezó a hacer algunos trabajos a mi abuelo. Fue el constructor del siglo XX en Guadalajara, pero más que eso fue un ingeniero que se preocupó mucho por los artistas de la ciudad; era un hombre con una gran capacidad de síntesis, generoso y que sostuvo con su propio peculio el Centro de Arte Moderno por muchos años”.
De la misma manera, el arquitecto Marco Aldaco manifestó su tristeza por el fallecimiento de Aldana Mijares; aun así cree que con la partida del ingeniero tienen que venir las nuevas generaciones a cubrir ese vacío. “Miguel era una persona con alma de poeta, que nació para querer ayudar. Nunca lo escuché envidiar a los demás, sino al contrario, su carrera está acompañada de bondad. Fue un ingeniero que marcó pautas y aunque nos deja un gran legado físico y un vacío para las personas que lo conocimos. Miguel era, antes que cualquier otra cosa, una buena persona. Creo que esta ciudad debería de hacerle un homenaje a manera de monumento y así retribuirle un poco a un hombre que le dio tanto”.
Otra voz triste fue la del director del Museo Regional de Guadalajara, Paco de la Peña, quien afirma que “la comunidad artística debe lamentar –la muerte de Miguel Aldana Mijares- porque fue el impulsor del arte contemporáneo en Guadalajara”. Apunta que “no hay un sucesor que siga apoyando el arte contemporáneo”.
“No se pierde nada porque lo hizo todo, todo, y lo que hizo está en la memoria de todos. Su labor es inolvidable por eso no es irreparable porque está todo y pudo cosechar”, manifiesta el diseñador Felipe Covarrubias, quien destaca que el ingeniero trajo a artistas como Vicente Rojo y Manuel Felguérez a la ciudad para acercarlo a los pintores locales.
Cinco décadas al pincel
Debido a la amistad con Miguel Aldana Mijares que duró al menos 40 años y al medio día de ayer llegó a un fin, Héctor Navarro asume su compromiso con el Centro de Arte Moderno y abre esta noche las puertas a la exposición titulada 50 Años es nada.
“Fui fundador con él (Aldana) del Centro de Arte Moderno, fueron muchas cosas las que vivimos”, dice detenidamente este pintor quien es uno de los emblemas de la plástica jalisciense. Y es que mientras todo marchaba con naturalidad en el montaje de esta muestra que es un hito no nada más en su carrera profesional sino en la cultura estatal, el patrono del recinto falleció.
Horas antes, Navarro habló sobre su trayectoria, su obra y su vida. “Pintar 50 años mientras hay tanta inseguridad y violencia en el país, tanto centenario y bicentenario, tanta tragedia, pues realmente es nada”. Es nada y es todo porque es su vida, su pasión que empezó en la Escuela de Artes y continuó en Arquitectura en la Universidad de Guadalajara para enfocarse en la plástica luego del temprano contacto con José Clemente Orozco. “Ver los dibujos preparatorios del Cabañas, los desgajos de las esferas, su detalle, su mesa de trabajo, sus pinceles, sus lentes”.
De ahí, el desprendimiento de lo estudiado en la Escuela de Artes, porque “la educación es olvidar lo aprendido para hacer algo diferente pero siempre prevaleciendo en la técnica”. Y por todo lo anterior, un discurso optimista en su obra: “Más un homenaje a la mujer como principio de vida, al contacto amoroso, a la amistad, al amor”.
Innovando en el uso de materiales, Navarro presenta más que una retrospectiva, lo nuevo, portando un mensaje de “perspectiva positiva para el futuro de la humanidad”, y lo hace de una colorida forma ya que junto con él, su nieta Sofi presenta una primera recapitulación: la de su obra realizada de los dos a los cuatro años de edad.
CRÉDITOS: Informador Redacción / IAMR