Espacio

Por Jagonzalez

El espacio es lo que nos rodea, donde se encuentran objetos y suceden acontecimientos. Hablamos entonces de espacio físico. Haciendo un juego de palabras en castellano el espacio ocupa o contiene un espacio, en el que nos desenvolvemos y damos cabida a nuestras actividades. Entre ellas, nuestra profesión.

En otras ocasiones hemos discutido sobre el tiempo y su distribución entre las distintas ocupaciones de los sanitarios (1,2). Ahora, como remedo de una clase de Física, abordamos la materia del espacio. Las profesiones sanitarias se desempeñan en diferentes entornos, en distintos espacios. Los fisioterapeutas clínicos ejercen en pequeñas consultas en domicilios, consultas  en centros de salud públicos y privados, gimnasios, centros deportivos, salas de diferentes dimensiones en los mismos emplazamientos o grandes espacios en hospitales u otro tipo de centros (colegios, residencias, locales de asociaciones).

Cuando hablamos de lugares de titularidad pública el propietario del espacio en última instancia es el paciente,  el usuario de los mismos, no el profesional que los utiliza como lugar de trabajo. Es decir, el profesional hace uso de un bien público para prestar un servicio a la sociedad, que le concede ese uso en base a sus competencias a cambio de una contraprestación.

El fisioterapeuta carece en muchas ocasiones de espacios propios. En ambientes de práctica privada por cuenta ajena no es extraña la ausencia siquiera de sitios adecuados donde cambiar de vestimenta y dejar sus pertenencias. Nosotros mismos lo hemos hecho en habitaciones donde se realizaba la colada. También llamativo es la ausencia de sitios donde desempeñar la preceptiva labor administrativa, reuniones, entrevistas con pacientes u otros profesionales, con la intimidad necesaria o la obligada seguridad en la custodia de información en materia de salud. Nos parece grave que estas circunstancias también se den en centros públicos. Así, se hacen inviables multitud de tratamientos cuyos resultados se vinculan directamente con un ambiente de intimidad (cualquiera que requiera la exposición de muchas  de las áreas corporales). Esta restricción o ausencia de espacios propios repercute de manera efectiva en la calidad y resultado de la asistencia sanitaria.

Estos déficits han sido habituales en otras profesiones pero lo que nos preocupa es su persistencia en el ejercicio de la fisioterapia que, como sabemos, obra sobre el cuerpo del paciente que en la mayoría de las ocasiones debe estar descubierto. Parece, además, que la gestión de la historia clínica o de cualquier otro tipo de información clínica necesita de un ambiente propicio para ello, acotado y de acceso restringido. La tarea docente, que debiera tomarse en serio, requiere espacios para tutorías, seminarios, charlas  o documentos. La investigación precisa igualmente, además de tiempo, de espacio.

Sería sensato reconocer al menos la necesidad de espacios adecuados para el desempeño de la tarea del profesional, a pesar de la escasez o inexistencia del mismo en muchos casos. Los fisioterapeutas menos inquietos deberían hacer un esfuerzo en ello. En los lugares en los que tenemos espacios no podemos relajarnos ante los intentos de aminorarlos. Sobre todo cuando se hace en base a pueriles pretensiones de supremacía de unas profesiones sobre otras o por querer importar modelos donde se producen “luchas por los despachos”. Porque, no nos olvidemos, los espacios están para proporcionar una atención al usuario, su propietario último en el caso de la instituciones públicas.

Referencias:

1. González García JA. El control del tiempo en fisioterapia. En Fisioterapia http://www.madrimasd.org/blogs/fisioterapia/2009/01/27/el-control-del-tiempo-en-fisioterapia/. Acceso el 21 de noviembre de 2011.

2. González García JA. De nuevo, el tiempo del fisioterapeuta. En Fisioterapia http://www.madrimasd.org/blogs/fisioterapia/2011/03/01/de-nuevo-el-tiempo-del-fisioterapeuta/. Acceso el 21 de noviembre de 2011.