Del 13 al 15 de mayo se ha celebrado la segunda edición del Espai Priorat (II Mostra internacional dels vins de la DOQ Priorat). Me atrevo a llamarla 2.0 porque, aún no habiendo sido testigo de la primera, me han hablado lo suficiente de ella, y he leído además, como para haberme formado una opinión. No se trata, pues, de una evolución o de pequeñas mejoras introducidas sobre la 1.0. No se ha tratado de una edición 1.1, vamos, sino de una clara revisión del modelo y, según lo he vivido (ésta sí, de primera mano), de una clara mejora del mismo. Se han atacado los puntos débiles mayores de la 1.0 y se ha conseguido aquello que se perseguía: que algunos de los que tienen una mayor capacidad de comunicación sobre el vino en América, Europa y Asia se lleven una idea precisa de qué es la DOQ Priorat, de cómo son sus viñedos, de qué hacen sus bodegas y cómo son sus cosechas más recientes (grandes protagonistas fueron, en efecto, 2010 , 2011 y algo de 2012 "en primeur"). Todo el mundo durmió en el Priorat: puede parecer una tontería, pero despertarse en la tierra donde se hace el vino que quieres explicar es importante. Todo el mundo visitó no menos de dos viñedos: no los vio desde un autocar. La gente pisó la tierra, se escucharon explicaciones de quienes hacen el vino en ella y, lo más importante, se bebieron esos vinos in situ.
Se visitaron no menos de tres bodegas. Y no se hizo una cata de mantel y punto. Los bodegueros (36 bodegas de la DOQ participaron en esta ocasión: aquí me pierdo un poco y no sé por qué no hubo más...) explicaron todos los detalles de su trabajo, en viñedo y en bodega. Y los vinos se bebieron junto a las barricas y, por lo menos en mi caso, no sólo de botellas ya en comercialización, sino de las propias barricas. Ejercicio arriesgado, sí, pero imprescindible para dar la imagen que se quería dar: aquí estamos, abiertos a todo y a todos y para mostrar cuanto hacemos con nuestros vinos, sin tapujos. Más: las dos cenas que compartimos fueron intensas e interesantes. Jamás nos sentamos ni con los mismos compañeros de Espai Priorat ni con las mismas bodegas. Cada bodeguero ponía los vinos que le parecían para la cena y los explicaba. Nadie repitió un solo vino con lo que, además de las visitas a viñedos y bodegas, no menos de otros ocho vinos pasaron ante los participantes explicados de primera mano por quienes los hacen. Se comió cocina de la tierra (Quinoa y Celler de l'Aspic), calidad y compromiso con sus productos, al mismo nivel conceptual que las uvas y sus vinos. Y se inauguró un espacio que va a marcar el futuro (en mi opinión) de muchas de las cosas que se hagan en la DOQ Priorat. Si no fuera así, se estaría desaprovechando una oportunidad de oro. La restauración del claustro menor de la cartuja de Scala Dei (en Escaladei) y la sala que era refectorio de los cartujanos ofrecen esa ocasión única.
En el recinto de la cartuja renacentista, a los pies del Montsant, allí donde empezó todo (bien...un poco más abajo), el espacio del refectorio se convirtió en el último de los escalones que nos faltaba para llegar a ese dios que todos buscamos en una botella de buen vino. Restauración cuidada al mínimo detalle, suelo original emotivo, paredes que rezuman silencio y techo muy hábilmente resuelto, y todas las bodegas participantes ofreciendo y explicando más de 100 vinos. La complejísima logística (más de 40 personas colaborando para que unos 70 participantes pudiéramos cumplir con el calendario de trabajo: casi parecía la ratio del Celler de Can Roca...) funcionó muy bien en todo lo que yo pude percibir. Y las mejoras que se proponían consiguieron realmente sus objetivos. La gente se empapó de DOQ Priorat, de primera mano y con los auténticos protagonistas. Quien no se enteró de cómo y por qué funcionan las cosas en esta tierra de privilegio para el vino es porque no quiso. Mis compañeros, todos con los que compartí momentos de visita, estuvieron siempre al quite y muy atentos, activos y preguntando tanto a los bodegueros como a los que conocíamos algo de esta tierra. Ésa fue también una buena mejora: mezclar gentes de todos los continentes, de todas las sensibilidades e idiomas, de todas las culturas con los que podríamos considerarnos locales (a mí en el Priorat ya me llaman algunos "mira, lo Joan". Y yo, ¡feliz!). La información circulaba con mayor agilidad y las dudas y preguntas se resolvían sobre la marcha, porque todos estábamos dispuestos a ayudar en esa labor de explicación. Mis compañeros y yo salimos satisfechos.
¿Qué mejoraría? Me supo mal no saber quiénes éramos realmente. Una lista de participantes que todos tengan antes de empezar me parece imprescindible, así como un contacto eficaz de cada uno de ellos. Las bodegas lo tenían (incluso una breve semblanza), nosotros no. Me hubiera ahorrado el bochorno de comprobar, el último día, que había estado explicando cosas a un MW...Y evita tener que ir coleccionando tarjetas de visita. Creo que el número de participantes es un punto crítico. Sé que hay que darle el máximo rendimiento al mucho dinero invertido por la DOQ y las bodegas y eso implica el mayor número de gente posible en una convocatoria. Pero quizás hacer dos (en el año en que se quiera celebrar), una de proximidad (viajes y gente que cueste menos traer) y otra de lejanía, una en primavera, otra después de la vendimia, permitiría grupos menores y más proximidad entre todos. También permitiría no tener que hacer las cenas en el local social del ayuntamiento de La Morera, ideal para los guateques de la fiesta mayor, pero muy limitado y pobre para el trabajo de los cocineros, por ejemplo. Y si los grupos son menores es más fácil atender, también, alguna petición concreta y, por ejemplo, echarle imaginación a lo de las cenas: que en cada plato, la gente vaya cambiando de mesa y, por lo tanto, de vinos. Para más de 100 personas, eso es imposible...Y puesto que se ofreció negocio a los hosteleros locales (lo cual me parece genial), también me gustaría que una de las comidas o cenas fuera libre: que se diera a los participantes un listado de los restaurantes de la comarca y que la gente se busque la vida para conocer otras cocinas, además de las invitadas para trabajar en el Espai. Así, todavía se daría más vidilla a la comarca.
¿Y de los vinos, qué? ¿No te estás dejando lo más importante? Confieso que he necesitado tiempo para asimilar tanta información porque se juntó todo: algunas visitas que quería hacer llegaron justo antes del Tast Professional de la 18 Fira del vi de Falset, el 6 de mayo (añada 2011 fundamentalmente, de la DOQ Priorat y la DO Montsant). Y una semana después, el Espai Priorat donde bebí, sobre todo, 2010, 2011 y 2012, con apuntes de 2009. Tendré que escribir otro post...