Crítica de la exposición ESPAÑA CONTEMPORÁNEA. FOTOGRAFÍA, PINTURA Y MODA. Hasta el 6 de enero de 2014. FUNDACIÓN MAPFRE. Paseo de Recoletos, 23. Madrid. Comisarios: Pablo Jiménez Burillo, Alejandro Castellote y Amalia Descalzo. Entrada Libre.
Francisco Ontañón, Vivir en Madrid. Casa de Campo, 1967. Por cortesía de la galería ArteSonado, La Granja de San Ildefonso, Segovia. © Heredera Francisco Ontañón. Cortesía: Fundación Mapfre.
«¡Dios nos libre de caer en mano de héroes!» escribía Mariano José de Larra el 3 de abril de 1836 (Dios nos asista. Tercera Carta de Figaro a su corresponsal de París). Finalmente, su auspicio quedó en letra muerta y la historia de España de los siglos XIX y XX siguió un rumbo muy diferente.
Al cabo de un año, coherentemente con su postura romántica, el escritor murió suicida y desesperado durante la primera guerra carlista. Contrariamente a lo que esperaba, España acabó estando por mucho tiempo en mano de héroes. Héroes en uniforme, héroes de profesión, generales, militares, reyes y dictadores.
A lo largo de muchas décadas, se subsiguieron pronunciamientos, constituciones, levantamientos y guerras civiles. Se perdieron colonias y miles de españoles se mataron entre sí. Llegaron la democracia y el consumismo. El americanismo y las especulaciones inmobiliarias. La globalización de las ideas y la libre circulación de las personas y las mercancías. Llegó la Unión Europea y en 2010 España ganó su primer mundial de fútbol.
Julián Collado, El baile de la matazón, Albacete, ca. 1900. Archivo Collado. Cortesía: Fundación Mapfre.
Sabemos que la historia oficial siempre la escriben los vencedores. Sabemos, esto es, que a través de ella las élites dominantes (militares, políticas, económicas, culturales etc.) releen el pasado para justificar la ideología hegemónica en el presente, tratando de moldear el porvenir. Y sabemos que, siempre, gane quien gane, el poder que una determinada elite tiene en un dado momento es transitorio, efímero, finito. Como muy bien pusieron en evidencia Gaetano Mosca y Vilfredo Pareto, en realidad, la historia humana no es otra cosa que una lucha constante entre elites para asegurarse el monopolio del poder. Es decir, una dinámica de grupos restringidos de poder que se van substituyendo el uno al otro, a lo largo de los siglos, siguiendo una ley férrea de la oligarquía.
Hoy en día, sin embargo, sabemos también – gracias especialmente a las aportaciones teóricas y metodológicas de disciplinas como la antropología cultural, la etnología, la sociología o la psicología social – que no existe un sólo tipo de Historia posible. Al igual que no existe una sola Cultura en sentido absoluto. Existen muchas historias y muchas culturas, con minúsculas, que se pueden contar, más allá de lo que se narra en los medios de propaganda y los textos aprobados por la ortodoxia oligárquica. Como bien escribía José Ortega y Gasset: «La vida pública no es sólo política, sino a la par y aun antes, intelectual, moral económica, religiosa; comprende los usos todos colectivos e incluso el modo de vestir y el modo de gozar». Y unas pocas páginas más adelante añadía: «La historia, como la agricultura, se nutre de los valles y no de las cimas, de la altitud media y no de las eminencias». (La rebelión de las masas, 1937).
Anónimo. Bailarina española de la escuela bolera, con peineta y castañuelas, ca. 1850. Archivo Adquisiciones en Subastas. Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), Madrid. © España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Instituto del Patrimonio Cultural de España. Cortesía: Fundación Mapfre.
Hoy en día solemos distinguir entre cultura “alta” y cultura “baja” – o “popular” (pop) – y somos capaces de escribir y estudiar diferentes tipologías de historias sociales; subyacentes, o mejor dicho paralelas, a la historia oficial, con mayúsculas. Historias que pueden referirse por ejemplo a la cultura y al imaginario de distintos grupos sociales o de un pueblo entero, y que viven en las pliegas de la oficialidad. En los intersticios de su arquitectura grandilocuente.
A partir de una vocación etnográfica que sigue una postura metodológica pluralista y autorreflexiva, la exposición España contemporánea. Fotografía, pintura y moda plantea un discurso comisarial narrativo abierto y polifónico sobre el imaginario visual colectivo de la España de los últimos dos siglos.
Se trata de un discurso fascinante, sólido y convincente, cuya mirada social hacia la contemporaneidad de este país sigue esencialmente dos líneas entrelazadas entre sí: una documental y otra estética. De hecho, el recorrido expositivo, aunque construido siguiendo un riguroso criterio cronológico, se ha plasmado en su superficie a modo de mosaico; yuxtaponiendo, en las distintas secciones en las que se articula la exposición, auténticas joyas de la historia de la fotografía española procedentes de instituciones y de colecciones privadas; magníficos trajes de moda procedentes del Museo del Traje de Madrid; fragmentos audiovisuales de anuncios publicitarios, de películas noticieras del NO-DO y de transmisiones del archivo de RTVE; pinturas de artistas célebres y álbumes de fotografía de personas anónimas.
Traje, ca. 1855-65. Tafetán en sedas polícromas que dibujan cuadros y decoración en cintas con estampación ikat. Museo del Traje, CIPE, Madrid. Cortesía: Fundación Mapfre.
En el catálogo que se ha editado para la ocasión, Alejandro Castellote, comisario del discurso fotográfico, escribe: «Las fotografías de esta exposición son fragmentos – valiosos todos – de un imaginario visual que compartimos colectivamente; con ellos nos hemos aventurado a componer un autorretrato de nuestra identidad». En este sentido, entre las más de cuatrocientas piezas expuestas se instaura una diálogo visual, simbólico y emotivo: un discurso que quiere ser en realidad un conjunto de muchos discursos posibles. Un discurso coral.
Recordamos, a este propósito, que en la rueda de prensa inaugural de la exposición el mismo Catellote enfatizó el inmenso valor emocional que puede llegar a tener un trozo de papel en el cual está reproducida una imagen fotográfica. Y subrayaba las infinitas posibilidades narrativas que pueden derivar de un mismo fragmento fotográfico o audiovisual. En este sentido, según Castellote, el gran valor intrínseco de la fotografía se hallaría justamente en su carácter polisémico. Esto es, en la posibilidad de ofrecer numerosas interpretaciones posibles a la vez. En definitiva, en su ambigüedad y en la imposibilidad de prestarse a construir un discurso único, definitivo y cerrado.
Como ya se ha dicho, además de fotografías, video y pinturas, se presentan al público también una treintena de trajes de moda, poniendo de manifiesto la evolución de las formas del vestuario femenino en concomitancia con los grandes cambios sociales que ocurrieron en España a lo largo de las décadas. Esta selección de moda ha sido realizada por Amalia Descalzo, especialista de la historia del traje de España. En este sentido, la exposición sigue coherentemente el planteamiento teórico y la práctica investigativa de la FUNDACIÓN MAPFRE, que lleva ya algunos años relacionando el arte con la moda, en tanto que elemento esencial de la cultura contemporánea. Recordamos, a este propósito, dos de las exposiciones más impactantes que se han presentado recientemente en la sala Recoletos de la Fundación: la retrospectiva dedicada a Yves Saint Laurent en 2011 y Jean Paul Gaultier. Universo de la moda. De la calle a las estrellas, presentada el año pasado y producida por la FUNDACIÓN MAPFRE en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Montreal y la Maison Jean Paul Gaultier.
Joaquín Sorolla, Figura en blanco, Biarritz, 1906. Museo Sorolla, Madrid. © Museo Sorolla, Madrid. Cortesía: Fundación Mapfre.
La supervisión general de España contemporánea. Fotografía, pintura y moda ha sido a cargo de Pablo Jiménez Burillo, director general del Instituto de Cultura de la FUNDACIÓN MAPFRE, quien se ha encargado de mantener la coherencia general del discurso comisarial y ha añadido los fragmentos audiovisuales. Las pinturas expuestas – entre las que no podemos dejar de mencionar Figura en blanco, Biarritz (1906) de Joaquín Sorolla, prestada por el Museo Sorolla de Madrid, y Odalisca (ca. 1870) de Benjamin Constant, procedente del Musée d’Órsay de París – han sido seleccionadas por María López, conservadora jefe de la misma fundación.
La muestra se encuadra dentro de un contexto más amplio y ambicioso, definido por el proyecto editorial América Latina en la Historia Contemporánea. Se trata de una colección de libros, coeditada por FUNDACIÓN MAPFRE y Grupo Santillana, para la que se han reunido varis decenas de especialistas en distintos países, reflexionando sobre las claves políticas, sociales, económicas, culturales y visuales que han determinado la historia de América Latina durante los últimos dos siglos. El proyecto consta de un programa de investigación monumental, cuyo fruto se ha recopilado en cinco volúmenes sobre la historia de cada país de América Latina y de otros países (como España, Portugal o Estados Unidos) que han tenido históricamente una relación especial con el subcontinente americano. En cada país, uno de los volúmenes está dedicado a la historia de la fotografía y su publicación está acompañada por la inauguración de una exposición como esta que se puede ver ahora en España (la redacción del volumen dedicado a la fotografía ha sido a cargo de Alejandro Castellote).
Marín. Concurso de globos en Madrid, 1913. Cortesía de Fundación Telefónica, Madrid. © Luis Ramón Marín, VEGAP, Madrid, 2013. Cortesía: Fundación Mapfre.
La gran cantidad de material documental que se ha recopilado para el proyecto se está pasando al formato digital para que se pueda volcar próximamente en el portal de la fundación y quedar así a disposición de los internautas como archivo de archivos online.
Recomiendo ver esta exposición. Por un lado, por su indudable valor estético y documental, es decir por su capacidad de emocionar y a la vez ofrecer claves importantes para el estudio y la reflexión sobre la historia contemporánea de España; sobre cómo, a lo largo del arco temporal considerado, su pueblo se ha percibido a sí mismo y de cómo éste ha sido percibido desde el exterior. Por otro lado, porque considero la muestra un caso ejemplar por el rigor de la investigación que la ha precedido y por la maestría con la que se han presentado al visitante sus resultados.
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