Mientras los mineros del norte hacen frente como leones no a la presunta crisis económica sino a la voluntad política de acabar con la minería española, la planta de ENDESA en Andorra de Teruel, la mayor central térmica de España, se alimenta con carbón de importación de bajísima calidad teniendo las bocas de minas de carbón de alta calidad a unos centenares de metros de la planta. ¿Crisis? no para comisionistas y otros corruptos, está claro.
Las marchas de los mineros asturianos y leoneses y sus familiares por las carreteras de la geografía peninsular son atacadas a diario por los antidisturbios (había que oír hablar desde el sentimiento y la rabia a una niña hija de minero hace un par de días en RNE, para sentir y compartir las ganas de incendiarlo todo), en tanto los pueblos de la cuenca asturiana son asaltados brutalmente por supuestas Fuerzas de Orden Público a las órdenes de un Gobierno que empieza a merecer el destino corrido en 2011 por sus homólogos tunecino o egipcio. España se está magrebizando a marchas forzadas.
Mientras, el payaso arrogante que dice ser presidente del gobierno "del Reino de España" farfolla desde La Moncloa idioteces del calibre de que "España no es Uganda" y pide que nos respeten en Bruselas y Berlín porque "somos la cuarta potencia económica europea", a lo que el presidente ugandés acaba de responder con buen tino que a Uganda nadie la ha rescatado nunca, y Ángela Merkel que los problemas de España son el fruto de diez años de ladrillo salvaje. La irritación de dirigentes y medios de países ricos y pobres contra el actual gobierno o lo que sea español, es ya un clamor internacional.
Así no es de extrañar que a los cinco días de la puesta en marcha del rescate europeo tras la bancarrota del sistema bancario español, la prima de riesgo haya alcanzado los 550 puntos y los bonos del Tesoro a diez años se vendan al 7% de interés. Se dice que en los días previos al rescate, el presidente o lo que sea Mariano Rajoy le sugirió a su ministro de Economía, de Guindos, que amenazara a los europeos diciéndoles que si realmente querían rescatar a España que fueran preparando quinientos mil millones de euros (y otros setecientos mil millones para Italia). Si cree usted que esos son los números reales, regrese al final del segundo párrafo y vaya preparándose para salir a la calle a por todas.
Y luego está la cosa de las autonomías, estos carísimos y cada vez más inservibles juguetes que hace 30 años se ferió la clase política de la Transición ("café para todos", recuerden), y que han traspasado todas las líneas rojas en saqueo e incompetencia. Y no lo digo solo por la corrupción generalizada en las autonomías históricamente gobernadas por el PP: Valencia, Baleares, Madrid, Galicia, Murcia y Castilla-León. Ahora resulta que la Generalitat de Catalunya y el gobierno español se llevan uno al otro al Tribunal Constitucional porque según la primera el segundo "invade sus competencias" cuando recorta en educación, y según el segundo la primera hace lo mismo cuando aplica repago en las recetas médicas.
Es decir, a esos miserables no les preocupa ni lo más mínimo el estar destruyendo los servicios públicos y la repercusión que esa política criminal está teniendo entre las clases trabajadores y populares, sino si la "competencia" para hacerlo en cada caso es del Estado o del gobierno autonómico. Uno se queda sin palabras ante tanto encanallamiento. Mientras, en esta Catalunya tan ufana de sus competencias uno de cada tres jubilados mantiene con su magra pensión (raramente superan los mil euros) a uno o varios hijos en paro y a sus familias. Y eso que las tienen congeladas.
Por suerte, los españoles tienen el fútbol y a Dios de su parte, o eso creen muchos. El día que despierten del sueño, habrá que importar antidisturbios.