Hace ya más de dos años estuve en los viñedos y la bodega, que es casa, que es bodega, de Enric Soler. Hace ya más de cinco años que tengo la misma sensación con Enric: una persona discreta, una persona muy preparada, una persona sabia, una persona con una idea clara de cómo tienen que ser sus vinos de xarel.lo (aunque otras variedades de la zona o muy bien adaptadas a ella están en camino...) que consigue, como pocas, llevar a la botella esa idea. Un profundo respeto siento, además, porque él es de los pocos (el otro grande sería Víctor de la Serna) que ha conseguido pasar al otro lado del espejo y sobrevivir: reputado y muy reconocido somelier, su gran pasión está en el viñedo antes que en los manteles y las copas. Y a la que tiene la oportunidad, se vuelca, sin hacer ruido, y empieza su Can Raspallet con Nun Vinya dels Taus, con Improvisació y, desde ya en el mercado, con su vi de la finca Espenyalluchs 2013. Todavía siento emoción cuando recuerdo una última botella de Nun Vinya dels Taus 2004 (su primera añada): sin más, un vino que confirma lo que ya se presagiaba, vinos inmortales se están preparando en esta bodega, que es casa, que es bodega.
Un caso único, además, precisamente por eso: tener tu cama encima de donde se hace tu vino. Tener tu vino junto a los viñedos (uno de los campos plantados justo después de la Guerra Civil, en el antiguo aeródromo militar del Penedès alrededor del Vesper de la Gloriosa, está a 500 m: fácil lo tuvieron los topos con tanto agujero ya hecho...) de donde salen tus uvas viejas de xarel.lo, hace que el conjunto acabe siendo singular de verdad. Son vinos, además, hechos en viñedos tratados en biodinámica, con uva despalillada 100%, vinificados con las levaduras del campo y de la bodega, con controles de temperatura pero en fermentaciones espontáneas, con un uso alterno de maderas de distintos años y de huevos de cemento. Único el caso, en fin, porque Enric Soler es de los viticultores que tiene claro dónde está el futuro: por mucha viña vieja que tenga, ésta acabará muriendo...Las faltas empiezan ya a notarse y hace tres años toma la decisión más valiente y arriesgada.
De su mejor viñedo, del que nace Nun decide hacer madera y prepararla para una futura plantación. Las mejores cepas de Nun, con más de 50 años de edad, son el futuro del trabajo de Enric, a través de sus "descendientes" plantados (en 2013 hizo tres años: 2011, pues) en la finca que el cadastro denomina "Espenyalluchs" (con esta ortografía prefabriana). A 300 msnm, hacia Guardiola de Font-rubí, en esa zona del Alt Penedès más fresca y abrupta, en una ladera de suave pero firme pendiente sobre suelos de arcilla y cal con abundante y superficial sedimento marino, planta Enric una Ha de la madera de Nun. Es el vértigo de la planificación meditada de un viñedo desde cero en una tierra que, él lo sabe, lleva más de veinte años reposando. Es la emoción de saber que aquella vieja sabiduría de sus abuelos, en forma de energía, uvas, trabajo, cepas y vino, va a sobrevivir en un viñedo nuevo. Espenyalluchs 2013, 13%, la primera vendimia de esa Ha puesta al mercado, plantas de tres años tan sólo...
Porque... ¿para qué sirve el DNA de las plantas? Es decir, ¿dónde reside la memoria de los seres vivos? Algún científico te dirá, sin dudarlo, que en su DNA. Yo, que no soy más que un bebedor que tiene la suerte de contar con amigos como Enric, puedo afirmar: la memoria (con toda la carga emocional y vital que esta palabra conlleva) de las cepas de Nun se ha transmitido, vive y prosigue en las de Espenyalluchs. De otra manera no puedo entender cómo cepas de tres años ofrecen, ya ahora, un vino tan destacado como este Espenyalluchs 2013: el trabajo se ha hecho muy bien, la plantación y su orientación son muy meditadas, las plantas están subiendo a la perfección, el terreno (más adecuado todavía que el del llano del campo de aviación) empieza a mandar señales positivas a la uva. Y el xarel.lo responde y nos dice "aquí estoy". Vértigo y emoción al entender en qué consiste realmente la parte de inmortalidad que afecta a un viñedo: ¿el abuelo de Enric ha muerto? ¡No! ¿El vino que Enric tiene en la cabeza nos sobrevivirá? ¡Sí!
Es cierto que se trata de un vino todavía "en construcción" (uvas de tres años...), pero la historia que se esconde tras esta botella, el vino que su interior nos regala ya, me parecen preciosos: citronela y hierbaluisa. Frescura que viene de lejos. Cepas nuevas de madera vieja: la memoria que vuelve. Tiene cuerpo y volumen en boca y, al mismo tiempo, es un vino que corre ligero. Recuerdos de jengibre y de limón recién cogido. Ajedrea y la hierba aplanada en el viñedo. Levaduras y madera muy bien puestas. Todavía le falta estructura si aguantas el vino en el paladar. Pero al tiempo...hoy es ya un vino de placer. Transmite calidez tanto como frescura. Sabiduría y tesón. Audacia y paciencia. Eneldo y recuerdo salino. Frescura que lleva a los vinos blancos de las Corberas. Honestidad. Terruño e ideas claras. Vino de luz. Vino que completa un ciclo y una historia. Enric Soler devuelve a la tierra lo que la tierra dio a sus antepasados. Y nos ofrece el don de esta botella para que lo comprobemos.