Esperando a Sarah MIles en la playa de Inch

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Humberto Narbona, aún convaleciente de una aguda crisis neurótica, visita la playa de Inch, en la península de Dingle, Irlanda, convencido de que en las próximas horas aparecerá en ella la actriz Sarah Miles, protagonista del filme "La Hija de Ryan", dirigida por David Lean en 1970.
Al sexagenario Humberto Narbona, que ha visto la película decenas de veces, le obsesiona la idea de identificar la infidelidad de Rosy Ryan en la película con la de su mujer, Olivia, en la vida real, hasta el extremo de confundirlas y de creer que se trata de la misma mujer. Durante el tiempo que permanece en la playa, siempre vigilando el horizonte gris y pendiente de que aparezca la frágil figura de su amada, recuerda retazos significativos de su vida, su internamiento en una clínica psiquiátrica y el feliz momento en que se encontró con Sarah Miles en el Festival de Cine de San Sebastián. El ensoñado y caótico mundo del protagonista se desvanece, finalmente, cuando lee, en la misma playa de Inch, unos hermosos versos del poeta Robert Frost.

Como empedernido cinéfilo y admirador de David Lean, uno de mis más recurrentes sueños fue el de visitar la playa de Inch, en Irlanda, que el cineasta eligió en su día como uno de los hermosos escenarios naturales de su filme "La Hija de Ryan", rodada en 1969 y protagonizada, entre otros, por Sarah Miles, Robert Mitchum, Trevor Howard y John Mills.

Finalmente, pude cumplir con esa aspiración, no sin antes tener que localizar el lugar y perderme por las enrevesadas -y peligrosas- carreteras de la península de Dingle.

Me conmovió la belleza de la playa, que recorrí de parte a parte. Era un día gris y azul y estaba solo. Naturalmente, llevaba conmigo mi bloc de notas y en él escribí, sentado sobre una roca, los primeros apuntes para una historia.

Por aquel entonces, había empezado a escribir narraciones cortas con la idea de conformar un libro de cuentos, y sin duda que el de la playa de Inch encajaba en el proyecto. Sin embargo, la lectura, en la misma playa, de unos versos del poeta norteamericano Robert Frost, enamorado del lugar, me hicieron reflexionar sobre la conveniencia de escribir una novela en toda regla, una novela con personajes de ficción pero emocionalmente vivos, reales, y con Inch y Sarah Miles entre los protagonistas.

De regreso a Killarney, en el hotel, empecé a darle vueltas a esos versos que había estado repitiendo durante todo el trayecto de regreso hasta aprenderlos de memoria: "Querida Inch, he de dejarte porque tengo promesas que cumplir, quizá millas que recorrer hasta mi último sueño". Me pregunté: ¿Cuál es el último sueño de un hombre? Y en la soledad de la madrugada, contesté: El de su redención.

Inch se me fue apareciendo, lentamente, como un gran escenario donde se citaban la soledad del hombre, su capacidad de ensoñación, la angustia, todos ellos personajes caminando sobre el filo de la angustia del amor.

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