Mi cuerpo está enamorado con mi alma y mi alma está enamorada con mi cuerpo.
He abierto mis brazos al amor, y el amor me abraza como un amante.”
Rumi
Creo en el amor eterno que brilla y me hace sentir tan bien. A eso vinimos: a dar y recibir amor. Esa es nuestra función. El amor es uno y compartir es parte del amor. Si tengo amor, no necesito perdonar.
Creo que la vida es sentir a Dios. Y su poder que está dentro de mí. La vida es sentir en todo lo que veo su presencia.
Quiero ver y sentir en cada relación que mantengo con mi familia, novio o pareja, amigos, vecinos, políticos, motorizados, y hasta delincuentes, al Dios creador que se esconde y está en ellos.
Ver todo y a todos como uno solo, sentir en todo que somos uno.
Sólo teniendo la visión de Cristo lo lograré.
Espero siempre conocer personas que estén de acuerdo conmigo y también conoc
Los gritos y la agresividad son señales de debilidad e inseguridad y si juzgo proyecto lo que mi alma quiere sanar en mi misma.
Podemos cambiar… o no… No hay norma, ni parámetro al respecto.
De todo lo que nos ocurre podemos sacar provecho positivo o negativo, yo espero darme cuenta de lo positivo en cada cosa que me sucede, para el bien de mi alma, mi mente y mi espíritu.
Espero nunca dejar de sorprenderme y darme cuenta de los milagros que suceden en mi vida.
Espero todavía poder seguir sintiendo cosas que nunca he sentido.
Creo que lo que más importa es sentirnos plenos, satisfechos, saludables, abundantes y amorosos.
Me gustaría vivir una vida en la cual me sienta alegre, feliz y orgullosa, pero si no es así, espero tener la fortaleza para empezar de nuevo y alcanzar estos deseos. Sólo quiero fluir con el plan divino que me toca expresar.
Si actualmente no me siento bien, hoy puedo elegir de nuevo.
Nunca es tarde…
Siento que como no hay límite en el tiempo, podemos empezar cuando queramos.
Por eso -ya que el tiempo no existe sino sólo un eterno ahora- creo que nunca es demasiado pronto o demasiado tarde para llegar a ser quienes queremos ser, para amar y ser amados.
Después de esta reflexión dejaré de buscar para comenzar a servir. Dejaré de pedir para comenzar a dar. Dejaré de reclamar y comenzaré a agradecer. Dejaré de sufrir y comenzaré a estar en paz.
Pienso que la madurez no depende de la edad. Siento que madurar es un despertar, un florecimiento interno, es cuando nos transformamos en mejores personas, cuando sentimos que dar y recibir es igual.
Es un proceso donde dejo de culpar a otros por mi sufrimiento y es cuando comienzo a ¡vivir en paz ya!
Reconozco que sólo quiero sentir la presencia de Dios aquí y en el eterno ahora.