A estas alturas creo que la falta de atención está en el origen de casi todos los problemas (profesionales, personales, sociales… y hasta políticos
Según parece, nuestro cerebro se ha ido configurando para responder -por defecto- de una forma empática. Nos cuentan que las llamadas “neuronas espejo” reflejan automáticamente los estados emocionales de las personas sobre las que centramos nuestra atención. Lo “único” que hace falta es detenerse y mirar a la otra persona con cierta atención. Pero claro, para eso parece que últimamente tenemos muchas dificultades.
LA DESCONEXIÓN
Cuenta Goleman la anécdota de que se ha acuñado una nueva palabra en inglés para referirse a esa nueva emoción que surje cuando alguien responde a su smartphone interrumpiendo o dejando la conversación que tenía con nosotros. La palabra es “pizzled” y viene a ser una combinación de confundido+enojado.
Todos sabemos que esto no es más que una pequeña muestra de una nueva realidad en la que es frecuente no aprovechar las oportunidades de ayudar porque tenemos el foco desviado: “no tenemos tiempo” y tenemos otras preocupaciones que no nos permiten estar presentes. De algún modo, el llamado efecto spotlight nos hace vivir como si fueramos el centro del universo y no nos deja ver las consecuencias de cada uno de nuestros “pequeños” actos del día a día. Y así, casi sin quererlo, empezamos a utilizar el mismo mecanismo que un asesino en serie para poder desconectar de sus víctimas: poner en off esa parte de nuestro cerebro que es responsable de la conexión con otros.
Quizás esto no nos convierta en “asesinos en serie” pero sí que nos hace responsables de, por solo poner un ejemplo, no ser conscientes de las consecuencias que tiene para el medio ambiente o la sociedad una determinada compra que hacemos.
PARA ESTAR EN “ON”
El coaching puede ser una herramienta eficaz porque opera favoreciendo la reactivación de la atención de cara a una nueva toma de conciencia de las cosas. Pero muchas veces no es necesario ir tan lejos. Quince minutos de atención sobre esta charla de Daniel Goleman -en la que abunda sobre todas estas cosas- puede ser una forma eficaz de reenfocarnos: