El problema es el siguiente: si quieres irte a dormir más temprano, pasar más tiempo con tus hijos, hacer más deporte, leer más libros, cocinar más, y volver a estudiar, tendrás que renunciar a algo. Es cuestión de matemáticas. Lo puedes tener todo, siempre que quepa dentro de 24 horas.
Si estás suscrito a mi boletín has visto mi mapa de ideas para este año. Y para no perder el equilibrio también he hecho una lista de cosas que dejaré de hacer. Inspirado por Shakira, renunciaré a lo siguiente:
- Renuncio a los chocolates a media noche.
- Renuncio a las listas de tareas interminables - si alguna tarea entra otra tiene que salir.
- Renuncio a Twitter y Facebook en el móvil.
- Renuncio a mirar el móvil mientras voy por la calle.
- Renuncio a callarme - mis hijos crecerán cantando conmigo.
- Renuncio al chándal - y volveré a utilizar la ropa bonita que tengo.
- Renuncio a pedir permiso por vivir mi verdad.
- Renuncio a pedir perdón por ser como soy.
- Renuncio al miedo de hablar con desconocidos.
- Renuncio a sentirme intimidada por tener que llamar por teléfono.
- Renuncio a ser la madre y esposa perfecta.
- Renuncio al qué-dirán.
- Renuncio a esconderme detrás de una máscara porque es más cómodo.
- Renuncio a terminar los libros que no me gustan.
Renuncio a todas estas pequeñas concesiones que parecen una buena idea en el momento, y que a la larga me quitan la energía. Quiero recuperar la consciencia plena de aquellas cosas que me hacen sentir en paz conmigo misma - sin culpabilidad ni rencor ajeno.
Qué hay en tu vida que te hace sentir agobiada al punto de decir "¡así no!". ¿Qué piensas hacer al respeto?