Estoy completamente de acuerdo con esta reflexión de Iñaki Gabilondo. El virus no es de la izquierda ni de la derecha, el virus no es de China, de Italia ni de España. Es de todos. Y como parte de la globalización cada uno tenemos una corresponsabilidad en su origen (sobreexplotación del territorio, abuso de recursos, consumismo descontrolado, nacionalismos exacerbados) y también asumimos esa corresponsabilidad en acabar con él. Nos quedamos en casa.
Tenemos un montón de tiempo para pensar y, aunque a ratos pensemos que eso no cambia nada, lo cambia todo. Por primera vez el mundo nos ha dado una bofetada en toda la cara para recordarnos que somos muchos y debemos estar unidos. Y lo ha hecho de la forma más dolorosa que existe: poniendo en juego nuestra vida. Ante esa amenaza respondemos todos porque sabemos que por encima de fronteras, de políticas enfrentadas y de crisis económicas seguimos estando nosotros, las personas, las familias, los amigos. Nosotros. Que no hay nada más. Que hasta para insultar a través de redes sociales necesitas estar vivo antes. Y para estar vivo necesitas parar este virus y quedarte en casa. No sirve darle más vueltas.