Estereoscópico

Por Photosatriani @artimprove

Estereoscópico es un proyecto llevado a cabo con innovación, cariño y profesionalidad, una exposición conmovedora, un libro que todos deberíamos tener y sobre todo es una historia bellísima. Como bien se cuenta en la sección “making off” del libro realizado por Estudios Durero, todo empezó cuando, un día la nieta de Jesús de Echebarría abrió un armario de su casa y se encontró con un “tesoro” hecho de más de 2.000 placas de cristal con fotografías estereoscópicas, que resalían a los primeros años del 1900. Considerando que las primeras fotografías estereoscópicas se datan alrededor del 1850, Jesús de Echebarría fue seguramente un precursor de dicha técnica. A partir de allí, el olfato y la voluntad de Konrado Mugertza (marido de la nieta de Jesús de Echebarría), el también fotógrafo y la gran profesionalidad del equipo de Estudios Durero, con Ander Soriano a la cabeza, han transformado este “tesoro” en algo que todos podemos disfrutar. Mi primer contacto con esta historia fue cuando entré a ver Estereoscópico en un local de Algorta y en el ámbito de GetxoPhoto; me dieron una gafas parecidas a las que se usan para ver una película 3D y de repente me sentí como en una máquina del tiempo que me transportó al comienzo del siglo pasado en la Bilbao y en la Euskadi rural de aquellos años. Unas fotos en 3D de gran formato, tanto que las personas parecían a tamaño natural y que simulaban la visión estereoscópica de las originales placas; era como sentirse parte de aquel mundo. A pesar de ser simplemente un vasco adoptado y por lo tanto sin tener en mi “la nostalgia de estas raíces”, me emocioné profundamente con aquella experiencia porque se me activaron sentimientos universales en los que percibes de ser parte de una historia en la que tú eres porque otros fueron antes y estos otros estaban allí y les podías casi tocar! Quise entonces conocer quién era Jesús de Echebarría y quien había hecho posible este momento tan mágico, hasta llegar a Estudios Durero y a Cristina Velasco que me invitó a visitar las oficinas y con la cual hablé de este magnífico proyecto del cual ha sido la responsable.

Con gran amabilidad, Cristina me ha dado una serie de fotos que ilustran perfectamente el proceso seguido y que comparto a continuación

Lo que aquí parece sencillo, en la realidad ha sido un largo proceso de exploración y de ajustes finos; algunos ejemplos: una vez escaneadas las places a alta resolución, se han ampliado para obtener las fotos a tamaño natural; todas las imperfecciones han asumido un tamaño que rendía imposible una impresión aceptable, por lo tanto cada una de las lastras escaneada ha sido antes objeto de un paciente trabajo de retoque para quitar las imperfecciones. Otra gran dificultad ha sido la obtención del anáglifo, que es la imagen que tiene embebidas las dos fotos que constituían la imagen estereoscópica original; para llegar al anáglifo, hay que superponer dos placas (una azul y la otra roja); la mayor dificultad fue la de encontrar el punto justo de “deslice” entre las dos fotos para que el ojo humano pudiera ver una imagen 3D nítida, usando las gafas. A continuación podéis ver el resultado final de todo este trabajo en una “caja de luz” preparada para la exposición que hubo en el Museo Guggenheim.

La semana que viene el post hablará de una amiga con la mejor progresión artística en el último año…