Si sientes que está débil la luz de tu linterna, y a veces te parece que la esperanza muere, recuerda esta verdad eterna: ¡estoy hech@ de luz, y ya nada me hiere! Si acaso el escenario de tu vida ha cambiado, y ahora la incertidumbre de pesares te embarga, declara desde el templo de tu Ser elevado: ¡Estoy hech@ de luz, y ya nada me amarga! Y si las circunstancias se presentan duras, y un fantasma de dudas y temores te acosan, recójete en tu alma, y afirma con premura: ¡Estoy hech@ de luz, y ya nada me roza! Recupera de prisa, hermana de viaje, tu memoria más pura, más luminosa y sabia, y ordena aún en el medio de ofensas y de ultrajes: ¡Estoy hech@ de luz y ya nada me agravia! No estás sola hermana, ni aislada, ni indefensa, tienes dentro de ti la mejor remembranza, la que te hace decir, mientras vas por lo denso: ¡Estoy hech@ de luz y ya nada me alcanza!.. Tenlo presente hermana, si es que la desazón quiere hacer de tu vida una pesada cruz, repite en silencio desde tu corazón: Nada puede afectarme, ¡¡¡Estoy hech@ de Luz!!!(Desconozco el autor)