Estrenos: Duna

Por Androsmalv

"Un desierto es un lugar sin expectativas".                                   Nadine Gordimer.


Es innegable que las buenas películas de ciencia ficción, son grandes lectoras de su tiempo, así como discursos reflexivos que no escapan a la política, el medio ambiente y lo religioso, o por lo menos, es lo que pudimos percibir  en la última película del canadiense Dennis Villeneuve, en su adaptación de Dune, la épica saga literaria creada por Frank Herbert. El canadiense, fiel a su estilo, no sólo nos presenta un Blockbuster de aventuras espaciales sino una tragedia, que se cuestiona la naturaleza humana, el poder y en cierta medida, el mesianismo con tintes tanto religiosos como sociales, elementos más cercanos al espíritu de este libro escrito en el meridiano de los años 60, pero muy propicio a esta época de hipercapitalismo, preocupaciones ecológicas y caudillismos, haciendo de ésta, una obra más adulta - como lo reconoce el mismo director-, cerebral y distanciada en términos narrativos, a pesar de su gran presupuesto.

Para Villeneuve, este no es su primer encuentro ni con la ciencia ficción, ni con la adaptación de obras de culto o clásicas dentro de este género; en las qué además de haber salido airoso, sigue con su estilo, uno donde prima, una sobria puesta en escena, gran trabajo fotográfico, la complejidad de la psique humana y una atmosfera, consecuente con lo anterior, que da pie, a la pausa, la reflexión y adentrarnos en los conflictos personales de una cosmogonía tan compleja, como las que muchas veces, se plantea la ciencia ficción; esto no quiere decir que al director canadiense no le importe la espectacularidad (visual - narrativa) sino que ésta, hace parte de ese conjunto, que es un relato cinematográfico, en el que hay capas, pausa y tránsitos que enriquecen a la obra. Y en eso Villeneuve es un experto, sólo hay que revisar Prisoners (2013), Arrival (2016) y su última obra, en la que debemos reconocerle, que es uno de los grandes Hollywood, que aún mantiene sus huellas, y personalidad cinematográfica.  


Escrito a  varias manos, el guion de Duna no sólo es la adaptación de la novela de Frank Herbert, sino un manifiesto del propio Villeneuve, por darle nuevamente adultez al género de la ciencia ficción, no sólo en términos narrativos sino estructurales, donde se puede profundizar en diversos contextos, sin perder la esencia del space opera; porque Duna es una aventura espacial, diez mil años en el futuro, en el que los enfrentamientos interplanetarios, traiciones, sueños, especias mágico-religiosas, gusanos de arena y premoniciones hacen parte de un relato, de una cosmogonía en la que lo ecológico, la devastación y el poder son reflejos del tiempo en la que fue escrita y concebida como película.  Eso sí, como trama, Duna es una tragedia shakesperiana, en la que la traición y el control, son los ejes por los que se mueve un heroísmo atípico, un camino del héroe, no sólo repleto de arena sino de sangre, y de una sombría guerra religiosa.Eso si, la película se centra en Paul Atreides, heredero e hijo de la casa Atreides, quienes viajarán al peligroso planeta - desierto Arrakis, no sólo para mantener la paz sino administrar "la especia", una droga tan poderosa como milenaria. Es decir, que no sólo nos enfrentamos  narrativamente a un coming of age, camino del héroe sino a un destino místico con fines mesiánicos, ya no tanto para lograr la paz, sino encontrar en la guerra, el verdadero destino del mundo.La paradoja del desierto 
Es evidente, que el desierto es protagonista de la obra, no sólo como espacio físico sino como esencia del relato, la dureza a la que se enfrentan los hombres,  pero a la vez su fragilidad, sus cambios, peligros y ante todo, naturaleza imprevista. Pero igualmente dentro del contexto, el desierto es lo que hace poderosos a los Fremen, la tribu que habita dicho planeta, es lo que le da validez a la "especia" y en cierto modo, el reverso de la normalidad a las que las otras casas -planetas está habituadas; es decir, lo desértico, es la paradoja del destino de Paul Atreides, y en cierto modo, de dicha humanidad.Cabe recordar que para Herbert y para Villeneuve,  el desierto, es la metáfora -imagen de la sobreexplotación de los recursos, tan en boga hace 60 años como al día de hoy, sólo que la visión de Villeneuve puede estar más cerca de lo fatídico y agreste que nos muestran
Villeneuve siempre ha sabido rodearse de los mejores, en su equipo técnico, y en este caso el trabajo fotográfico de Greig Fraser, no decepciona, no sólo por sus abiertos y épicos  planos - que parece redundante- , sino porque logra aunar un paisajismo que está entre el naturalismo y la artificiocidad, propia de este tipo de obras. Fraser, que ha encontrado en su fotografía panorámica y de aventuras un nicho importante, juega muy bien con los contrastes y la rudeza del paisaje.
Cabe destacar el trabajo de montaje de Joe Walker, habitual en el trabajo de Villenueve, quien es el que le da el ritmo y la estructura a la obra, su sobria edición, es también lo que hace que sea una obra mucho más reflexiva, pero no ajena a elementos espectaculares - la secuencias se acción son realmente efectivas -.
Música del desierto Además de un excelente diseño sonoro, el trabajo musical de Hans Zimmer es el que mejor recoge el espíritu de la película, sonidos evidentemente orientales, con componentes electrónicos y orquestales, que emulan esos movimientos de la arena,  la fugacidad del tiempo y  ecos religiosos, que entre lo místico y poderoso, se desenvuelven las notas del compositor alemán.Hay que reconocerle a Dune, que su trabajo sonoro, es envolvente, pero a la vez lleno de contrastes, no sólo en su ambientación sino en toda la parte instrumental, dándole mayor riqueza a lo que vemos; un sonido que como el desierto, está lleno de formas, contradicciones y extraña belleza.
Aunque el protagonista de esta obra sea Timothee Chamalet, quien realmente se lleva el peso actoral es Rebecca Ferguson, actriz sueca - que veo por primera vez -, pero que ofrece no sólo una gran interpretación sino una cargada de contrastes, y dualidades, muy afín, a esa orden oscura a la que pertenece.Cabe destacar lo papeles de Momoa, Bautista y Brolin, como la fuerza bruta de la obra, los héroes, que en este caso, la propia épica de Dune los consume, dándole más relevancia a su misma condición trágica- heroica. Una duna de dudas y expectativas 
Creo que Villeneuve, es un director que ha sabido responder a las expectativas de esta obra, asumiendo un riesgo importante, no en términos narrativos, sino en una estructura cinematográfica acostumbrada al exceso, al sobresalto y la desmesura, además de un público infantilizado, que cuando no hay una descarga de sensaciones, cree que no está pasando nada; y en eso el canadiense no da concesiones, y hace su propia interpretación de lo que es el cine de aventuras, un cine cerebral, distanciado, pero que,  para la fortuna de muchos, sale avante.

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