Los estudios filogenéticos son aquellos que se ocupan de la evolución de la lengua a través del tiempo. La gramática histórica es uno de ellos. De hecho, para muchos lingüistas, los estudios mencionados están constituidos únicamente por las dos divisiones de la gramática histórica: la interna y la externa.
En este artículo intentaremos despejar las posibles dudas sobre el tema.
- Diferencias entre ontogenia y filogenia
A lo largo de su natural proceso de desarrollo, las lenguas pueden estudiarse conforme a los postulados de dos disciplinas distintas: la ontogenia y la filogenia. La ontogenia describe la adquisición de la lengua por parte del hablante; la filogenia, los cambios que experimenta la lengua a través del tiempo.
Suele decirse que la ontogenia sintetiza los hallazgos de la filogenia, ya que los cambios que se registran en la adquisición del lenguaje por parte del hablante replican, aunque mucho más lentamente, los cambios que sufre la lengua a lo largo de su historia.
Ahora bien, con el nombre de filogenia o estudios filogenéticos se denomina, además, a la gramática histórica, disciplina que, a su vez, se divide en dos grandes ramas: la gramática histórica interna y la gramática histórica externa. Si bien ambas ramas trabajan en conjunto, su capacidad exegética es bastante desigual en términos cuantitativos. Con la gramática histórica interna se pueden explicar la mayoría de los cambios lingüísticos ocurridos en cualquier lengua; con la gramática histórica externa, por el contrario, se pueden explicar pocos cambios, pero aquellos que sí pueden explicarse suelen ser de gran importancia desde el punto de vista cultural y social, pues evidencian aspectos esenciales de la relación entre la lengua y la cultura de una sociedad.[1]
2. Sobre la gramática histórica internaLa gramática histórica interna, como su nombre lo indica, estudia los cambios lingüísticos en tanto ajustes internos del sistema de la lengua, independientemente de los hechos históricos que haya experimentado la comunidad de usuarios de esa lengua. Esta rama de la gramática histórica puede explicar buena parte de los cambios lingüísticos, tanto es así que más del 90 % de estos cambios, en casi todos los idiomas, tiene su origen en motivaciones de naturaleza interna.
Pongamos un ejemplo. La terminación del genitivo indoeuropeo en latín *-as se convirtió en la terminación de genitivo de la primera declinación -ae a través de dos cambios fonéticos muy frecuentes: por un lado, la aspiración de la -s final y, por el otro, el alargamiento compensatorio de la vocal anterior: *-as > > a: > -ae. Se trata, como puede advertirse, de un cambio fonéticamente regular, que explica más del 90 % de la morfología de la primera declinación latina. Observar y explicar este tipo de fenómenos es asunto de la gramática histórica interna.
3. Sobre la gramática histórica externaLa gramática histórica externa estudia los cambios lingüísticos en tanto producto del devenir histórico y cultural de la comunidad de usuarios de una lengua.[2] Los cambios más estudiados por esta división de la gramática histórica son aquellos provocados por el contacto con otras comunidades lingüísticas. De todos ellos, el más conocido es el préstamo.
Daremos un ejemplo. Algunos genitivos de la primera declinación latina terminan en -es y no en - ae, como se esperaría de una normal evolución interna, y así, tenemos: musica- musices, rhetorica- rhetorices, etc. Estos genitivos en -es son préstamos del griego, y se explican por la gran influencia que la cultura griega ejerció sobre la romana.[3] Como los sustantivos musica y rhetorica se referían al mundo de la cultura, el préstamo pudo prosperar sin mayores dificultades.[4]
Algo parecido sucedió con muchos vocablos que pasaron al inglés a través de la lengua francesa. Gran parte de estos vocablos poseían el morfema -able, derivado del latín -abilis. Originariamente, este morfema solo se unía a palabras de origen latino; no obstante, el sufijo se independizó y comenzó a unirse a palabras de origen germánico, como drinkable o eatable, sufijaciones que, en inglés antiguo, hubieran sido poco menos que impensables.
En suma, la gramática histórica externa se ocupa fundamentalmente de los niveles superficiales del sistema lingüístico, esto es, de aquellos niveles que se manifiestan, sobre todo, en los modos o hábitos de pronunciación, ya que estos son los más permeables a las modificaciones propiciadas por el contacto cultural. Los fenómenos morfosintácticos, en cambio, operan en el nivel más interno de la lengua y, por consiguiente, suelen ser mucho más renuentes a este tipo de presiones.[5]
[1] Véase Winfred P. Lehmann. Introducción a la lingüística histórica
[2] Para entender mejor el concepto de cambio lingüístico, recomiendo leer otro de mis artículos: ¿Qué se entiende por cambio lingüístico? .
[3] Recordemos que la persona que orientaba la educación del niño y adolescente romano solía ser griego, y que los romanos, por lo general, sentían una gran admiración por la cultura griega, hecho que queda evidenciado en la apropiación, por parte de los romanos, de modelos arquitectónicos, educativos y sociales propios del mundo helénico.
[4] Véase Heinrich Lausberg. Lingüística románica (Vol. II), Madrid, Gredos, 1965.
[5] Es importante insistir en lo siguiente: la gran mayoría de los cambios lingüísticos se explican a través de la gramática histórica interna y no a través de la externa, más allá de que ambas divisiones sean complementarias en cuanto al tipo de respuestas que puedan ofrecerle al filólogo o lingüista.