Por desgracia, los pies son los grandes olvidados de nuestro cuerpo, sobre todo cuando llega el verano. Durante el año, los pies van protegidos dentro del zapato cerrado, pero cuando llega el buen tiempo los dejamos al descubierto y, por tanto, en contacto directo con todo tipo de superficies… Los mojamos más, los exponemos durante horas al sol y, muchas veces, no los protegemos debidamente.
Según diferentes estudios, las personas son conscientes de los riesgos que comporta el calor para su cuerpo, por lo que utilizan cremas solares, beben agua, reducen el estrés, etc. Pero tienden a olvidarse de los pies.
El calor provoca que nuestros pies se deshidraten y la flexibilidad de la pies disminuya, agrietándose. Esto puede remediarse si sabemos cómo.
¿Cómo cuidar tus pies?
Crema hidratante: es imprescindible para evitar la deshidratación y perder la flexibilidad. Os recomendamos aplicarla por la noche ya que los pies no están en contacto con nada y además no sudan tanto.
Crema solar: siempre que lleves los pies descubiertos es importantísimos ponerles crema solar ya que están en contacto con el sol y muchas veces no nos damos cuenta.
Calzarse correctamente: aunque vayamos en sandalias es clave ponerse un zapato adecuado, que no nos cause lesiones. Recomendamos usar zapatos o sandalias sujetos por el tobillo y que tengan también una buena sujeción en el ante pie, gracias a esto el pie quedará bien sujeto y no sufrirá tanto.
No abusar de las chanclas
Las chanclas en verano nunca pueden faltar, pero un uso excesivo puede dañar nuestros pies. Se recomienda usarlas únicamente en piscinas, playas o ambientes húmedos.
Si caminamos con ellas estamos expuestos a sufrir lo que se conoce como: marcha antiálgica. Esto significa que acortamos el paso, basculamos muchísimo más y trabajamos más muscularmente. Las consecuencias pueden ser: sobrecarga a nivel de cadera, gemelos y glúteos.
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