Algunos de los factores que suelen influir dentro de las razones por las que la gente suele comer entre comidas son:
Un estilo de vida apresurado y estresante, en el que la ansiedad está a flor de piel.
Comer como respuesta emocional para evitar enfrentarse a alguna situación de miedo, estrés o inseguridad.
La tentación de tener comida rápida a mano (normalmente de bajo contenido nutricional y con un envase atrayente) a cualquier hora.
La falta de satisfacción con las comidas principales ingeridas, por lo que se desarrollan antojos.
Si a todo eso le sumamos unos hábitos alimentarios deficientes, bajos en fibra soluble (verduras, fruta, cereales integrales) y altos en grasas saturadas (carne, mantequillas, embutido, platos pre-cocinados, fritos, etc..) acabará minando la salud y arruinando la figura.
Para salir de ese círculo vicioso es importante ser consciente del problema. Sí, picotear o comer entre horas puede convertirse en un problema, hábito y si me apuráis, hasta adicción.
Si se os antoja algo dulce entre horas, (¡ay, los bajones de glucosa!) podéis optar por una pieza de fruta o batido casero a base de verduras y/o frutas.
Son varios los nutrientes que fortalecen los nervios y calman, (en parte), la sensación de nerviosismo que acompaña a la ansiedad. Es por este motivo que conviene revisar con detenimiento la alimentación de cada uno, incluso cuando se plantean dietas hipocalóricas de corta duración. Asimismo, se debe comprobar si se ingieren alimentos ricos en magnesio, triptófano y vitaminas del grupo B, entre ellas la B6, la B1 y la B12.
Besos desde mi blog!!!