Las infecciones gastrointestinales pueden ser bacterianas ( E.coli, salmonellas ..) o víricas (enterovirus) y algunas, como la salmonella, se convierten en verdaderas amenazas para la salud cada verano. El calor y la humedad favorece el desarrollo de virus y bacterias, así como la formación de toxinas ya que los alimentos expuestos al aire actúan como caldos de cultivo.
La gastroenteritis se caracteriza por diarrea, náuseas, vómitos y dolores abdominales. Cuando los síntomas son severos puede provocar deshidratación, lo que resulta muy peligroso sobre todo para niños muy pequeños, ancianos y personas que llevamos un trasplante renal. En estos casos hay que estar muy atentos y si en unas horas no cesa, se debe acudir urgentemente al hospital.
Por eso es muy importante tener presente algunos consejos para evitar en lo posible el contagio:
- No dejar ningún alimento cocinado fuera de la nevera, pues en verano en pocas horas puede descomponerse.
- Hay que tener mucho cuidado con los huevos, y con las salsas preparadas con huevo crudo, como la mayonesa, pues hay riesgo de que contengan salmonela.
- Lavarse muy bien las manos antes de ingerir o manipular alimentos.
- Limpiar muy bien todos los utensilios de la cocina, y si usas una madera para cortar y trocear, no usarla después de cortar carne cruda para otro alimento sin haberla limpiado bien.
- No romper la cadena del frío cuando compremos congelados y si por algún motivo vamos a tardar más en llegar a casa, usar una bolsa isotérmica.
- Si vas de viaje a lugares exóticos, no beber agua que no sea embotellada, ni beber refrescos con hielo.
- Cuando el calor aprieta, hay que comprobar el estado de los alimentos. El olor es una señal de que el alimento no está en buenas condiciones, así como la apariencia y el color. No comer o beber nada de lo que tengamos la más mínima duda de su estado.
Ana Hidalgo