Y todo esto viene a cuenta porque hace unos días asistí a la exposición que el MNAC de Barcelona ha inaugurado sobre arte moderno desde el siglo XIX hasta el 1950.
El artista moderno se definía así mismo como un inconformista contrario a los convencionalismos de la sociedad burguesa aunque el arte formaba parte de un mercado de lujo en el que los burgueses eran sus únicos clientes.
El artista moderno se mostraba como un ser bohemio, ingenuo y loco poseído por la inspiración. Sus peinados e indumentarias más o menos excéntricas, no eran más que un intento de mostrar a la sociedad su individualismo rebelde, bohemio y a veces un poco dandy.
En un tiempo en el que todo parece cambiar a la velocidad del rayo es grato ver que los conceptos estéticos no han cambiado tanto porque tienen que ver con lo espiritual y lo espiritual no cambia, sólo cambian las palabras para denominarlo.
¿Estáis de acuerdo?