Para la 33ª Bienal de São Paulo, su curador Gabriel Pérez-Barreiro propone repensar y evolucionar el papel curatorial. Su propuesta es distribuir el poder de toma de decisiones y centrarse en las relaciones creativas entre procesos y artistas mediante un “sistema operativo” alternativo para arrojar luz sobre la manera en que los artistas articulan y entienden tanto su propia obra como sus comunidades creativas.
Siete artistas de diferentes orígenes, generaciones y prácticas artísticas fueron invitados por Pérez-Barreiro a concebir una exhibición grupal en la que sus propios trabajos son puestos a dialogar explorando sistemas operativos alternativos. Es decisión de cada artista seleccionar con qué o quién se establece dicho diálogo. Puede tratarse de otros artistas, otras obras, otros procesos, o incluso otros profesionales no artistas, u otros objetos no artísticos.
“Al relacionarse directamente con el artista, este modelo privilegia el proceso y la afinidad en el diálogo con una larga tradición de artistas que actúan como curadores”, explica Pérez-Barreiro. Las siete exposiciones colectivas se complementarán con diversas exposiciones individuales seleccionadas por el curador jefe.
Afinidades afectivas es el principio rector de esta Bienal. La expresión reúne el concepto de Goethe de Afinidades electivas (1809) y la tesis de Mário Pedrosa “Sobre la naturaleza afectiva de la forma en la obra de arte” (1949). “Me inspira el compromiso de Pedrosa con la diversidad de los lenguajes artísticos, su convicción de que el arte es una expresión de libertad y experimentación, su fe en el artista y el papel social y transformador que el arte puede desempeñar al expandir la sensibilidad”, explica Pérez- Barreiro.
El título no es claramente un tema para la exposición, sino que refleja la forma en que fue concebida. Al igual que en el libro de Goethe, los curadores de la 33ª Bienal de São Paulo están interesados en mostrar vínculos y afinidades artísticas y culturales y las múltiples influencias que son intrínsecas al proceso artístico. Como resultado, la Bienal tendrá siete muestras diferentes curadas por los siguientes artistas:
Alejandro Cesarco centra su investigación en artistas que trabajan en traducción e imagen; Antonio Ballester Moreno propone un diálogo con referencias que tocan la historia de la abstracción y su relación con la naturaleza, la pedagogía y la espiritualidad; Mamma Andersson examinará la figuración en la tradición de la pintura, desde el arte popular hasta el arte contemporáneo; Sofia Borges investigará la tragedia y la forma ambigua; Waltercio Caldas desarrollará una reflexión histórica sobre la forma y la abstracción y Wura-Natasha Ogunji reunirá a un grupo de artistas que trabajan con la proximidad, compartiendo temas sobre la identidad y la diáspora africana; y Claudia Fontes activará problemas relacionados con la relación entre arte, narrativa e interpretación.
Hablamos con ella acerca de su participación. Este es el resultado de nuestra conversacion.
ChS: ¿Cómo fue tu proceso curatorial?
La propuesta que recibí fue compleja: no era una invitación sólo a mostrar mi obra, tampoco una invitación solamente a curar una muestra, sino a mostrar mi obra en el contexto de una muestra curada por mí misma. Había muchas maneras de utilizar esta oportunidad, y yo elegí la que me resultó más valiosa. Para mí lo más interesante de la propuesta de Gabriel es su aspecto experimental. Me parece una oportunidad maravillosa el poder utilizar una bienal como un laboratorio donde tomar riesgos sobre nuestra propia práctica, y en hacerlo de manera colectiva con una muestra grupal.
Al principio me costó bastante ordenar el proceso creativo: si primero tenía que hacer mi obra y luego construirle el contexto con la obra de otros, o si todo tenía que suceder al mismo tiempo, o si mi obra tenía que entrar en diálogo con las demás hacia el final, cuando ya entendiera yo cuál era el contexto en el que la mostraría. Al final el mismo proceso de trabajo me ordenó e hizo aparecer la solución, y terminé resolviendo mi obra cuando ya supe lo que harían todos los demás.
En realidad debería haberlo entendido antes, ya que desde el comienzo supe que quería que mi obra funcionara como un comentario del total, a modo de ’texto’ curatorial, y armé un marco de trabajo que tiene dos niveles de lectura, en una estructura de ‘cajas chinas’. Por un lado la muestra podrá verse como una colección de obras que dialogan entre sí, pero por otro se puede acceder también a un hilo conductor que, lejos de ordenar el sentido de todas las obras bajo una misma idea o concepto, las toma como puntos de partida desde donde disparar nuevas líneas de sentido.
ChS: ¿Cómo seleccionaste a tus artistas?
La primera decisión que tomé fue la de elegir compartir un proceso creativo con artistas que generaran obras nuevas en el contexto de procesos creativos que si bien fueron individuales, tuvieron una referencia en común, que fue ‘el pájaro lento’. Seleccioné entonces a los artistas no tanto por sus obras ya existentes sino por el potencial del proceso creativo que, o conocía de antes, o creí percibir en su obra. Consideré incluir una diversidad de procesos creativos que se alimentaran y cuestionaran entre sí, y busqué entonces artistas que vinieran de prácticas y lenguages artísticos diferentes: escultura, dibujo, instalación, cine, música, video, pintura y literatura. Hubo un solo caso, en el que la invitación fue a mostrar una obra específica que encontré hacia el final de mi proceso de búsqueda. Quedé fascinada con ella, no podría haber encajado mejor en lo que ya estaba visualizando. Esa obra terminó funcionando un poco como el epígrafe de un libro, en tanto que fue la única que los demás artistas vieron a modo de referencia antes de embarcarse en sus propios procesos creativos. Invité así a Paola Sferco (Córdoba, Argentina, 1974), Sebastián Castagna (Argentina/Reino Unido, 1965) Elba Bairon (Bolivia/Argentina 1947), Ben Rivers (Reino Unido, 1972), Daniel Bozhkov (Bulgaria/EEUU, 1959), Katrín Sigurdardóttir (Islandia/EEUU, 1967), Žilvinas Landzbergas (Lituania, 1979) y Roderick Hietbrink (Holanda/Noruega, 1975). Con algunos de ellos había compartido espacios de discusión y proyectos y los conocía de antes. Con otros quise tomar el riesgo de elegirlos a partir de su obra y nos fuimos conociendo en el camino.
Chs: Sé que no podes describir las obras de tu sección (por pedido del curador), pero … ¿podrías al menos darnos algún tipo de pista acerca de ellas?
“El Pájaro Lento” es un conjunto de obras que se fueron adaptando las unas a las otras en el espacio a partir de un mismo punto de partida: la imagen del pájaro lento.Esta imagen surgió en respuesta al ejercicio de estar presente en el espacio donde tendrá lugar la bienal -el edificio modernista diseñado por Niemeyer- y vivenciar la sensación vertiginosa e inabarcable que éste propone al cuerpo del visitante. Esta velocidad contrasta con otra temporalidad que convive en paralelo en el ecosistema natural que aún sobrevive en el Parque Ibirapuera, donde se emplaza el edificio, y que cuenta con la presencia recurrente de 119 especies de aves que toman el parque -y el Pabellón Ciccilo Mattarazzo- como estación de descanso. Dos vivencias del tiempo y modos de estar en el mundo que, aunque opuestos, conviven en un mismo territorio.La imagen del pájaro lento surgió de preguntarse en qué ocasión sentirá vértigo un pájaro. Entiendo las experiencias de velocidad y lentitud como experiencias políticas que padecemos ante todo en nuestros cuerpos: modos de estar y percibir que influyen en cómo entendemos el espacio, las distancias que nos separan, y las conexiones azarosas que pueden darse entremedio. En el último siglo nos hemos dedicado a entrenar a nuestra especie desde temprana edad en el desprecio por la lentitud y en el deseo de velocidad. Como resultado, nos cuesta imaginar un modo diferente de estar y de prestarnos atención entre nosotros y a nuestro entorno. Basada en esta lectura somática del edificio es que surgió la imagen del pájaro lento como un antídoto a ese ideal de velocidad, y con la ambición de generar condiciones de observación que atraigan y retengan la lectura atenta del visitante. Los artistas de mi muestra trabajaron en base a esa imagen, pero cada cual la trabajó e interpretó a su manera. El resultado es una muestra sin tema específico, con obras que se vinculan entre sí por el punto de partida pero no necesariamente por el punto de llegada.
ChS: ¿ Cómo fue tu experiencia en la articulación/intercambio con la Bienal y Perez-Barreiro?
Excelente. Recibí hasta ahora mucho cuidado profesional y atención tanto de parte del curador como del personal de la bienal, que trabajan de una manera muy fluida y creativa. La bienal como institución tiene una ética de trabajo admirable, basada en una enorme disposición para solucionar problemas de manera colectiva, a través del intercambio y combinando habilidades, conocimientos y capacidades individuales de un modo muy enriquecedor. No sé si esta experiencia se podría haber hecho en otra institución. El curador ha sabido también generar un clima de trabajo muy armónico, y el disparador de ese clima fue la enorme confianza que nos hizo sentir a lo largo de todo el proceso. Particularmente en mi caso esto ha sido de gran relevancia, porque el modo en que elegí trabajar es muy abierto y, como cualquier otro proceso artístico, contempla cambios en el camino y ser capaz de navegar en la incertidumbre. La única manera de hacerlo exitosamente y con plenas capacidades es recibiendo esa confianza, un gran regalo.
ChS: ¿ Cómo fue tu experiencia como curadora de una (parte de una) bienal tan importante, en general es una avenida que te gustaría seguir transitando? ¿ Estás contenta con lo que lograste, al menos hasta el momento previo al montaje e inauguración?
Últimamente bromeo con que mi carrera curatorial no bien acaba de comenzar, que ya casi se termina. Disfruté mucho del ejercicio intelectual de encontrarle una resolución metodológica al desafío del doble rol artista/curadora, y creo que he transitado un proceso de aprendizaje acelerado, por suerte con acompañamiento de lujo. Como con todo proceso de aprendizaje, sería fantástico poder aplicar lo aprendido nuevamente y tener la chance de mejorarlo. Ahora mismo, incluso antes de inaugurar, y mirando retrospectivamente, pienso todo el tiempo en qué podría haber hecho diferente, qué posibilidades dejé de lado, que hubiera pasado si… Me quedaron fuera del tintero una miríada de artistas y de obras. Sin embargo no creo que sea un ejercicio que busque repetir en el corto plazo. Después de dos bienales seguidas tengo muchas ganas de volver a trabajar sola en mi taller, en la escala que impone mi mesa de trabajo y con posibilidad de darle tiempo a mis obras, ideas y lecturas para que maduren y florezcan en intimidad. Necesito ordenar un poco lo aprendido los últimos tres años y reorganizar prioridades. De todos modos creo que esta tensión entre lo individual y lo colectivo es algo que aparece recurrentemente en mi carrera, lo busque o no, y lo disfruto mucho.