Las expectativas se generan cuando esperamos determinados resultados ante una situación precisa. En nuestra cabeza nos adelantamos a los hechos antes de que ocurran, y nos imaginamos cómo nos gustaría que estos resulten. Generalmente comenzamos de manera leve, y de a poco le vamos añadiendo color, emoción y temperatura a nuestro escenario soñado, hasta hacernos una idea exacta de lo que debería ocurrir. Esto se acompaña con determinados sentimientos que comenzamos a experimentar desde el momento que empezamos a imaginar.
Cuando conocemos a una persona que consideramos con potencial de pareja, ya desde el primer instante fantaseamos con cómo sería una vida entera con él o ella. Mi tía siempre decía "cada vez que conozco a un hombre enseguida pienso en la casita y los hijitos que podríamos tener" (sin contar que ya tenía 60 años)
Lo mismo ocurre con el resto de las relaciones y con las demás áreas de nuestra vida. En casi todos los terrenos tendemos a imaginarnos un desarrollo de los acontecimientos muy ajustado, cargado de expectativas, muy subjetivo.
Pero a veces ocurre simplemente que las cosas no ocurren como las habíamos planeado. O que se dan pero de una manera totalmente inversa, inesperada, dejándonos boquiabiertos y preguntándonos "¿y ahora qué? si esto no era lo que yo pensaba/quería/imaginaba". Aquí es donde caemos en la realidad y aflora el sufrimiento, la decepción, la frustración, y la tristeza por aquello que no fue.
Las expectativas son ideas preconcebidas acerca de cómo deberían ser las cosas
Es inevitable que aparezcan, y en esos momentos tenemos un subidón que no nos da ninguna gana parar, porque digamos la verdad: tener expectativas es muy divertido.
La mejor opción es tratar las expectativas con respeto y colocarlas a un nivel que se ajuste a la realidad.
¿Cómo hacerlo?
Aquí te dejo unas pautas que si las aplicas te ayudarán a bajar el nivel de las expectativas y a disfrutar más el momento presente.
Vive el aquí y ahora:
Por más maravillosas que sean tus fantasías de futuro, no son más que eso: ideas de cómo deberían ser las cosas. La realidad está en el momento que estás pasando mientras te distraes alegrándote por aquello que piensas que debería pasar.
Acepta la multitud de las posibilidades que puedan ocurrir.
¿Recuerdas el post donde comentábamos la frase "Donde nada es seguro, todo es posible"? Aquí entran en juego las infinitas posibilidades que la vida tiene preparadas para ti. ¿Que pasa si en realidad una o varias de esas opciones superara con creces tus expectativas?. Esto es muy posible, por eso lo mejor es que te dejes llevar y que fluyas con los acontecimientos que se te presenten.
Integra a cada momento:
No permitas que tus expectativas sean las que determinen tu felicidad. Recuerda a cada momento que si no se cumplen, lo que ocurra en su lugar siempre será por un bien mayor, siempre y cuando tengas la capacidad de ver más allá de los acontecimientos utilizando tu mente abstracta.
Respira, mira a tu alrededor, agradece la vida, el resto se irá desarrollando solo.
Te mando un abrazo y que tengas un hermoso fin de semana,
Candela