El deporte, concretamente el culturismo, es una parte fundamental de mi vida en prácticamente todos sus ámbitos, tanto en lo personal como en lo laboral. Así que me gustaría compartir con vosotros mis experiencias con la colitis ulcerosa junto a este deporte.
Empecé a entrenar en enero de 2006, era la primera vez en mi vida que ponía un pie en un gimnasio. Hasta entonces nunca había practicado ningún deporte regularmente. Me apunté al gimnasio con la idea de mantenerme en forma y mejorar mi aspecto físico, no tenía ningún conocimiento de musculación, dietas, ni nada que tuviera que ver con el culturismo.
Allí conocí a gente que me supo guiar y aconsejar por este “mundillo” tan complicado sobre todo cuando empiezas, lo que hizo que, poco a poco y animado por mis compañeros, creciera mi interés por el culturismo y la competición.
Finalmente en 2007 me planteo en serio la idea de competir, poniendo como objetivo los campeonatos de Mayo 2008: Campeonato Gallego y Norte de España, en los que quedaría subcampeón en principiantes y campeón en talla baja respectivamente. Más feliz no podía estar, sobre todo por el cariño y apoyo de mis amigos, fue increíble, me acuerdo como si fuera ayer.
Principios de 2009, objetivo: los campeonatos de mayo 2010, así que sin perder tiempo nos ponemos manos a la obra. Me esperaba un año de duros entrenos para intentar mejorar los resultados de 2008. Fue una preparación muy dura, compaginando trabajo, entreno, dieta… no tenía tiempo ni para respirar.
2010 sería un gran año, competiría al lado de muchos amigos y los resultados serían muy buenos, ganando el Open Interregional Muscle Power de talla peso y consiguiendo el subcampeonato de la Copa Nacional de España en talla baja.
El año va llegando a su fin, el objetivo es volver a las tarimas en 2012, pero surge un contratiempo, algo dentro de mi no funciona bien. Al principio pensaba que se trataba de una simple gastroenteritis. Pero la cosa se puso fea, ya que mis deposiciones iban acompañadas de sangre y los dolores abdominales cada día eran más fuertes. Después de varias visitas al hospital, finalmente los resultados de las pruebas determinaron que se trataba de colitis ulcerosa.
Yo ya sabía lo que era por lo que había leído en internet, una enfermedad autoinmune. No se sabe con certeza las causas que desencadenan esta afección. La única forma de “frenarla” es a base de importantes cantidades de cortisona. Diarrea, anemia, pérdida de peso… son algunos de los síntomas. La verdad es que es algo que no te esperas. No te esperas tener, con 25 años, una enfermedad incurable y que necesita medicación de por vida. El tratamiento funcionó bien, en poco más de un mes ya estoy haciendo vida normal, aunque en aquel momento no era consciente de lo que realmente tenía en mi interior… Dos meses más tarde ya estaba con una cantidad mínima de medicación, hasta que llego ese día…
De nuevo volvía a tener esos síntomas tan característicos de la colitis y sobre todo volvía a notar esa sensación de que algo iba mal en mi interior, pero esta vez fue incontrolable, cada día los síntomas eran más fuertes, por lo que tuve que acabar ingresando en el hospital. Estuve casi un mes sin moverme de cama, salvo para ir al baño, y sin poder probar bocado de nada. Me pasaba todo el día conectado a sueros y medicación que me administraban por vía intravenosa. La enfermedad me había dejado hecho polvo, me resultaba muy difícil moverme, apenas podía caminar, ya que prácticamente me había quedado sin masa muscular. No tenía ni fuerzas para abrir el tapón de una botella. Dependía de mi familia para todo, no sé que habría hecho sin ellos. Varias noches estuvieron a punto de operarme de urgencia, ya que las hemorragias eran muy grandes y había perdido mucha sangre. Por suerte, la medicación empezó a hacer efecto y no hizo falta recurrir a la cirugía.
Después de seis semanas, me dan el alta, para seguir recuperándome en mi casa. Mi cuerpo y sobre todo mi mente no podían aguantar más tiempo allí metido. Había perdido más de veinte kilos, apenas pesaba cincuenta. En mi vida había estado así, me miraba al espejo y no podía creer lo que esta enfermedad había hecho conmigo, me parecía imposible recuperarme del estado físico en el que me encontraba.
Le debo mucho al culturismo, prácticamente todos los aspectos de mi vida han tenido algo que ver con este deporte desde el momento que decidí apuntarme a un gimnasio. Por eso me dolía mucho ver como una enfermedad, me apartaba de lo que más me gustaba hacer. Una enfermedad inmerecida, un día aparece sin más, empiezas a encontrarte mal, vas al médico, te dice que tienes colitis ulcerosa pero no te sabe explicar el motivo, así que probablemente viviré hasta el fin de mis días sin saber porque tengo esto.
Cuatro meses después había recuperado unos diez kilos de peso, mi aspecto daba la impresión de no haber pisado un gimnasio en mi vida, pero me encontraba mucho mejor y había conseguido volver a moverme como una persona normal, que ya es bastante…
Es triste que tengamos que pasar por cosas así para que nos demos cuenta de lo que realmente manda en la vida es la salud. Si algo le puedo agradecer a esta enfermedad es que me ha hecho ver y valorar las cosas de otra manera, aprendiendo a priorizar lo que realmente es importante.
Finales de 2011, cuando parecía que todo iba bien, vuelvo a recaer, parecía como si algo dentro de mi estuviera dispuesto a no dejarme tranquilo nunca. Finalmente, tras una casi nula respuesta a los tratamientos, deciden ingresarme en el hospital. Tras dos semanas y unos ajustes en la medicación, me dan el alta.
Es una enfermedad muy dura, te aparta de tu vida diaria, de tus planes, de tus sueños… Cuando piensas que todo va bien, de repente vuelves a recaer. Nada ni nadie puede garantizarme una remisión completa. Pero no solucionaría nada desesperándome, había que plantarle cara a esto y sobre todo disfrutar más que nunca de los periodos en los que me encuentro bien.
Las semanas iban pasando, y poco a poco mi cuerpo si iba estabilizando, aunque con esto es mejor no cantar victoria antes de tiempo… Dos meses después me veo con fuerzas para volver a entrenar.
A principios de 2013, después de recuperarme de un nuevo brote, esta vez por suerte muy leve, decido intentar volver a competir, aun sabiendo que en cualquier momento todo podría venirse abajo si la enfermedad vuelve a brotar. La primera cita sería el Campeonato Gallego.
No sería una preparación fácil, a apenas un mes y medio del campeonato una gripe me deja completamente fuera de juego dos semanas, obligándome a plantearme la idea de poner punto y final ahí. Por si fuera a poco, a una semana del Gallego, vuelvo a notar los síntomas de la colitis, pero esta vez nada me para, quiero competir sea como sea, lo necesito. Finalmente logro llegar al campeonato con la mejor condición física de mi vida, lo que me permite proclamarme campeón absoluto de Galicia.
Me quito por fin esa espina, tenía que volver a estar ahí, necesitaba estar en una tarima de nuevo. Nunca había perdido la ilusión por volver a competir, pero sabía que era muy difícil.
Llevaba tanto tiempo bien que ya no recordaba lo que era estar mal. Finalmente tengo que ingresar en el hospital. Allí me detectan una colitis seudomembranosa, otro tipo de colitis que tiene su origen en una bacteria. Dos semanas después, me dan el alta. Había perdido casi diez kilos. Es increíble lo que esta enfermedad puede hacer, tan solo hace unas semanas estaba en una tarima de competición y ahora estaba saliendo del hospital recuperándome de un nuevo brote.
De nuevo otra cuesta arriba que subir… Pero mientras me queden fuerzas y motivación, seguiré subiendo…